todos les discursos y mociones Ge ,esos cuatro
locos fracasaus de la oposición... ARb!... Y sa-
be... Cuando ande por los despachos ministe-
riales y otras oficinas de importancia, trate de
doctor arriba y de doctor abajo á todos los
altos funcionarios. Sigd mi consejo y hará ca-
mino. Y atra, vaya no más, mi amigo, conti-
mó Ficrcita alzando la voz, y cuideme aquel
rodeo...
—3í, sí-.. Como nó!... Gracias por sus. con-
setos. Adiós, doctor...
Adiós, mi amigo...
y mientras el futuro diputado salía radiante,
Fiorcita; maravillado con su muevo título y no
, adiante, se daba vuelta hacia los que
observando el efecto. Y un paisano
viejo que había venido desde San José de las
Polvaderas á pedirle una recomendación, se ha-
cía cruses á escondidas y se decía á sí mismo.
—eBendito sea MDios!... Florcita doctor!...
Si con razón era tan laido y escribido dende
chiquito!... 5
Y cuando Florcita lo llamó y le preguntó qué
quería, todo tembloroso se acercó el paisano
balbuceando su pedido:
— Yo, señor doctor, venía... doctor... por la
carta de recomendación... doctor...
Y Florcita no le dió una, sino tres distintas
:artas de recomendación, prosiguiendo la au-
diencia entre el menudeo de los doctores con
que lo saludaban los que se le iban acercando.
SEGUNDO J. VILLAFANE.
———
Bajada del Paraná, Diciembre
Mi .querida Estanislada:
he llevao un gran sustazo,
pero, á Dios gracia, buenazo
hoy me encuentro en la Bajada (1);
aonde veo muy fiublada :
la causa de muestro aquel,
pues ya viene de tropel
toda la Correntinada
y atrás la Paraguayada
á tragarse á Juan Mamuel.
Ya vez, lo van apurando
muy fiero al Restaurador,
y sin duda á lo mejor
lo han de sacar apagando:
ve quien lo viene apuntando,
¡Paz! que con el Paraguay
ha hecho una vaca, y la trai
an sumamente preñada,
que á la hora menos pensada
nos largan el vacaray (2).
¿Quién será ese Par:
que la echa de Presidente
y al héroe del Continente
le ha atravesao el caballo?
¡Ah, hijito!... ¡si será gallo!
Mesmo, ha de ser algún crudo
ue no echa panes al fudo,
y ha de traer un Camuati
de más gauchos que maní:
por eso es tan torajudo.
En aneas la extranjerada
de estes malditos Naciones, (3)
también tienen sus razones
para a r endemoniada:
y al lao de la salvajada
se han rescotao, de manera
que nos tienen la tranquera (4)
tapada con barquería,
.y hasta Rosas descorfía
do caer en' la tapadera.
¡Infeliz! y mos decía:
“si dentran al Paraná
“van á morder: ¡Ja, ja, ja!
¡tramojos de batería!”
¡Ah, gaucho! ¡qué fantasía!
y tan morao (5), que de flojo
no ha ido á ver, ni por antojo
“sis Castillos de Obligao,
que los barcos le han dejao
polviando como rastrojo.
“El día que aparecieron,
en cuanto los descubrimos
de balde les sacudimos,
mansitos se mos vinieron:
y aguas arriba embistieron
con la velería inflada,
ocultando la gievada:
redepente... ¡Virgen mía!
abrieron la aujurería —
y mostraron la nidada.
Traen en cada costilltar,
del pecho al cuarto tracero,
de trecho en trecho un “ahujero
que parece palomar: :
¿Quién diablo iba á pensar
que allí” traiba los cañones?
Y ahí mesmito en dos tirones
los cargan y ¡bra...ca...tan!
¡Virgen mía de Luán!
¡Qué aguanten los cimarrones! (6)
¡Ah, día amargo y fatal
tuvimos en Obligao! :
“Los gauchos, por de contao,
peleamos á lo animal; :
y al fin hasta al general
Mansilla lo machuearon,
porque hasta nos atracaron
con metralla embotijada;
AL,