TEATERO NACIONAL:
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También nosotros queremos subir á la pa-
lestra donde han caído tantos sinceros y er
guido tantos mentirosos. El Arte, náufrago en
la ciénaga de un mercantilismo ramplón, nos
guía. Buzaremos recto hasta el fondo de donde
suben las burbujas blancas. ¿Quijotada? No;
calor de arte y de verdad. h
Presentimos las sonrisas incrédulas de. los
viejos fracasados que también entraron á la
liga altivos y ansiosos, pero que nos intimida
la derrota ajena. A pesar de la borrasca, cada
día salen barcos nuevos al océano.
Sanos. Los chismes de escenario y los co-
mentarios de café no nos han pervertido. Trae-
mos el ansia inacabable de la verdad, la lla-
neza de una rueda de fogón y la altivez del
gaucho que baja á la ciudad á criticar ó á ad-
mirar. Criticar, es un dolor; admirar, una sa-
tisfacción. Es decir, que sufriremos ante una
obra mala y gozaremos, como si' propia, ante
una buena. Dolor alma y alma contento. Con
ese aliento se podrá hacer mucho entre la
farándula de alegría-odio que llena nuestros
escenarios de “autores” sin meta artística, pero
con fines fijos de egoístas.
Nuevos. Venimos sedientos de superlativos;
Nuestro ideal sería trazar páginas de admira-
ción, pero tenemos que... en fin, subimos á la
lidia sin convicciones, porque en materia de
Crítica cada idea propia es un defecto más;
Sin programa, es decir, sin amigos. Esperamos
conseguirlos entre aquellos que nos estrechen
las manos después de haberles dicho la verdad
llana y sencilla, como la expresa en una char:
la de fogón el paisano simple y orgulloso.
También habrá enemigos, ¡oh, los más!...
bero no importa. La sinceridad domina al fin,
Y nos estrecharán las manos, uno á uno, en
Cada hora de desahogo, á raíz de cada verdad
Nuestra exteriorizada llanamente, con dolor
Ó con alegría.
Será nuestra única satisfacción, nuestra úni-
ca compensación.
: qué más palabras; nuestras columnas
Ututras, palpitantes de actualidad, dirán más
que toda promesa inoficiosa.
.
FLORENCIO SANCHEZ
No es este un elogio póstumo. Huelga. A los
que nos supieron perfumar con flores la vida
ao derrotado triunfante—mártir de su ce-
a TO y de su corazón—no se les debe permitir
hositar coronas de trapo sobre su tumba;
Súlto que admiramos al titán latiente, nos re-
E ridículo remover la ingratitud para salpi-
Tlos de mezquindad.
To iHars un año!... Murió en tierra extraña, pe-
Se a Sorpresa ciertamente, del silencio en ques
o acostumbrado á vivir su vida en
indife € extraños, bajo el mutismo de todas las
Macia y sobre la gritería de todas las
abrip es Como vivió, murió. El sólo se hizo
del q el cielo de la gloria. Solo. El que no sepa
esierto de una ciudad grande, que sonría.
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Solo para su ansia. Y así, como era casi impo-
sible creer en su obra, al verlo con aquella su
actitud tan” simple, tan apocada, arrastrándo
su nostalgia sonriente—nostalgia de fuerte,—
debe haber concluído: con un gesto de pig-
meo y un pensamiento de coloso.
Después... y como siempre, se comenzó á
llamarle inmortal. Fué necesario morir! ¡Oh,
la inmortalidad de los mortales!...
Y hace pocos días, entre el gran número de
memoristas piadosos, que dieron funciones de
holocausto, se organizó una en Montevideo,
“ en su honor y á beneficio de los Empresa:
rios”. La ironía se ha hecho sarcasmo.
¡Ah! pero al fin de cuentas, cuando se hace
obra buena, obra grande, cuando se deja entre
las piedras del camino trozos de carne y á
las fieras del- bosque corazón para repartir,
y á los contemporáneos hermosas páginas de
dolor para trazar, algo se grana: la posteridad:
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CONCURSO DEL TEATRO NACIONAL
Electo el jurado por votación pública en la
siguiente forma: señor Alberto Ghiraldo, Ro-
berto Cayol, Joaquín de Vedia, doctor David
Peña, Enrique García Velloso, E. Daly Ma.
chado y T. Lavalle, comenzó el martes 7 la
representación de las 25 obras escogidas para
optar á los 6 premios, entre las 354 que se pre-
sentaron con idéntica pretensión. ¡Trescientas
cincuenta y cuatro!...
No se llega á comprender por qué razón
filosófica todo ignorante quiere ser autor dra-
mático.
Nuestra sincera felicitación á Carcavallo,
factótum de todo ese movimiento teatral, siem:
pre, y á pesar de todo beneficioso y nuestra
más sentida admiración á los mártires de la
Comisión selectora que con su secretario se
entregaron á la tarea con un ardor digno de la
causa. !
LA HORA DEL BALCÓN
Así se titula la primera obra, estrenada el
martes ppdo., del concurso.
La pieza revela á un comediógrafo de mano
firme, avezada. No hay en su transcurso ni un
titubeo de técnica, ni una falla de mecánica.
teatral. Al contrario, se palpa la habilidad ma-
nifiesta en los toques de observación felices de -
que está salpicada la comedia y en el ir y ve-
nir de cada personaje. El que escribió esas pá-
ginas es autor y autor inteligente.
Sería difícil trazar su argumento, por cuan-
to casi no lo tiene. Es una de esas comedias de
ambiente porteño en que sus, seres palpitan
entre si una hora... de comedia. Sus pasiones,
son las superficialidades del aliento mismo que
los reune y que llegan á la platea envueltos en -
una sonrisa 6 en una carcajada. Tres niñas
que hacen su “toilets” para “La hora del bal-
cón”, ó tres niñas que buscan novio, que es lo
mismo; dos provincianos que les traen bom-
bones y dos porteños que no les traen. Una