EL FOGON PAMPEANO
PERIÓDICO ERIOLLO ILUSTRADO
APARECE EL :5 Y 50 DE .CADA MES
DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN COLON 1318 *
FRANCISCO J, NEIRA
DIRECTOR
ASENCIO AGUIRRE
DIBUJANTE
AÑO 1
Rosario de Santa Fé, OCTUBRE 15 de 1911 FS
CONVERSANDO
Para <Fogon Pampeano->
Cuando mis buenos i complacientes
amigos me piden que escriba algo por-
que en cierta ocación, al calor de los
entusiasmos, hilvané algunas frases, re-
cuerdo al zorro aquel á quien se creyó
guitarrero porque, huyendo una noche
de la perrada cazadora, hizo sonar con
la cola, sin querer, una guitarra atra-
vesada en la huella, que se había caido
de la carga de una carreta.
¡Lo mismo me pasa á mi! Alguna vez,
apremiado, escribí algo ise me creyó
escritor que, en mi fuero interno. Treco-
nozco tal cualidad como el rasguido
del zorro aquel en la disparada.
Sin embargo; no puede uno sustraer-
se en ocaciones, á influencias del cora-
Zón, i en instantes como estos, en que á
la sombra de una bandera simpática, se
congregan los buenos criollos con el fin
de honrar una noble iniciativa, no fal-
ta alientos para que, con sinceridad,
aunque con defectos de forma se pue-
da agradecer i se pueda proclamar el
placer de ver que hay alguien que go-
ze escuchando ese lejano rumor de glo-
ria que trae el recuerdo de la vieja pa-
tria, al travéz de sus tradiciones.
Las tradiciones de los pueblos son su
base, su história, el molde en que se
han formado, i deben recordarse con
cariño i honrarse sin perjuicios. Es
muy cierto que en la historia de los
pueblos, en esas tradiciones, hai hechos
que no deben repetirse, horas tristes i
momentos de duelo; pero es muy cierto
que á un en la vida de las familias hai
horas amargas de decepción i desvio
pero que no por eso han de olvidarse
los consejos de un padre bueno, los no-
bles i morales ejemplos de una madre,
la abnegación de un hermano, todo lo
cual constituye nuestra educación i es
el norte de nuestras acciones.
Así, en nuestra pátria, en la vida de
la gran familia nacional, tenemos gran-
des ejemplos que debemos seguirlos, i
del tipo original, característico, de
nuestra sociedad, del antiguo gaucho,
podemos copiar razgos que son una
honra para el carácter argentino.
No imitemos, es claro, á ese pobre
ser semi salvaje, que los defectos de
instituciones embrionarias, las precipi-
taciones de toda revolución social arro-
jaron al delito, con todas las manifes-
taciones de un instinto indomable i¡ de
una fibra adobada en la lucha del
hombre contra la justicia de los hombres
ilas asechanzas del desierto, lo que hicie-
ron de ese gaucho, un foragido. No
nos inspitemos en el estrépito de la re-
belde montonera ni en el alarido de
guerra del indio, pero copiemos de esa
alma sencilla, en su estado más limpio,
esos sentimientos grandes i nobles que
se manifestaron tanto en el humilde co-
mo en el rico, esos sentimiento que pro-
dujeron el sacrificio heróico en un os-
curo gaucho correntino, Juan Bautista
Cabral, como alentáron el corazón de
a a
IEA ia