E
E
EL FOGON PAMPEANO 7
conversación buscando nosotros pre-
texto para reírnos sin provocar des-
confianzas y derrepente uno dijo:
—Diga-» comisario, ¿no lo ha visto
á Calandria por ahí?
—iQuién?... ¿Yo?... Ja, ja! ja!
Cree que Calandria es sonso, para
ponerse delante mío? Gaucho más pi-
llo!... cuando el sabe que yo ando
puaquí, agarra palla... pa la costa é
Gualeguaychú... Si es una basura el
Calandria... Gieno pa asustar viejas
y gringos.
La puerta se abrió de golpe y Ca-
landria, en u nabrir y cerrar de ojos
estuvo ante el comisario, que tembla-
ba, haciendo repiquetear todas las ca-
SEDAN IDO INT N IDO: OE. 00 ERIC EN ANeNorIrIONTTAE:
denitas y argollas de su sable, y lo mi-
raba con tamaños ojos, pestañeando
con una rapidez, que en otras circuns-
tancias hubiera sido cómica:
—iQué dice: Don?... ¿Con que
asusto viejas, no?
—be...?
—dGieno!... Chúpese esa caña que
tiene en el vaso, monte á caballo y,
sin dar giielta la cabeza, marche pal
pueblo!... Vamos ligerito!!
El guapo hizo lo que le mandaban;
montó á caballo, volvió riendas y...
seguido de sus soldados, se perdió allá,
en las sinuosidades del terreno, si-
guiendo el ancho camino polvoroso.
Martiniano Leguizamón
PENA E CRIOLLO
Pal «Jogón Pampeano»
o A UN
Las entrañas me ha picao
el bicho e la inspiracción;
que tuito me h' alborotao
y ha tocao mi corazón.
Viése como tengo el alma;
ya he perdido la razón,
pués anda juida mi calma
y al galope el corazón.
Siento la cabeza cáirme
y triste mi pensamiento;
sin tener á quien quejarme
nadie sabe lo que siento.
Triste me toma la tarde.
La noche con su negrura,
(no creiga que soi cobarde)
pero me causa amargura.
Lágrimas, son mis comidas
con un intenso dolor
ceno ilusiones perdidas,
yo he perdido hasta mi amor.
Por eso vengo al «Jogón»
en busca de algún calmante,
que degielva la razón
á este pobre gaucho errante.
Aunque sea remedio e'* coya
lo he de aceptar, lo asiguro,
y ha de ser pa mi una joya
si encuentro lo que procuro.
Un regalo 1 de hacer
pa los tres d' ese «Jogón»,
porque yo se agradecer
y de tuito corazón.
Váyan, nomás, resetando
algo pal pobre paisano,
que se queda suspirando,
al estrecharles la mano.
Pancho e, la Sierra
L. Z. B: