EL GAUCHO
RELAMPAGO
£a fuerza del destino
CONTINUACION
— Per passeggiare io sono bene cui.
—¡Bene! Ma si quiere Vd. trabajar
in Buenos Aires guadagnará loro é il
moro.
—Oh, signor, mi basta con loro.
¡Andiamo!
—Ah, spettate. ¿Come ti chiamas?
—bPietro Camelini, per servire á lei.
¿Camelini? Eso huele á camelo. ¿Edad?
—Quarantasette anni e un giorno
—pPreparate pure lechipaggio...
—lo lai giá preparato. No tengo
piú che questo vestito dijo tanteando su
raida «toilette.»
—Entonces, domani te embarquerás
en el «Macanazo,» che sortirá per Bue-
nos Aires.
—jEstá bene; ¡Addio, chao, a rive-
derci!
Camelini en aquel momento se con-
sideró feliz, pero no duró mucho su
esperanza porque al irse á embarcar
en una lancha para trasiadarse luego
al «Macanazo,> fué tal su alegría, que
sin ver donde ponía el pié, tropezó
con la suegra de un maestro de escue-
la emigrante y cayó al agua, de don-
de pudieron sacarle á duras penas con
unos garfios que acabaron de consumir
la existencia de aquella
levita.
Al llegar al vapor y verle en tal es-
tado, los otros emigrantes convirtieron
su conversación en burlas dirigidas al
pobre Pietro. Este no hizo caso de
ellas, porque no veía de sobresalto y
emocion.
arqueológica
El «Macanazo» partió macanudamen-
te, haciendo unas 7 millas escasas, á
pesar de que en los diarios se anun-
ciaba como uno de los vapores de más
veloz marcha. Algunos días llegaba á
nueve millas, pero eso sucedia cuando
había muchos mareados.
Camelini lo estaba casi siempre y en
los momentos /úcidos sólo recibía burlas
que él aguantaba con una paciencia que
ni la de Job.
Un día, sin embargo, llegaron á tal
extremo las chanzonetas, que Pietro
perdiendo los estribos, se armó de un
remo sacado de una lancha y empezó
á repartir paletazos sobre todos los
emigrantes. ¡Estaba hermoso! Parecía
una reproducción del Cid, cuando con
quince lidió en Zamora y dá los quince
los venció. Más héroe que Vivar fué
Camelini, pues tuvo que lidiar con más
de cien enemigos. :
Lo que hubo es que no los venció
porque el Capitán, enterado del caso,
mandó á la barra al nuevo Campeador
que exclamó contristado:
—¡Sempre pagan giusti per peccatori!
Al día siguiente reapareció el sim-
patico gringo que excitó la compasión
públioa. ¡Nadie volvió á ofenderle en
su dignidad!
Llegó la hera de comer y todos los
emigrantes encontraron malo el rancho
y determinaron sublevarse. Expusieron
su pensamiento á Camelini quien mo
consideró justificado el motivo de tal
acto, puesto que la comida le parecía
excelente.
—Ah, ¿te pare bene questo rancho?
—Si, per me questo rancho é un
| Continuará
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