Full text: 1.1911=Nr. 4 (1911000104)

EL GAUCHO 
RELAMPAGO 
  
“El amor.. y sus cosas! 
Y 
Amor!...He aqui una verdad uni- 
| versalmente reconocida. 
— Una vida sin amor, es una noche sin 
estrellas, un desierto sin oasis. 
El hombre y la mujer han nacido pa- 
ra quererse; y quererse es el poema de 
la vida, el supremo consuelo para los 
“que sufren... Esto era lo que Carlitos 
decía, mientras se paseaba nerviosa- 
mente por su habitación, pensando en- 
“Margarita, aquella sugestiva morena de 
“ojos grandes. negros .como la noche, y 
mas melosos que el almibar, teniendo 
“por mejillas, rosas, en la que frotaría 
repetidas veces su rostro, como en un 
“oloroso Bouquet... 
— La madre de Carlitos, es una señora 
“de sentido práctico: mujer tan obesa 
“cómo gruñona, de anticuadas costum- 
“bres. El padre el señor de Astorga, es 
uno de aquellos, que habia pasado, en 
lo que llevaba de existencia, una vida 
muy azarosa, y merced á ella había 
| adquirido mucha experiencia mundana. 
— Carlitos á pesar de la extremada vi- 
“gilancia en que le tenian sus padres, 
“alimentaba en lo mas profundo de su 
| corazón, la creencia de que muy pron- 
| to podria ver realizados sus ensueños 
“amorosos. Estos pensamientos atormen- 
taban continuamente al bueu Carlitos, 
| cuando un día, una graciosa aventura 
de su señor padre, le vino en su ayu- 
| da.” 
| La casualidad hizo qre la protago- 
nista fuese la misma morocha de Car- 
litos. ¡Margarita !.. era una verdadera 
    
  
beldad, sumamente sugestionadora, y 
tanto al padre como al hijo les tenía 
enloquecidos, 
Asi fué, que un día, mejor dicho, una 
noche el señor de Astorga dejó olvída- 
do en casa de ella, el reloj de oro, des- 
pués de una larga visita que le hizo. 
“Al dia siguiente, y mientras él esta- 
ba aún durmiendo, su mujer, fuá como 
de costumbre 4 registrar los bolsillos 
de las ropas de su marido. cuando en- 
contró á faltar el reloj—¡Como!... ¿Y 
el reloj?... ¿Dónde tendrá el reloj?... 
se lo habrán robado?... 
Mientras con esto se ocupaba, sonó 
el timbre de la casa. La sirvienta ha- 
bía salido y tuvo Carlitos que abrir el 
mismo. Una indescriptible sorpresa se 
reflejó en su semblante al reconocer 
en la visitante á la tan apetecida Mar- 
garita. 
Pase... pase... Señorita... 
No se moleste joven—contestó Mar- 
garita, con palabras confusas— 
«Venía tan solo á traer lo que su 
padre, dejó olvidado, ayer en mi casa” 
¡Mi padrel..... ¿y en su casa? 
Sí, en mi casa, ayer noche ——Y Cco- 
mo de mi podria formase tun mal con- 
cepto, por eso venia ú traerle, el reloj 
que dejó!... 
—-Carlitos quedó como atontado... 
y sin saber que contestar. 
Cuando la Señora de Astorga, impa- 
cientada por no saber lo que pasaba 
se presenta con muy malas trazas y pre- 
guntó ¿qué pasa? Vives... pués... pués 
que—Balbuceó Márgarita. 
De pronto Carlitos, sin dejar que presi- 
  
guiese; dijo: Que ayer yo, me dejé olvida- 
  
  
— El Disco “ERA” es el mejor. 
  
  
  
  
 
	        
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