- 12 -
Éraunajóven hermosa
De una estatura bizarra,
Era mi encanto si hablaba,
Si lloraba mi aflicción.
Su morada era un ranchita
Donde iba todos los días,
Y siempre la entretenía
Tocándole el acordion.
Nunca yo llegué á decirle
Lo que por ella sentía
Si me hablaba enmudecía,
Si me miraba también.
Y cuando alguna persona
Conversación entablaba,
Al momento me enojaba
Mirándola con desdén.
Al fin llegó el fatal día
Que á mí me dijo la madre:
Ezeiza, aquí no entra nadie,
Ningún hombre más que usted.
Es preciso que se case,
La gente dirá otra cosa;
Cásese pronto con Rosa
Que en algo lo ayudaré.
Se formó de aquel asunto
Una especie de tormenta,
Me dijo: ¿ con cuánto cuenta?
Con algo; le respondí.
Tengo un catre y una mesa
Con una pata quebrada,
Y una sillita prestada
Que aun vecino le pedí.