14 GERY WILLMANS (GERMAN VILLAMOR)
ya se hallaba de la iglesia
todo el frente iluminado
con más de mil candilejas
y otros faroles pintados.
volví corriendo a la iglesia,
Yo, como era muchachito,
luego que encerré los bayos,
y anduve allí curiosando,
a fin de mirarlo todo
con muchísimo cuidado.
Por eso hasta ahora me acuerdo
de lo que me embelesaron
los vestidos de esas gentes,
por lindos y currutacos,
¡Qué relumbar esas ropas!
¡Qué maravilla y encanto!
Ya dije antes que las damas
traiban copete empolvado,
y esa tarde del bautismo
mucho mejor se lo armaron,
en distintos envoltorios
sujetos a un enrejado
de puros hilos de plata
por la cabeza ligados,
y después en las orejas
unos grandes zarcillazos,
tan sumamente lucidos
que deslumbraba el mirarlos.
Luego traiban las polleras
de terciopelo encarnado,
con dibujos de antejuela
desde el pescuezo hasta abajo,
y por el pecho y las mangas
todas llenas de volados
de encajes, como una nieve
de blancos y almidonados;
y de ahí primorosamente
tenían todas las manos,
desde el codo hasta los dedos,
cubiertas de un aforrado
o tejido de hilo de oro
muy lindamente cribado.
Ahora, de los caballeros
tampoco estoy olvidado,
pues, como así en este istante
los estuviese mirando,
me acuerdo de sus golillas
con unos grandes mofñazos,
y luego su calzón corto
(por supuesto que de raso),
un justillo hasta el encuentro
por todas partes floriado.
De ahí, un casacón terrible
con alamares bordados;
después, sus medias de seda
rayadas de azul y blanco;
y por último, en los pies,
encima de los zapatos,
tamañas hebillas de oro
ribetiadas de topacios;
y al cinto sus espadines
con vainas de cuero blanco,
una bolsa con la trenza,
y un sombrero todo arquiado.
Vestidos de esa manera
aquellos caballerazos,
cuando pasiaban a pie
daba temor el mirarlos,
tan serios y tan formales,
lo mesmo que los caranchos
que al redor de una osamenta,
con las alas arrastrando
y la mayor fantasía,
marchan tiesos paso a paso,
como si fueran alcaldes
con el copete parado.