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aman
Ii
59
En argentada noche,
cuando la aurora pálida
sus fulgores quebraba
sobre la fría escarcha,
iba en su pingo oscuro
el trovero cantor,
confiando en la guitarra
y en su gauchesco son...
Detiénese ante un rancho,
y la encordada templa,
con ansias “del que sabe
que un alma está allí atenta;
y en el silencio augusto,
vibró la voz de plata,
de aquel trovero errante
cantándole a su amada...
¡ China linda,
que como la criolla guinda
tenés la boca encarnada
que juraron un ¡Te quiero!...
Y por él penando muero,
porque sos mi alma pampeana,
la huella del puro amor,
de este pobre payador!..,
La puerta del rancho
se abrió con cautela...
y un ¡Ay!... lastimero
trotó por la huella
que va para el cielo...
La china miedosa
Se asoma a la puerta,
y ve agonizando
en la fría tierra,
al gaucho trovero,