AMC Elo 07
1 día que nació Carlín, todos los
vecinos se apresuraron a llevar
2 la madre algún regalo.
¡Era tan pobre aquella gente!
Y un vecino llevó gallinas, y otro
harina y otro trigo; pero de pronto se
presentó, solo, un corderillo vivo.
Carlín y el corderillo crecieron jun-
los. —-
Cuando llegaron horas de miseria
para los padres, Carlín no quiso sacri-
ficar el corderillo. :
—¡Pero si no tenemos nada que
darte para comer! — dijo la madre un
día.
—Aúnque me muera de hambre —
dijo Carlín —al corderillo nadie le
:orta la cabeza.
Dormían juntos; trabajaba Carlín,
y el corderillo le seguía.
Un día se perdió Carlín en el bos-
que, y el corderillo fué quien le con-
dujo al pueblo.
En otra ocasión le cruzó sobre su
mo por un peligroso pantano.
Un día estaba Carlín llorando. Te-
uía miedo de que los padres, al regre-
sar él a la casa, sin ningún dinero
ranado, le arrebatasen el corderillo.
Entrada ya la noche, se encaminó
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A
Cuento para los
1acia la casa, y vió desde lejos, en la
-bscuridad, al padre, en la puerta de
a vivienda, con una cuchilla relucien-
€, y oyó que decía a la madre:
—Tú agarras a Carlín y yo degie-
lo al corderillo. Mañana comeremos
uena carne...
Entonces Carlín echó a correr, lle-
ándose al corderillo, y corrieron toda
a noche; corrieron tanto que cuando
imaneció el día, Carlín se encontró
N una ciudad nueva.
Pero ¡qué ciudad extraña! Las casas
Jarecían de muñecas, pequeñitas...,
equeñitas...
De pronto comenzaron a salir gno-
nos; eran por millares. Carlín se asus-
0. Se abrazó del corderillo, y le dijo:
—Por salvar tu vida, hemos caído
os dos. ¡A estos gnomos, a lo mejor
es gustan tu carne y la mía!
Y en eso, los miles de enanos rodea-
on a Carlín y a su corderillo. Carlín
e abrazó más fuertemente a su com-
sañero y amigo.
Los gnomos hablaron en secreto.
ego se fueron todos al bosque, y de
.JNí aparecieron conduciendo en una
specie de litera, toda de oro y crista-
es, a su reina. Era ésta una hermosa
niños, por la TTA POMPO
joven, bella y lujosa.
Depositaron los enanos la litera de
xro sobre la hierba, tendieron una al-
fombra, se inclinaron respetuosos ante
la reina, que descendió, y que adelan-
ándose a Carlín, le dijo:
—Era yo pequeña, no tenía padres,
"uí maltratada por mis amos, y un día
ana ovejilla me trajo hasta aquí. Los
znomos me hicieron su reina.
Dió dos golpes de manos, y aparecie-
"on millones de bellas ovejas; la ove-
jilla de Carlín, dichosa, corrió a re-
inirse con ellas.
—kEsta es — dijo la reina — la for-
una de esta comarca. Si quieres ser
“ey aquí, hay dicha para los dos.
De nuevo ocupó su litera. Carlín se
sentó a su lado. Miles de gnomos
'ondujeron a los reyes al vasto e in-
nenso palacio que desde entonces ocu-
Jaron la reina y el rey de los enanos;
los niños que no habían tenido en sus
respectivos hogares mayor cariño. Y
a dicha les acompaño.
No por ser rey dejó Carlín de ser
rabajador, que el trabajo hace la for-
una del pobre y eumenta la fortuna
lel rico.
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