SACunao Ji zentins
UN FILM MUSICAL, con |
TAGISTRADOS y
francisco Canaro, el po.
pular dueño. de -cien tan-
vos Y de muchos valses, ha
sido en este film judicial
algo- así como un supervi-
sor de lo actuado. No apa-
reció en la pantalla, pero
fué el eje en torno del cual
arreciaron los comentarios.
LOS tuvo a favor y en con-
ira en una proporción ar-
mónica, lo que no es de ex-
trañar, tratándose de un
dieito de índole musical,
I>—»>
, e —]——— AI em o FA. Eo" —
16 8 — yg E — 4 AA LE——= PE
Y - dín de Ta sión * - OS) sob PO Tar; " 7 plalcer Y an.sie-
e E . E —" _ 16 — £
E =— - : Es a
. E me A
ñ ==
| dad de
SE
EE
7
le
| s _—
—ción dequelr-
d ==
== —+
Po
$ — dr"
|
“- L
van "_sler
LEE
>
rn tor, tristes |
r
ps
"en ; tul de frial!
E
2—
¡e -
FIN Y
ESE UA
¡0
Las jurados técnicos del
lim musical del teatro
Zolón: los profesores
Carlos López Buchardo
(en el centro), Athos
Palma (s la derecha) y
Carlos Olivares (a la iz-
4 quierda), El desempeño
de estas figuras estuvo
Y a tono con el ambiente
“al te r
o
—u
7 - dad, brus—] hay...
he dl
>=
Segunda parte de
Jardín de Musión”.
als de Francisco
Canaro.
»—
Junto a la mesa
del juez doctor
Dobranich, los pe-
iodistas ocuparon
:n la audiencia un
sugar preferente,
y para que pudie-
ran trabajar a
rusto, se les ins-
Jaló una mesa co-
mún, cuyo. origen
»scenográfico ha-
blaba. mucho en
'avor de la tes-
itralidad del acto
Este es el pianista que
llevó para ejecutar el
rals de Canaro la par-
le acusada, El abogado
le la parte contraria
observó que estando el
pianista del juzgado pa-
ra tal demestración, no
*ra el caso de presen:
tarse a la audiencia con
an pianista particular.
Con todo, el juez autori-
zó a este músico a que
actuara, y a fe que lo
hizo con absoluta buena
te, demostrando sacaba.
Jamente la similltad en.
=e ambas piezas
2
- ¡Pero, señor
juez, negar que
entre el vals de
mi defendido Ve-
tere y el que fir:
ma Canaro existe
aiguna diferencia,
es como si-ahora
en esta sala se
presentaran los
astrónomos a de:
clarar que esta
mañana luminosa
es una noche de
luna!...
(Palabras del dis-
srurso del doator
Rodolfo Moltedo.)
Estos son los “ex-
tras” auténticos, con
policía también au-
téntica, que tomaron
parte en el film mu-
sical que se pasó la
otra mañana en una
de las salas del Co-
ión. Es, por “ciémto,
halagzador compro-
bar la justera econ
que se desarrolló la
actuación de estos
actores improvisados,
cuyas figuras princi-
pales no hubieran
sido mejor elegidas
por Ernest Lubistch.
«a