Full text: 27.1937,3.Nov.=Nr. 1398 (1937139800)

3 de Noviembre de 1987 
“T 
Z 
- 
SU DENTADURA LUCIRA — 
COMO JOYAS RESPLANDECIENTES 
Por el Dr. ESCARDÓ 
a 
Dificultades del 
S posible que las mamás no vean 
en el médico de niños más que un 
- médico que ha limitado el séc- 
tor de su actividad profesional al 
¿studio y tratamiento de una determi- 
nada porción de la especie humana: los 
niños, circunscripta por términos pura- 
mente cronológicos, los de la edad, Sin 
embargo, no es tañ simplemente así, y Si 
tnsayamos hoy ponerlo en evidencia, no 
por la vanidosa delectación de hacer 
particular elogio de muestra especiali- 
jad, pues que no hay rama de la me. 
dicina que en su teoría y en su práctica 
no sea digna de los más altos encomios, 
sino con el fin más práctico y modesto 
de disponer. el ánimo de las mamás que 
hos lean a colaborar en una tarea que 
tiene bastantes dificultades en sí para 
que merezca ser aliviada en homenaje 
al interés común de la madre y del es- 
pecialista: el niño. 
DOS FRUTOS —. 
El médico de adultos tiene en la sola 
persona de su enfermo todos los ele. 
mentos con los cuales ha de trabajar. 
Resuelto el problema técnico del diag. 
:óstico, las disposiciones de su tr=ta- 
miento cuentan con el apoyo del pacien- 
te. Por poco razonable que sea una per- 
sona mayor, no es demasiado grande (al 
menos en teoría) la dificultad del médi. 
co para convencerla de que debe ayu- 
darse a curar, no sólo obedeciendo es- 
trictamente las indicaciones, sino tam. 
bién disponiendo su espíritu al optimis- 
mo y a la voluntad. de sanarse; facto. 
-es morales de primer orden en la ob- 
-ención de la salud. El caso del niño es 
absolutamente distinto; en el proceso de 
su sanación no interviene para nada su 
deseo o su voluntad; todo debe esperar- 
se de los cuidados y disposiciones toma- 
dos por los otros, y en los que el niño 
:nfermo no toma sino una participa- 
ón casi exclusivamente pasiva. 
De modo, pues, que el médico ha de 
tpblicar su fuerza persuasiva, no al en- 
“ermo mismo, sino al medio que lo ro- 
dea; ahora bien: este medio está com- 
esto, en primer término, por la ma. 
dre o persona que tenga a su cuidado 
inmediato al chico; pero luego entran 
-ambién a formario el padre, los parien- 
ces más o menos inmediatos; la niñera, 
si la hay; otra persona de servicio y ade- 
más cuantos, continua o accidentalmen- 
"€, se acercan al pequeño enfermo, y que, 
30r harto difundida práctica. dan su opi- 
La voz amiga para 
todo el día. El com- 
pañero para sus hitos. 
—]l 
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Esto es el receptor de 
radio en su hogar, si 
está sintonizado con - 
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Radio EL MUNDO 
L;D;—T——]TPPPLDADDI DEL PICCOLO DIENAE 
médico de niños 
ión y consejos frente al caso, sin pen- 
¡ar casi nunca en que el chico oye, es- 
ucha y razona, y va formándose, a su 
nodo, un criterio sobre su enfermedad. 
vuchas rebeldías inexplicables de los chi- 
:05 en. materia de obedecer a precepcio 
1es médicas se deben en no pocos ca 
os a un comentario hecho al pasar po: 
in visitante que ha afirmado categóri 
amente que tal o cual remedio o medi- 
la “es una porquería”, o “no sirve para 
1ada”, con lo que la negativa del niño 
18 cobrado un punto de apoyo de que 
tes carecía; el libre examen de las 
uestiones médicas ante un enfermito 
»ólo contribuyen a socavar el espíritu de 
lisciplina del pequeño paciente, el re. 
ultado son las verdaderas batallas cam- 
ales que desencadena una cucharada 
le purgante, y que terminan por agotar 
2 paciencia materna que ha de pasar 
le la súplica a la violencia, con el lógi- 
>0 desprestigio de su autoridad y con las 
uerzas del chico, cuando no con uns 
rusca aspersión de aceite castor so- 
xe colchas, muebles y empapelados... 
El médico debe, pues, en el caso del 
Jiño enfermo, irradiar su prestigio y au- 
oridad sobre el medio familiar' del que 
:1 chico no es más que un elemento in- 
esrante, y que reacciona en función del 
imbiente. 
COLABORACION 
Si no fuera más que en este solo as- 
vecto, puede verse hasta; dónde alcanza 
a complejidad de la acción psicológica 
lel médico de niños, y cuántos son. los 
actores que comparan pára malograr el 
ito de sus disposiciones; sin embargo, 
1na previa preparación familiar “en 
iempo de paz”, es decir, cuando el ni. 
lo está sano, puede contribuir podero- 
amente a facilitar el buen desempeño 
en tiempo de guerra”, es decir, de en 
:rmedad. 
En primer lugar, hay que prescindir 
€ la educación el necio sistema de usar 
y médico como cuco; hay mayores que 
Imenazan al niño, que de portarse mal, 
:1 doctor le va a aplicar una inyección 
y a cortarle una pierna; "nada es más 
ógico, entonces, que se genere en el áni- 
no infantil un verdadero terror a ese 
orturador anunciado continuamente, y 
jue al enfrentarlo disponga de lo me. 
or de sus medios de resistencia; es fre- 
uente observar que un niño que se ha 
“esistido larga y bravamente a mostrar 
sU garganta, por ejemplo, la muestre de 
Juen grado cuando, obligado una vez a 
Tello, comprueba lo inofensivo de la ma. 
niobra, antes .obraba en él un miedo 
perfectamente lógico, si se tienen en 
cuenta los anuncios familiares, La obser- 
vación muestra cómo el dentista, que por 
la índole misma de su trabajo, suele ser 
más doloroso en sus práctica que el mé- 
dico, es mucho menos resistido por los 
niños que éste; es que nunca ha servido 
de cuco en las admoniciones familiares. 
El tema es rico en sugestiones. Hoy nos 
imitaremos a éstas, prometiéndonos con. 
*inuar estas reflexiones, apoyadas en 12 
observación cotidiana que documenta 
consecuencias a veces lamentables y ca 
si siempre desagradables, violentas y ri- 
dículas, que actúan tanto sobre la sa- 
lud física del niño cuanto sobre su for. 
mación moral. 
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