Full text: 27.1937,1.Dez.=Nr. 1402 (1937140200)

MUNDO ARGENTINO 
Stephan Erzia, a quien los policías 
de Milán no dejaban dormir en las 
plazas, sueña con transformar en 
un monumento a los Montes Urales 
Por DARDO CUNEO 
5 DL 
TRA- 
BAJA- 
p O RE: 
Con un 
martillo 
eléctrico 
Stephan Er- 
Lia realiza su 
larea. No tie- 
se horarios y 
prolonga al mú- 
ximo sus jorna- 
das. 
UT día rico. 
: Otro día po- 
bre... Ste- 
phan Erzia se 
¡lama Stephan Nefedov. 
Nefedov es el apellido de 
su padre, que fué barque- 
ro del Volga en los in- 
viernos y “mujik” en los ve- 
ranos del sur; y Erzia — el 
seudónimo — es el nombre de 
su pueblo y de su tribu. 
— Ahora, en el régimen nue- 
vo, Erzia es una república... Mi 
nombre es el de una república 
rUBO..> 
Viste un blusón que cosieron sus 
manos milagrosas y, prosiguiendo su 
"area, me habla. , . 
— Un día rico... Otro día pobre... 
En un galpón que pudo ser anterior- 
mente un garage o un depósito, el viejo 
irtista, excéntrico y trotamundos, tiene 
su taller. Está sobre la avenida La Pla- 
¿a al 500 y un corredor adoquinado. dondr 
ERZIA Y SU GA- 
TO, El artista ha- 
Na con el peque- 
jo animal, Le di- 
'e las palabras de 
1 idioma de hom. 
quebrachos y algarrobos esperan turno 
para ser tallados, lleva a él. Ahí, Erzia 
pasa sus días y sus noches, Trabaja. 
— En 1905, poco antes de la insu- 
rrección, salí de Rusia... Viví en mu- 
chas-partes... En Milán debajo de los 
puentes... En Suiza conocí a Lenin... 
Un día rico... Otro día pobre... Los 
policías de Milán no me dejaban 
dormir en las plazas. Interrum- 
vían, violentamente, mis pobres 
sueños en sus bancos. Enton- 
ces busqué refugio debajo de 
los puentes, Así viví seis me- 
ses... Un atardecer llegué a 
mi refugio. Había un hom- 
bre. - 
”— Este lugar es mío — 
le dije. 
"— Yo también lo 
descubrí — me dijo con 
su angustia. 
”— Entonces, serú 
Te los dos. 
”Había anoche- 
xido. Comparti- 
mos el refugio y 
solidarizamos 
nuestras dos 
desventuras. 
Nos hicimos 
amigos. 
7onversamos. Su voz espesa me decía 
1 desgracia. Y sentimos necesidad de 
»0nocernos. Pero había anochecido. Pa- 
ra conocernos nos tocábamos las ca- 
“as... En París fuí millonario... 
Erzia no habla español, 
Ni el francés, ni el inglés. 
Hay que entenderlo a tra. 
vés de una personal com- 
binación de ruso e ita- 
liano. 
— Un día rico... Otro 
día pobre... 
NIÑO. MUCHACHO. 
HOMBRE, 
N O sabe cuándo nació. 
Pero recuerda a su 
padre, a sus hermanos, a 
la aldea y al río. Para no 
Jlvidarlo ha pintado su 
recuerdo. . 
—Esta es mi casa... 
Este es el río... Aquí me 
dañaba... Aquí hacía 
fuego... 
Su infancia sin fechas fué do- 
lorosa. Endureció su voz y abro- 
queló su asombro. El niño artis- 
"a que modeló en la orilla del 
río sus primeras figuritas de 
darro se hizo mozo en Moscú y 
hombre por el mundo. Viajó. 
Tué ayudante de fotógrafo y 
pordiosero, Pintor y soldado. En 
“905 sale de Rusia, rumbo a Ita. 
lia. En 1914 vuelve a Rusia, con 
destino a París. En 1917, la re- 
'olución... 
— Cuando se combatía en las calles 
'o estaba trabajando en esto... — me 
ndica su “Extasis”, un desnudo acos- 
ado.... — Mientras se combatía yo 
guía trabajando... 
El nuevo gobierno va en busca del 
-tista y le encarga la dirección de la 
¡cademia de Bellas Artes y la presi- 
encia de la Sociedad Protectora de las 
dbras de Arte de Siberia. En 1926 Ile- 
-2 a Buenos Aires... 
— Vine a buscar quebracho... 
Se queda en Buenos Aires. Trabaja. 
— He hecho trescientas obras en 
¡nebracho... Otras -en algarrobo... 
Subo al Chaco y vuelvo... Traigo las 
naderas que le robo a la selva y tra- 
'a20... 
Detrás de los anteojos de viejo bueno 
de las berbas blancas surge en la 
ara oriental de Stephan Erzis, artis- 
a universal y hombre extraordinario, 
a constante expresión del genio. 
SUS NUEVE GATOS 
S ILBA. Agrega unas palabras en 
TUSo que ne comprendemos e, in- 
nediatamente, aparecen los gatos. Son 
weve. Ninguno de calidad, Todos son 
»xrdinarios, Andarines de calles y de su- 
urbio, Erzia vuelve a silbar, Repite 
'as palabras incomprendidas, y los ga- 
:08 se acercan. Uno salta. Se ubica so- 
ore la frente del “Moisés”, y Erzia va 
2 su encuentro. El artista le habla. Le 
dice palabras y palabras de su idioma 
de ruso y de hombre. El gato rezonga 
ole contesta, Y hay un diálogo, Erzia 
y su gato. - 
Cuando lo interrumpo, me dice; 
— Son mis camaradas...” 
"'Continús en la página 47)
	        
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