19 de Diciembre de 1937
¿A quién condena usted?
(Continuación de la página 5) —
das sus tareas, se dirigió ese sábado a
mediodía a Muswell Park Road, barrio
donde viviera anteriormente, con el fin
de visitar al matrimonio Caton, per-
sonas de su amistad, a quienes enteró
de su resolución de separarse de su
esposa, Les solicitó lo admitieran en
calidad de - pensionista, propuesta que
fué aceptada por los Caton. Lilian fué
A casa de su hermana, la señora de
Ellis, domiciliada en Hampton Wick,
contándole que había abandonado a su
esposo por su mala conducta. Como le
yreguntara por los niños, le contestó
que los había acostado y que su marido
xmidaría de ellos.
EL DRAMA DE LOS NIÑOS
ABANDONADOS
Así, pues, quedaron solas esas dos
yobres criaturas. Al día siguiente, una
vecina que pasó frente a la casa, al oír
an gemido infantil, se detuvo y llamó a
¡a puerta, Inmediatamente cesó el llan-
to, por lo que, sin atribuirle importan-
cia, siguió su camino. Fué ésta la úl-
tima persona que percibiera síntomas
de vida en la casa de la avenida Cran-
"ord.
La habitación donde se hallaban, que
astaba herméticamente cerrada, sólo te-
nía una ventana y una puerta. El-pica-
porte de ésta distaba un metro y vein-
tidós centímetros del suelo, y Ronald,
| mayor de los dos, alcanzaba con el
bracito extendido escasamente a un me-
tro con diez centímetros de altura. No
había allí un solo objeto sobre el que
pudiera encaramarse para llegar al pi-
zaporte,
Si esas cuatro paredes, testigos in-
mutables de este angustioso drama, pu-
dieran referirnos las crueles horas pa-
sadas por estas tiernas almitas, nos
pintarían uno de los cuadros más des-
garradores que la imaginación humana
puede concebir, Un dúo de llantos, im-
perioso en su comienzo, transformán-
dose en sostenido gemir, que más que
un llorar pareciera un lamento, “¡Ma-
má..., mamita!... Mamáaaa..., ma-
mitaaa...”, mil veces repetido en vano.
El hambre, la sed y el frío hostigando
cada vez más sus cuerpecitos. Y tras
1 día interminable, un terror más ace-
chando a los desventurados: la noche
con su obscuridad insondable va colán-
dose a través de la ventana dando rea-
lidad a fantasmas y duendes. El ham-
dre y la sed no cejan en su acicate.
Otro amanecer..., otra aterradora
1oche, y así angustiosamente van trans-
surriendo los días.
Domingo 14 de marzo, Ocho días han
pasado; más de 190 horas sin ingerir
alimento alguno. ¡Ni tan siquiera
agua!
Un cuadro impresionante. Sus cuer-
pecitos, exánimes ya, presentan huellas
ineguívocas de consunción: profundas
ojeras resaltan en la palidez cadavéri-
ca de sus caritas. La muerte implaca-
ble cumplía su macabra misión.
ANTE LA TRAGEDIA
Después de doce días de ausencia,
Percy Davis, al regresar, encontró la
casa en tinieblas. Sus pasos lo llevaron
de inmediato al cuarto de sus hijos, y
al pretender abrir la puerta notó en
ésta una ligera resistencia, a la vez
que llegaba hasta él un vaho malolien-
te. Empujó con firmeza y entró. En
seguida hizo funcionar la llave de la
luz, y ante sus ojos horrorizados se
presentó un cuadro espantoso. A sus
pies yacía el cadáver de Ronald John,
3u hijo mayor, y más allá, tirada de-
bajo de su camita, se hallaba, también
sin vida, el cuerpo de la pequeña Ken-
1eth. Poco después se hacía presente
mn el lugar de la tragedia la madre de
os niños. Al comprender la magnitud
le su desgracia se arrojó, enloquecida,
¡obre los cadáveres de esos dos inocen-
es, fruto de sus entrañas, Una escena
ndescriptible de desesperación mater-
1al. Tras prolongado llanto, sus ojos
:nrojecidos encontraron los de su ma-
ido. Sin palabras, ambos se recrimi-
1aron mutuamente,
SE INICIA EL PROCESO
COMO QUISIERAN PASAR
SUS VACACIONES
EL MAL PADRE
Los prejuicios de nuestra sociedad
culpan siempre, en un caso como el que
nos ocupa, preferentemente y con bru-
tal ensañamiento a la madre; pero si
xien es cierto que ella está más ínti-
namente ligada a la vida de sus hi-
'0S5, no por eso el padre puede eludir
as responsabilidades y faltar al res-
xeto que debe merecerle su hogar. Mu-
:hos, como Percy Davis, creen haber
:umplido con sus obligaciones de padre
y marido por el solo hecho de proveer
a las necesidades pecuniarias de su ca-
sa. Y no hay tal: un padre consciente
de su deber sabe perfectamente que son
muchas más sus responsabilidades.
Percy Davis debió olvidar, estos pre-
:eptos. Era, puede decirse, un extraño
ntre los suyos; faltaba con gran asi-
luidad, y los sagrados momentos de
fectuosa comunión hogareña lo halla-
an entregado a perniciosas aventuras.
“ltimamente su reprochable conducta
abía sobrepasado los límites de lo to-
rable. Se exhibía sin recato alguno
on una mujer domiciliada en Kings-
2n, en cuya compañía bebía desorbi-
adamente, regresando a su casa, cuan-
o lo hacía, en lamentable estado de
briedad, Y el 6 de marzo, haciendo ca-
o omiso, una vez más, de la amenaza
'e Lilian, se entregaba a una nueva
rgía que había de prolongarse por
más de diez días, En ese transcurso
.erecian sus hijos.
T . "
y
1
Indudablemente, estamos ante un ca-
'0 excepcional que ha de sentar juris-
xrudencia sobre la materia en los tri.
vunales ingleses. Se inició el proceso
inte.los magistrados de Feltham, quie.
1es en su sentencia declararon que exis.
ía negligencia voluntaria y homicidio
nvoluntario por parte de los padres
te las víctimas, Escapando a la juris-
licción de los tribunales ordinarios, la
vista de la causa fué trasladada para
su prosecución a la corte criminal cen-
ral, donde se debate actualmente.
Los jueces no se han expedido aún,
ixiste, evidentemente, el crimen; pero
10 se puede llegar a definir en forma
"ategórica la culpabilidad de uno de los
posos o de los dos, cuyos abogados
eclaman para sus defendidos que sean
onsiderados “no culpables”.
AO a
—.A
ina esposa pone por encima de todo
a felicidad de su hogar y la dicha de
sus hijos, Lilian Davis, después de casi
inco años de matrimonio, veía cerca-
10 el derrumbe de esta felicidad, y en
-efensa de ella, no habría de reparar
'n medios, Las frecuentes ausencias de
u marido, las humillaciones a que la
ometía, su trato rudo y la certeza que
+ra mujer ocupaba su lugar en el afec.
0 de Percy, la hicieron llegar a la con-
Jusión de que un escarmiento era ne-
esario. En repetidas oportunidades ella
1abía formulado amenazas de abando.
10 que jamás cumpliera; pero en esta
casión debía ponerlas en práctica, Lo
xigía así, no ya su propio bienestar,
ino el incierto futuro de sus hijos.
Al irse ella, imaginó que su esposo
egresaría aquella noche y que la obli-
ración de cuidar personalmente de los
tuiños lo haría recapacitar sobre su in-
orrecta conducta, haciéndole ver el
riste porvenir que aguardaría a sus
ijos, privados del cariño materno, Per-
y, tocado en sus más íntimos senti-
aientos, reaccionaría favorablemente,
'econociendo lo injusto que hasta en-
onces había sido para con ella; arre-
entido, la buscaría, y ambos recons-
vuirían ese hogar para siempre.
La fatalidad no quiso que así fuera,
-onvirtiendo la bella quimera de Lilian
an un eterno remordimiento,
UN ETERNO REMORDIMIENTO
Sintámonos por un momento poseedo-
0res de la autoridad necesaria para
uzgar el caso, y apartándonos de las
strictas fórmulas judiciales, enfrente-
mos el drama desde un punto de vista
nás humano, y
Ella, la madre, la esposa, sobre quien
1 Supremo Hacedor ha dictado ya, an.
es que nadie, la sentencia que conver-
irá el resto de su vida en un infierno
ntolerable, aparece 2 primera vista
nte los ojos del mundo, como la res-
onsable de lo sucedido. Sin pretender
ustificar su conducta, consideremos las
ireunstancias que la impulsaron a ha-
'er abandono de su casa.
Es una verdad incontrovertible aque
¿A QUIEN CONDENAR?
Ya hemos dicho que la justicia di-
ina se ha expedido; tanto ella como él
'evarán hasta la muerte, como un mar-
irio incesante, el recuerdo del espan-
oso fin de esos dos seres queridos.
Toca ahora a la justicia terrena dic-
ar la sentencia de este crimen. Los ma.
sistrados de Inglaterra, y extraoficial-
nente, los del mundo entero, se hallan
.bocados a un problema de difícil so-
ución. Mientras los jueces invocan a la
liosa de los ojos vendados en busca
je un fallo ecuánime, nosotros pregun-
amos: ¿A quién condena usted?
LOS NIÑOS
EPOCA Ul
- EEN ESTA
70 TONICO
bi
Si sus niños son pálidos, flacos, propensos a enfer-
marse o experimentan un visible retardo en su creci-
miento y estudio, esta es la época indicada para toni-
ficar su organismo,
Un breve tratamiento con la BIOFORINA LIQUIDA
DE - RUXELL los fortifica de un modo extraordinario,
enriquece su sangre y entona el sistema nervioso, de-
volviéndoles el apetito, los colores, la alegría y bienestar
de la perfecta salud.
La BIOFORINA LIQUIDA DE RUXELL es el tó-
nico ideal en todas las edades por su agradable gusto,
sus prontos efectos y su notable fórmula exenta de dro-
gas peligrosas.
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paladares y los niños la toman con mucho placer. Una
cucharada o copita antes de cada contida aumenta el
anetita yv duntlira el valar del alimenta.
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