15 de Diciembre de 1937
| El caballero del tren
c (Continuación de la página 50).
Del fondo del compartimiento llegó
a voz del marido:
— Vamos, ya está ahí mamá,
Y al verla aparecer:
— Mujer, lo que tardaste... Creí
jue te ocurría algo. El niño se im-
sacientaba, Atiéndelo... Ahora me lle-
70 yo a los dos mayores al lavabo.
Aprobó ella con un gesto maquinal,
Y vió salir a González precedido de los
los chicos, despeinados y negros de
:arbonilla, que se desperezadan aún.
Seria, con movimientos un poco ru-
los, sin las mil palabras de ternura
que de costumbre salpicaban sus me-
Jesteres maternos, atendió a su hijo.
De vez en vez, miraba hacia el corre-
dor y una de las veces, como se en-
contrasen sus ojos con los de Ruiz, vol.
rió a enrojecer bajo el rosa de sus me-
jillas, y el corazón le latió de esperanza,
Cuando regresaba González con los
1iños, se detenía el tren en Venta de
Baños.
— Voy a bajar — dijo Ruiz desde la
Juerta, — y les mandaré el desayuno.
González lo siguió,
Ya habían dado el toque de salida
suando volvieron los dos hombres, Gon-
zález llegada radiante y, como Ruiz se
quedara en el pasillo, susurró al oído
de su mujer:
— Ha pagado él, ¿sabes? No me de-
jó en modo alguno... Es de lo más
imable... -
Y, liando un cigarrillo, salió del com.
Jartimiento. -
El sol penetraba por los intersticios
le las cortinas azules en flechazos de
1uz, haciendo brillar como minúsculas
luciérnagas los átomos de polvo. Los
niños cambiaron de asiento para que
El sol no diera sobre la revista ilustra-
da que estaban mirando, Una revista
con un retrato de Ruiz. La madre le-
7antó el “store” y se puso a contem-
plar el paisaje. Iba el tren por la pla-
ticie de Castilla, que a ella le pareció
lo más triste y yermo de la tierra.
María desvió la mirada. Le hervía
an el pecho una indignación sorda. De
mproviso, su vida se le aparecía tan
seca, tan gris, tan árida y tan mísera,
:0mo aquella llanura...
— ¡Oh, no — se dijo; — esto es de-
masiado! Mi angustia y mi tristeza son
vergonzosas. ¿Qué me ha pasado, en
fin? Que no me ha reconocido “ése”?
Pues más bien debo alegrarme de que
no quede nada de la María que él co-
noció, He envejecido, perdí “la línea”,
no soy siquiera una caricatura de la
que fuí, sino otra... Y esa “otra” es
1a mujer de un hombre simple, pero
1onrado, incapaz de seducir a una ino-
sente para luego abandonarla. Y esa
'otra” es una madre... No soy más
jue una madre.
Pero los pensamientos insólitos y
"tristes persistían, su desconsuelo era
rofundo, su decepción exasperante.
Entretanto — quizá impulsados por
21 mutismo de ella, -— los niños habían
ido a reunirse con el papá, que fumaba
an el corredor. El mismo pequeño se
leslizaba y desaparecía silencioso, En-
¿onces tuvo un movimiento — insinua-
lo apenas — de estupor. Sola con Re-
ato... Y él le sonreía, antes de ha-
»arle. Le dijo: .
—< ¡Qué, señora, no se dió cuenta de
que nos dejaron solos?
Ella se estremeció, palideciendo. No
suvo ánimos para responder, El pro-
mguía: _
— Al fin se cansaron los chicos del
ncierro. Realmente, se han portado
:omo ángeles...
TAh! ¿Era eso lo que tenía que de-
irle? Pero como él le sonreía, ella ¡e
sonrió. Su sonrisa era insinuante, te-
neraria. Decidióse a descubrir el enig-
na, Y con una audacia que la hacía
emblar, dijo:
— ¿Usted, caballero — le preguntó,
— no vivía hace años en la calle de...,
n Madrid? ,
El la miró sorprendido.
— En efecto, señora. ¿Me conocía
sted? - -
— De vista. Yo soy madrileña, Mi
asa estaba en el mismo barrio que la
uya, el de Argielles. Le veía pasar
. usted algunas veces. Yo era muy
miga de una vecina de usted...
Había bajado la voz y sentía los la-
dos de su corazón como si estuviese
aciendo “algo malo”, como cuando él
a detenía en aquel ángulo del pasillo
“e su casa, o la encerraba en su des-
acho so pretexto de leerle “unas cs-
enas”” de su última obra.
Ruiz no había permanecido indife-
ente al recuerdo de la vecinita. Ade-
mtó el busto.
— ¿De María? .
Ella, al oír su nombre, tuvo como
mn desvanecimiento, y miró hacia la
suerta casi con terror. Pero la seducía
1 juego peligroso en que había entra-
to. Hizo un signo afirmativo.
El se echó nuevamente hacia atrás
r entornó los ojos, como para evocar
a imagen de la novia abandonada. —
— Era una chiquilla encantadora.
Jué habrá sido de ella?.
María dijo la. verdad,
— Se casó... Tiene varios hijos...
is feliz. :
El rostro rasurado, azulado ya en
as mejillas — de Renato, — cambió
e expresión. María creyó adivinar lo
mue pasaba en su ánimo. Pero ella no
ecesitaba que la recordase, y, menos
ún, que le tuviese lástima. Lo que su
ensibilidad femenina, lo que su amor
ropio de mujer — dolorosamente exa-
erbado, — quería entonces era un tri-
uto a su belleza juvenil, una evoca-
ión de aquellos días apasionados y
ramáticos que ahora le parecían los
nejores, los más hondos y jugosos de
u existencia. Y esto era, precisamente,
o imposible, lo que sólo deponiendo to-
o pudor y toda prudencia lograría.
tenato Ruiz, al evocarla, recurriendo
1] ayer remoto, extrayéndola de las
onduras lóbregas de su memoria de
'on Juan, no sospechaba que la tenía
nfrente. Creyó que iba a decirle, al
in: “Soy yo” Pero no pudo, El grito
ie la carne se quedó en el alma, Y
e resolvió en una cólera sorda, en un
lesencanto mísero.
VII
Al día siguiente, un criado del hotel
a que se hospedaba la familia de Gon-
ález puso en manos de María un pa-
uete y un sobre de tarjeta.
Estaba sola, con el pequeño que dor-
112. González y los niños mayores ha-
fan salido, impacientes, por gozar de
“Tadrid, Rasgó el sobre. La tarjeta era
le Renato Ruiz, Saludaba a los señores
le González y enviaba unos bombones
ara los niños. María sintió en el pe-
ho la punzada de un ultraje, de una
umillación postrera, Era como si un
spírita burlón — el mismo que la
aartirizara en el tren — la advirtiese:
— ¿Ves? Si ya no eres nadie. Tus
jos han tomado de ti la vida, te han
echo envejecer, te han anulado...
tesígnate a no ser más que madre, Tu
aso no es el único. Hay tantos...
494413 10] GUIA DE FELICIDAD
As tieno suerto, si tiene anhelos y desea alcanzar In DICHA, pida este
bre que le indicará el eamino del EXITO, mediante el dominio del
TETYINO, Remita $ 0.20 en estampillas y su dirección al
Sr. PAUL MERY — Gral. Mitre 3034 — ROSARIO (Sta, Fe)
Pero María tuvo un movimiento úl-
imo de rebeldía. Estrujó la cartulina
ntre sus dedos. Y sobre el papel de
eda que envolvía la caja de bombones
:ayeron una, dos, muchas lágrimas...
-uando regresaron González y los ni-
los, los recibió afablemente. Sobre la
nesa estaba, desenvuelto, el estuche de
»ombones,
— Mirad lo que os ha mandado el
aballero del tren.
Los chicos palmotearon. La caja era
reciosa y los dulces exquisitos. Mien-
ras González murmuraba, hinchado de
atisfacción: “Es un hombre encanta-
lor”, María sonreía ante el júbilo de
us hijos, restaurada de pronto su ter-
tura materna.
La niña, con un gracioso ademán,
-uso frente a ella la caja intacta. -
— Tú la primera, mamá. _
No era posible desairar a la niña.
-omó un bombón. Pero tuvo que de-
arlo con disimulo, Porque le sabía
1 hiel...
Pedro López... .
(Continuación de la página 37)
tos duros a un gitano legítimo, y es
a que luzco en “Bodas de sangre”.
?ues a Federico se le ocurrió que es-
:a cadena era un amuleto de la buena
merte, y cada vez que entraba a mi
amarín, me decía: - :
”_. Déjame tocarla, que siempre que
3 toco me pasa algo bueno...
"Bien hubiera querido yo — añade
ópez Lagar tras un breve y doloroso
ilencio — ofrendarle mi cadena de la
vena suerte en aquella noche aciaga
le Granada... Pero olvidemos esto
hora...
"¡Pobre Federico! Con él se fué el
liento renovador que mecesitaba la
scena española. Lo que dejó escrito,
on ser tan fuerte, no es más que un
ndice de lo que hubiera podido hacer
n la poesía y en el teatro, Para me.
¡ir la proyección de esa obra perdida,
asta con Tonsiderar que “El roman-
ero gitano” lo escribió a los veinte
.hos; que recién cumplidos los veinti-
inco, produjo “Bodas de sangre”, y
vue apenas pasados los treinta mos
ntregó “Yerma”, ¡Y pensar que un
¿enio como él ha podido desaparecer
1sí, en plena potencia creadora!
VIAJES Y PROYECTOS -
— ¿Cuándo salieron ustedes para
américa? :
— Unos meses antes de estallar la
revolución. ,
— Y Federico estuvo a punto de ve-
:ir con nosotros; pero a última hora
10 se decidió a embarcar — nos dice,
:n visible sentimiento, Juanita La-
noneda.
— ¿Adónde se dirigieron ustedes des-
e España?
—A La Habana. De allí pasamos a
Téjico, donde estuvimos seis meses,
ara volver de nuevo a La Havana,
osteriormente visitamos Colombia, Pe.
ú, Chile y, por fin, Buenos Aires. En
sta jira es la primera vez que salgo
. “hacer la América”, como suele de-
irse, y aunque puedo asegurarle que
| sentido económico de la frase no me
reocupa, estoy cada vez más satisfe.
ho de este viaje, Nunca supuse yo que
imérica tuviera la importancia que
lene, sobre todo para los españoles
Is mucho eso de estar uno navegande
'einte días y hallarse al desembar-
ar con gente que le entiende perfec-
amente, Sobre todo cuando el viajero
riene de Europa, donde no se puede
riajar veinticuatro horas sin sentirse
1n0 extranjero, extraño, no sólo en el
idioma, sino en el espíritu, en la sen.
sibilidad, en todo. Ir de Madrid a Pa
ría o Londres, es como si se trasla.
dara .uno a otro planeta.
— ¿Cuáles son sus proyectos?
57
— Por ahora, esperar, El mundo es-
á demasiado revuelto para proyectar
1ada. Por lo demás, ya se lo he dicho,
ada vez me siento más satisfecho dun.
le estoy. Con Margarita he realizado
vuena parte de mi ideal artístico, y
1unque serían infinitos los ejemplos
que podría aducir en abono de esta
1firmación, me referiré únicamente a
Tes espectáculos grandiosos, en los
me me tocó intervenir al lado de ella.
SENECA, CALDERON Y LOPE
”Uno de ellos fué la representa-
46n que ofrecimos, hace algunos años,
le “El alcalde de Zalamea”, de Caide-
rón, en la Plaza de Toros de Madrid,
ante un público que pasaba de veinti-
:Tés mil personas. Se construyó allí
1na reproducción de la ciudad de Za-
amea, con sus callejuelas, sus casas,
sus iglesias, Fué realmente un espec-
táculo inolvidable,
"Similar a éste fué el que ofreci-
mos en 1933 en el Teatro Romano de
Mérida, donde representamos “Medea”,
le Séneca, en una versión de Unamu-
20, Fué gente de toda España. Asis-
tió el presidente de la República con
:1 gobierno en pleno, Un regimiento
le Sevilla representó a los soldados ro.
manos. Concurrió tanta gente a Mé-
rida, que el alcalde tuvo que imponer
.1 alojamiento obligatorio, Además, de-
xó poner en libertad a ocho presos,
ara poder utilizar la cárcel como po-
lada. ,
”Pero si mucho me impresionaron
stas representaciones, ninguna de ellas
ne conmovió tan profundamente como
a que ofrecimos de “Fuenteovejuna”,
:on motivo del tercer centenario de Lo.
»e de Vega. Fuimos a representar el
irema en el mismo pueblo de Puente-
vejuna, provincia de Córdoba, y don-
le esta obra es popularísima, Se la sa-
xn de memoria las mujeres, y los an-
danos, que se la enseñan a los chicos.
Jomo escenario utilizamos el pórtico
te la iglesia; pero en realidad, toda la
Jaza y todas las calles adyacentes, re.
Jetas de muchedumbre, formaban un
nmenso escenario. Aquella muchedum.
Te No sólo eran espectadores, sino que
ambién eran actores del drama. Las
ampanas auténticas de la iglesia pa-
Toquial tocaron de veras a rebato
-uando el pueblo se alza contra el co-
nendador. Yo hacía este papel, y con-
-ieso que sentí miedo al verme incre-
zado por aquella multitud enardecida.
a realidad y la ficción se habían mez.
:ado de tal manera, que el público
ntervenía a cada rato en el espectácu.
lo. Recuerdo, especialmente, que al lle-
zar a aquella escena en que el rey
oregunta: “¿Quién mató al comenda-
lor?”, aún no hadía terminado de pre.
zuntario el actor que representaba al
rey, cuando todo el pueblo, más de sris
mil voces, le contestaron a un tiempo,
:n un solo grito verdaderamente ím-
ponente:
”—. “1 Fuenteovejuna, señor!”
”En verdad se lo digo — termina
López Lagar: — cada vez que recuer-
lo esa escena, me reconcilio con. el
:eatro y me felicito de haber abando-
nado mi carrera de ingeniero, También
un actor dramático puede ser útil a la
humanidad...”
la Y E
anue 56 NoMbre y
domicillo, juntamente
ron 0.10 ets. en es-
tampillas y le indica-
remos cómo obtener,
SIN OTRO GASTO,
1n receptor de RADIO
cironito superhetero-
lino, onda corta y on-
la larga, para bate-
rías, eléctrico e men-
mulador 6 Volts, de
Fran alcance, que
"unclona en cualquier
parte de la República.
RADIO PRODUCE C? - Avda, MAIPU %168.
OLIVOS --.. Buenos Aires.