Full text: 27.1937,22.Dez.=Nr. 1405 (1937140500)

A, 
Los que dejan juguetes... 
(Continuación de la página 4) 
consejo de Satanás, prefiriendo la 
muerte de su padre. y aun la de ellas 
nismas. Mas como el demonio insistie- 
se en la tentación, pusiéronse a orar 
»0n el fin de ahuyentarie.. 
En aquel momento el ruido de algo 
jue acababa de caer en medio de la 
1abitación interrumpió el rezo. ¿Qué 
ra aquello? Una pequeña bolsa conte- 
tiendo hasta cincuenta monedas de oro. 
¡Quién les enviaba semejante fortuna? 
Por más que buscan las muchachas, no 
encuentran a nadie, Había sido, por 
anto, un milagro con el que el cielo 
»remiaba la virtud de las hijas del ciu- 
ladano de Pátara. 
Pero las monedas se acabaron pron- 
co. La enfermedad del viejo consumió 
:n pocos. días todo el dinero y lx ale- 
rría, y la felicidad comenzaban de nue. 
ro a desvanecerse, cuando aquella no- 
the una nueva bolsa volvió a caer ante 
los atónitos ojos de las tres muchachas, 
Nueva búsqueda del desconocido bien- 
xechor y muevo fracaso. A madie se 
rió por aquellos contornos, 
Al sieniente día una tercera bolsa 
Vidrieras maravillosas de estos días de Jiesta. Un cristal mágico une y separa, 
2 la vez, dos universos: el de lo niños y el de los juguetes. ¿De qué lado está 
*1 más hermoso espectáculo? ¿Del lado de esas narices cómicamente aplasta- 
las y de esos ojitos extasiados, o del lado misterioso de los juguetes que 
indan solitos y con los ue sue ga dese hace algún tiempo el mundo 
Jontil 
le monedas de oro hizo su aparición 
An medio de la estancia. Esta vez tu- 
rieron más fortuna: una de las herma. 
183 pudo ver desde una ventana cómo 
n medio de una nube de polvo des- 
¡parecía; velos como un rayo, un caba- 
lo blanco, —- 
— ¡San Nicolás! ¡Ha sido el Santo 
ficolás! Do 
Desde entonces los niños de los pai- 
es del Norte creen ver entre sueños, 
n la noche de Reyes, la noble figura 
lel santo varón, cabalgando en su ca- 
allo blanco, con la pesada carga de 
uguetes y golosinás sobre la grupa. 
SANTA CLAUS=—-. 
Santa Claus es entre los niños ingle- 
es lo que San Nicolás, Papá Noel y 
os Reyes Magos entre los del resto de 
Zuropa. 
Carece de historia. Reencarnación 
e San Nicolás, ha sido convertido en 
nglaterra en la figura tradicional, ri- 
zurosamente exclusiva de aquel país, 
de la noche de Reyes. 
Se diferencia del anterior, aparte su 
pica vestimenta, en que va a pie, lle- 
ando los juguetes en un gran saco so- 
re la espalda. Viste calzón rojo y abri- 
0 entallado, ribeteado con tiras de 
xel blanca, completando su indumen- 
aria con el clásico gorro, también de 
xiel, y unas botas altas, charoladas. 
Otra notable diferencia que le distin- 
ue de los demás, es su prodigiosa me- 
noria. Sabe a ciencia cierta los gustos 
r las preferencias de todos los niños, 
or lo que no es necesario que éstos se 
nolesten en escribirle, 
Por último, Santa Claus no deja los 
mgyuetes en los balcones, Entra siem- 
xe en las casas de sus amiguitos por 
s chimenea, donde los pequeños ha- 
rán colocado de antemano los zapatos 
i son varones, y las medias cuando 
le niñas se trata, 
Santa Claus es un viejecito simpáti- 
9, de luenga barba, ojos vivos y pica- 
MUNDO ARGENTINO 
rescos y sonrisa burlona. Como San 
Nicolás, es bonachón y cariñoso pari 
los niños, quienes en la noche de Reye 
:speran ofr con temor, pero con hals 
go, turbando sus-sueños de paz y de 
inocencia, el crujir de sus botas chs' 
roladas, en sus andanzas a través de 
la niebla de la gran ciudad. 
FAPA NOEL Y LAS CORREAS DEL 
“PERE FOUETTARD” 
El Papá Noél trancés o “le Pert 
Noél”, más propiamente denominado 
puede decirse que en nada se diferencia 
de Santa Claus. Incluso su fisonomía t 
indumentaria son semejantes, y hasta 
Bi se- quiere, sus procedimientos. 
Se diferencia, sin embargo, semejár 
lose, por el contrario, a San Nicolás. 
En que también, como éste, lleva un an- 
tagónico. acompañante encargado de 
castigar a los niños malos. 
Nos referimos al “Páre Fouettard”, 
yuien, en idea, tiene asignado en Fran- 
la el mismo papel que el Moro de ls 
Bolsa en los países del Norte, aun cuan 
do difiere de éste en el procedimiento 
empleado, Y así, mientras el terribl: 
Moro agarra a los niños para llevárse 
los a lugares terribles, “Papá Fouet 
tard” se limita a dejar una fina corres 
an el zapato de aquellos que mereciero? 
Jer castigados, destinada a recordar * 
los padres del pequeño culpable que 
ste solamente se merece unos buenos 
azotes. Como se ve, es bastante irónico 
“Papá Fouettard”, y, según los niños 
Jemasiado antipático. 
LOS TRES REYES MAGOS: MEL 
CHOR, GASPAR Y BALTASAR 
Sería ocioso recordar en la ocasión 
presente la historia de los Reyes Ma 
zos, tan sobradamente conocida y cuy 
rigen data, nada menos, que del naci 
miento del Mesías. 
En España y los países de la Améri 
a española, más dados a la fantasía, 
:s lógico que se hayan rodeado a este 
símbolo tradicional del 6 de enero, de 
28 fastuosidad y magnificencia que 
hacen que Jos encargados de dejar los 
juguetes a los niños españoles sean los 
personajes más fantásticos del mundo. 
Y así, no se conforman con un.San 
Nicolás o un Padre Noel cualquiera: 
son nada menos que tres reyes, mago! 
por añadidura, los encargados de cum- 
plir entre nosotros este simpático me- 
nester. 
Los tres Reyes Magos llevan a ca 
» su cometido con una dignidad ver 
laderamente regia y una seriedad dig 
1a de su elevado rango. En nada se 
arecen al inquieto y diminuto Santa 
Claus, con su sonrisa burlona y sus oji 
los pícaros. Para que nada falte, junto 
1) venerable Melchor y el joven Gas 
Jar figura en la caravana el negr 
Jaltasar, quien, pese a la expresión 
jimpática de su rostro moreno, suele 
n£fundir temor en algunos pequeños, 4 
al punto, que en la noche de Reyes s: 
ubren la cara con la sábana pars 
10 verlo. 
Ño obstante, el amor que los Reyes 
Vagos sienten hacia los pequeños, a 
os que hacen partícipes de su genero- 
idad, es tan manifiesto, que no rega- 
ean gastos ni sacrificios para llevar 
cada uno los juguetes ambicionados 
Pero, naturalmente, todo rey debe 
er, ante todo, justiciero, y así estos 
gregios donantes también se encargan 
le administrar justicia a los niños que 
ticieron de las suyas. Mas para ell 
JO se sirven de ningún moro ni de otro 
,ersonaje por el estilo. Se bastan ellos 
nismos para distribuir los premios y 
os castigos entre quienes se hicieron 
icreedores a ellos. Menos severos, no 
bstante, que el Moro de la Bolsa y el 
"apá Fouettard, se conforman con de- 
ar un carbón o alguna hortaliza en los 
apatos de los niños malos, en lugar de 
os juguetes que distribuirán entre los 
uenos, ya que, como es natural, las 
artas de aquéllos las arrojarán, sin 
eerlas siquiera, al cesto de los papeles
	        
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