MUNDO ARGENTINO
areas IT
SILUETA:
Por JUAN DE LOS 3ARRIOS
Lugar de origen: Se ignora,
Señas particulares: Es visble la
Josesión del bacilo amargo.
Campo de acción: Onda larga y
mda corta. Cualquier corriente.
Daños que causa: Malogra to-
las las fijas de la vida, sin querer.
Modo de combatirlo: Lilevarlo a
la Basílica de Luián.
7 1. RANQUILAMENTE charla-
mos en un café de la calle En-
[ tre Ríos los muchachos de la
> barra. (Todos buenos...) De
pronto, se desprende del techo una ara-
ña de seis lámparas, y con el consi-
guiente dinamiteo se estrella en el
suelo, Después de un pequeño comen-
tario, continuamos con lo nuestro, Ha-
blamos de las pasadas elecciones, de
caballos, de novela, de teatro, y com-
ponemos el mundo en dos minutos, sin
tantos aspavientos como los de la Liga
de las Naciones, Y chocan en la es-
quina un ómnibus, un colectivo y un
tranvía entre sí, Después de haberse
levado las ambulancias algunos cuer-
pos deteriorados, catorce seres huma-
nos y un guarda, reanudamos el tije-
reo internacional, Pero lo interrumpe
un grito desgarrado. No sabemos si el
do de pecho corresponde a una perso-
na mortalmente herida en la cabeza e
a un marido que se ha enterado que
la cigtieña dejó caer en su hogar me-
1lizos; pero los cierto es que el revuelo
que se origina en el bar no es de
describir con palabras usuales, Uno
de los nuestros deja escapar un:
— ¡Y estábamos tan tranquilos!
-——¡Ya sé, ya sé de qué proviene
asto! — dice Antonín Pérez,
— ¿Qué cosa? — quiero aclarar yo,
— La araña, el choque, el grito...
Nos miramos todos, asombrados, ¿Un
10mbre inteligente en nuestra barra?
¿Acaso un vidente?
=—Yo también sé — se aventura otro.
— ¡Sabotaje! Una “potencia extran-
'era... ,
Pero Antonín se enoja:
—- No es para bromas. ¿Saben qué
ignifica esto? Pues que se acerca el
pibe Extremaunción”. -
Se hace un silencio de sepulcro, Nos
xpretujamos unos con otros, porque
Ilustración
EL FULMINO
y sería doloroso catalogarlo como ele-
mento indeseable...
Sin que digamos una sola palabra,
transcurren los minutos. De pronto,
Se siente un taconeo en la vereda. Y
entra “Extremaunción”. Antes que
llegue a nuestra mesa, Carlitos Garay,
presa del pánico, huye a la calle. Nos-
otros quedamos a la espera de aconte-
cimientos. Y me le animo yo:
— ¿Qué tal?
El “pibe Extremaunción” me mira
implorante. Después a los otros, una
por uno. Y dice, silabeando las pa:
labras:
— ¡Por favor, muchachos! ¿No..
no pasó nada?
— No, hombre, nada. ¿Por qué?
— ¿De veras? ¿Nada?
— No.
— Entonces estoy mejorando,
Y se sienta en la silla recién desocu-
pada. Se reanuda la conversación, va-
cilante, débil, porque el temor es un
cuervo que revolotea en nuestra mesa,
En un aparte, Rosel dice al oído del
vecino:
— Ayer era fija el de la 6", y lleg(
último... No sé qué diablos ocurrió
Y Antonín Pérez tercia:
—- Antes de la carrera, ¿se lo di.
Jiste al pibe?
— Sí.
— ¡Basta! ¿O necesitás explicacio-
nes?
¡El “pibe Extremaunción”! Cuando
el año pasado salió en el auto de Car-
litos, nuevo, flamante, el día de sn
inauguración, lo agarró un tren y ln
lejó como ramo de violetas centens-
rias. Carlitos, cuádruple fractura en
21 fémar; su hermanita, conmoción ce-
rebral del peor grado y diez y seis pun
tadas en un brazo, Filomeno, que est
día había desatado más temprano ;
se coló invitado por el pibe, ampu
tación del dedo gordo del pie. Y el “pi.
(Continúa en la página 51)
“la unión hace la fuerza”, y contenien-
do la respiración, como muñecos sor:
prendidos, poco a poco, lentamente, di-
+igimos la vista a la puerta del café.
Y esperamos, Esperamos impacientes,
werviosos, deseando en el fondo que el
sresagio de Antonín no se realice, por-
que, al fin y al cabo, el “pibe Extre-
maunción” es también nuestro amigo.
de HECTOR