Full text: 28.1938,5.Jan.=Nr. 1407 (1938140700)

5 de Enero de 1.38 
El Rey Mago de la Pampa (Continuación de la página 53) — | 
Pronto iba a llegar la noche en que 
los Reyes Magos reparten sus jugue- 
tes, y mi amigo debió recordar su in- 
fancia, los días en la patria, en el 
pueblo remoto, cuando, niño inquieto, 
se levantaba alborotando toda la casa 
con los juguetes que le habían dejado 
los reyes en el misterio de la noche 
callada. Yo, con una gran tristeza, re- 
cordé también los días de mi dolida in- 
tancia. 
—¡Tá ques dura la vida! — dijo 
el cordobés. — Fijate nomás en qué si- 
sio y en qué forma volvemos a encon- 
trarnos, A lo mejor, no podés compren- 
derme. Vos has venido a traer a este 
rancho todo mi. pasado. ¡Tá ques 
amargo el trago! ¡Si hasta me parece 
que otra vez soy chico y que a mí me 
van a traer juguetes!... 
' Suspiró con fuerza, miró hacia el 
monte que se enmarañaba frente a 
nuestros ojos, y agregó: - 
-—Pero dejemos de tristear; vení pal 
rancho, que quiero mostrarte a los 
muchachos. Tengo tres varones, juer- 
tes y bravos como correntada sin ma- 
dre. A mi mujer ya la conocés; es 
aquélla del baile. 
ulsos de los recuerdos que mi presen- 
ia le llevaba, pudiera alejársele el 
ombre. Habló poco y se retiró sin de- 
ir nada, 
Mi amigo y yo quedamos solos. 
— ¡Todo como antes — comentó Ro- 
aero con tristeza! ¡Sólo yo estoy bas- 
ante diferente! 
—- No, no tanto — le dije. 
El reaccionó de inmediato, y agregó: 
— Pero, eso sí, vivo muy contento. 
uedo asegurártelo, no tengo de qué 
uejarme. 
La tristeza que cantaba en sus ojos 
o estaba desmintiendo, y sin que aún 
lhora pueda decir el porqué, se me an- 
ojó compararlo con un héroe. 
Se hizo noche, y algo retirados del 
'ancho para que no nos vieran los chi- 
08, Nos alumbramos con la luz de un 
Yo, amigo de Romero desde mucho 
riempo atrás, lo había conocido cuan- 
do llegó a Buenos Aires, procedente 
de las sierras cordobesas, y había asis- 
tido a la evolución de su “yo selváti- 
co” en contacto con las ciudades civi- 
lizadoras. Entonces, siguiéndolo rum- 
bo al rancho, estaba presenciando la 
reintegración de ese hombre a lo que 
fuera su primitivo medio, pues la vida 
le cara a la naturaleza agreste de los 
trópicos volvía a formar en aquel pro- 
vinciano de nuestras tierras yn ente 
de arranques primarios, pero que me- 
ditada, 
Tres criaturas ariscas, lindas por 
inocentes y hermosas por 'sanas, se 
aproximaron a nosotros con la cara 
sucia, el cuerpo casi desnudo y los 
cabellos desgreñados. 
— ¿De dónde viene éste? — pregun- 
:6 el mayorcito. 
— De la pampa — contestó el padre, 
— ¡Oooh! — respondieron los tres 
2 un tiempo. Y se alejaron a la ca. 
rrera. 
Después, llegó la mujer de Romero, 
que si ya no tenía en las líneas bella 
suavidad de soltera, estaba embelleci- 
da por Jas formas turgentes que adquie- 
re en su plenitud la madre. 
Ma miró con recelo. Temía que a im- 
— Pues verás; la hamaca o ...y 
una noche. 
*andil, y estuve ayudando a Romero 
n la construcción de unos muñecos 
ústicos. Eran gauchos, . 
— Primero, el cariño y la fidelidad 
le ella — comentó; — después el ca- 
iño y la necesidad de sostener a los 
tijos que vinieron, me han hecho que- 
lar en la isla. Ahura, como llega la 
1oche de Reyes, les dije ayer que un 
ey mago de la pampa les iba a traer 
juguetes. Por eso salieron corriendo 
:uando les dije que vos venías de ese 
a0. Así es la vida; uno hace por los 
hijos lo que por uno hizo el padre, ¡Me 
tan dao un trabajo bárbaro estos ma- 
marrachos de palo! Dos días traba- 
¡ando en ellos; pero estoy” contento 
pensando en la alegría que van a te- 
2er mis gauchitos piratas mañana, 
:uando los encuentren al borde de la 
ama. ¡Ni quién les va a quitar de la 
cabeza, por muchos años, que se los 
:rajiste vos, que sos el rey mago de 
a pampa! 
Le pregunté de qué se-ocuvaba, y 
me respondió: 
— Vivo del contrabando. ¿Qué más 
querés que haga? Aquí no se puede 
vivir de otra cosa, y yo no voy a dejar 
que mis hijos se mueran de hambre. 
Me acuerdo mucho de nuestra tierra 
y quisiera verla, porque el hombre nun- 
Está demostrado que el uso de los 
lepilatorios es contraproducente, pues 
“podan” el vello y luego crece con más 
fuerza y más abundante. La depilación 
eléctrica ofrece graves inconvenientes y 
sólo médicos muy especializados podríar 
hacerla con algún éxito, . 
Actualmente hay un método mucho 
más sencillo y eficaz que al mismo 
tiempo es económico y puede efectuar: 
se cómodamente en casa. Nos referimos 
al empleo de la manzanilla verum que 
se encuentra ya preparada en todas las 
farmacias. Bastará humedecer las par- 
tes velludas con algsién durante va- 
rios días, y de este modo se decolora 
7 ge afina hasta pasar desapercibido. 
LE. * 
NA 113.8 1) GUIA DE FELICIDAD 
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DESTINO. Remita $ 0.20 en estampillas y su dirección al 
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a olvida el lugar en que ha nacido, 
vero mi compañera es buena como una 
santa y mis hijos fuertes con el sol 
le estos pagos. Yo sé encontrar mi fe- 
icidad en ellos. Algunas veces..., es 
:laro..., siempre queda el recuerdo 
7 aunque no me quejo de nada... 
quién iba a decirme esto! 
Era noche de Reyes. Romero y yo, 
ilenciosamente, nos aproximamos al 
'itio donde los chicos, cansados de co- 
Ter y Jugar todo el día, estaban des- 
ansando. La madre, bien despierta, 
simulaba dormir profundamente. Era 
dgo más que un centinela. 
Dejamos los juguetes junto a la ce- 
na de los niños, contemplamos breve- 
mente aquél que parecía sueño de án- 
reles, y volvimos al patio, alumbrado 
vor un candil de aceite, sujeto en el 
-ronco de un árbol. 
Estábamos sentados en el suelo, cuan. 
lo Romero me alcanzó una botella con 
wuardiente. 
— No me emborracho nunca — dijo, 
— porque no me gusta que mis hijos 
tengan que reprocharme mañana o pa- 
sado un mal ejemplo. Además, no soy 
vebedor; a vos te consta, Pero esta no- 
2he... ¡Tá que tiene cosas juertes la 
existencia! Vamos a “chupar”! ¡Ahu- 
"a sí que me hace falta un trago!... 
Miró tristemente hacia el monte, lle- 
10 de blancos y negros, de luces y som. 
ras; en seguida se pasó una mano por 
lu frente, empinó la Sotella, que yo le 
alcanzaba después de haber bebido, y 
comentó: 
— ¡Tá que es juerte la cosa! Fijate 
:0 Más: esa mesma luna que nos está 
mirando es la que nos alumbraba de 
hicos, cuando estábamos en la patria... 
Los dos estuvimos bebiendo, mientras 
Zomero hablaba de la tierra nativa 
:omo de algo que había perdido para 
siempre, aunque en a:gunos momentos 
282 maravillosa aliada que el hombre 
lleva en la esperanza le hiciera .ex- 
2lamar: 
— Pero es que alguna vez, a lo me- 
jor... Total: no estoy tan lejos... 
Traté de animarlo, porque su tris- 
'eza me hacía sufrir horriblemente; 
:ero él volvió a la realidad, sacudien- 
'o negativamente la cabeza. 
— ¡Es un sueño! — dijo, — Este 
ariño nuevo me ha varao... 
Bebió y bebió, poniéndose cada vez 
vás triste, hasta que se humedecieron 
'us ojos de niño triste y bueno, Se 
asó el revés de la mano por la vista, 
órrida de ausencia, y ocultando casi 
orpresivamente el rostro entre las ma- 
108, se puso a sollozar convulsamente, 
arecía una criatura sufriendo, aunque 
in lamentarse, las consecuencias de un 
astante travieso. 
Quise dar una palabra de consuelo 
[ camarada, y no pude, Yo también 
staba añorando la tierra natal, la in- 
ancia, el suelo del pasado sin presen- 
e; pero aún con futuro probable. Pa. 
ecía que la congoja me hiciera cada 
'ez el corazón .más pequeño a fuerza 
le apretarlo, y que el silencio aquel que 
€ había hecho era un pretexto del in- 
inito para escuchar las más recónditas 
'onfesiones del alma. 
La mujer de Romero debió sospe- 
har aquel drama, porque fué ella mis. 
na quien despertó a los hijos con los 
uguetes, y pronto ellos avanzaron ha- 
a nosotros, gritando: - 
— ¡El rey mago de la pampa! ¡El 
«ey mago de la pampa!... 
Romero se secó rápidamente las lá- 
rimas y abrazó a los hijos que le. 
gaban, 
Poco después nos separamos para 
0 vernos más. Nuestra amistad era el 
pasado, mi porvenir una incógnita, y el 
corvenir de Romero aquella familia ca- 
3i primaria, pero por él formada... 
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