Full text: 28.1938,5.Jan.=Nr. 1407 (1938140700)

$ La princesa que vivió una novela de amor | 
(Continuación de la página 7) ————l 
dal fruición los libros del famoso no- 
'elista francés Emilio Zola, cuya pre- 
erencia la llevó incluso a sufrir cas- 
igos corporales, pues sorprendida en 
ales lecturas, hubo de soportar innu- 
nerables reprimendas y hasta algunos 
lías de arresto, lo cual evidencia que 
10 todas eran flores en aquella corte, 
“amosa universalmente por la impo- 
1encia de sus ceremonias y por su 
ato. 
Con todo, la princesa continuó sa- 
ro en verdad la princesa preparaba 
su fuga definitiva y esperaba el mo- 
mento propicio. La noche del 11 de 
liciembre Luisa abandonó Salzburgo, 
:0n destino a Zurich, donde, 48 horas 
lespués, se reunió con Girón para ini 
:1ar una era efectivamente novelesca. 
En esa oportunidad la acompañó su 
1ermano, el archiduque Leopoldo de 
Austria - Toscana, quien igualmente 
ba fugado, pues viajaba con su novia, 
a señorita Guillermina Adamowicz, a 
a cual no podía desposar, pues se tra- 
aba de la hija de un modestísimo em- 
pleado de correos de Viena, y las se- 
veras costumbres palaciegras jamás lo 
21 de noviembre de 1891, la princesa 
Luisa, jovencita de veintiún años, 
contrajo nupcias con el heredero de la 
corona de Sajonia, Federico Augusto. 
La ceremonia revistió toda la pompa 
posible en tales circunstancias y nada 
parecía indicar motivo alguno capaz de 
poner punto final a la era feliz inicia- 
da con tal matrimonio, como no fuera 
la muerte, que nada perdona y nada 
se pierde, Ya veremos más adelante 
cómo la realidad demostró lo contrario, 
como si no llevara sino la finalidad de 
evidenciar que las apariencias engañan. 
Motivos sobraban para el fallo de tales 
pronósticos, pues en verdad no se tra- 
taba sino de una unión conyugal mera- 
mente diplomática, en la cual ni uno ni 
otro de los consortes había de ver rea- 
lizados sus sueños de dicha. 
"Ella era de un temperamento alegre, 
tal vez excesivamente juvenil, por cuya 
razón estaba fuera de ambiente en 
aquella Corte austera hasta el exceso, 
donde debía deslizarse su vida, incluso 
sus mejores años. El, despreocupado 
en cuanto a sentimientos y lirismos, 
no supo o no quiso corresponder a la 
corriente de afectos que la princesa 
pudo brindarle y prefirió, como duran- 
te su vida de soltero, los espectáculos 
militares y las cacerías a través de 
bosques y sierras, libre hasta de las 
más leves preocupaciones hogareías. 
Y así se fué deslizando la vida de 
los príncipes de Sajonia: desilusiona- 
da ella, indiferente él. Tal como ocu- 
rre en infinidad de matrimonios, sean 
o no de la nobleza, En esta materia, 
nobles y plebevos conocen las mismas 
encaonan7as 
EPS ISSSS 
HOSPITAL 
DE MUNECAS 
UN PROFESOR JOVEN Y BELGA 
A principios de 1902, teniendo ape- 
nas 31 años, la princesa Luisa era ma- 
dre de cinco niños: Jorge, nacido en 
Dresde el 15 de enero de 1893; Fede- 
rico Cristián, cuyo advenimiento se 
registró el último día del mismo año; 
Ernesto Enrique, nacido el 9 de di- 
ciembre de 1896; Margarita, el 24 de 
enero de 1900; y María Alicia, naci- 
da en Wachwitz, el 27 de sentiem- 
tre de 1901. 
La educación de los dos mayores 
merecía, como cabe suponer, por par- 
te de padres y abuelos, una especial 
atención. Con objeto de darles una ins- 
trucción bien medida y conforme cor 
las necesidades sociales y de diversa 
indole, de los hijos de tan noble casa, 
se designó profesor de Jorge y Fede- 
rico Cristián a Andrés Girón, nacido 
en Gante, en 1868. Este habíase dis- 
tinguido como alumno del Ateneo de 
Ixelles y de la Escuela de Minas de 
Lieja. En uno y otro establecimien- 
to fué estudiante excelente y de ello 
daban fe los documentos y certifica- 
dos exhibidos. Por otra parte, además 
de joven, cual contrafigura del profe- 
sor tradicional y obligado, era de una 
elegancia y una inteligencia que des- 
pertaban la atención de cuantos lo 
trataban o escuchaban sus palabras. 
En resumen: un profesor como pocos, 
como muy pocos en aquellos principios 
del siglo XX. : 
Entre el profesor y la princesa muy 
pronto se estableció una corriente de 
simpatías recíprocas. Con exquisita ra- 
pidez se convirtió en afecto, y muy 
poco después en cariño apasionado. 
Facilitaba grandemente esa vincula- 
ción espiritual la condición de ella co- 
mo mujer talentosa y decidida amante 
de las bellas artes, sobre todo de la li- 
teratura. 
Respecto de esta última afición, ca- 
si enfermiza por momentos, según 
opiniones contemporáneas más o me- 
nos autorizadas, cabe agregar que la 
mincesa Luisa custaha leer ron esme- 
OCURRENCIAS DE LULU ' 
q (Por MARGE) (Derechos adquiridos) — 
isfaciendo su preferencia por los es- 
Tritores franceses y, entre ellos, por 
1 autor de “Naná”, cuya circunstan- 
la favoreció igualmente su acerca- 
miento con el iloven v anuesto Girón. 
hubieran permitido, aun cuando hacía 
nucho tiempo que la pareja mantenía 
'elaciones y, como en el caso anterior, 
an amor sincero y profundo unía a 
os enamorados. 
La doble fuga, la conducta de aque- 
los dos hermanos incapaces de rebe- 
arse contra los mandatos de sus co- 
'azones, esclavos de sus sentimientos, 
wnque sí con la fuerza de voluntad 
suficiente para independizarse de to- 
los los prejuicios y de todos los impe- 
'ativos de la corte, conmovió al mun- 
lo. Al de la nobleza y al de los ple- 
"eyos. Dió material abundante para las 
rónicas y los comentarios, en todos 
os idiomas y bajo todos los soles. 
Quien llevó la peor parte, posible- 
aente, fué el señor padre de Guiller- 
nina, a quien el emperador Francisco 
Tosé desterró de Viena, poco antes de 
a fuga que nos ocupa, El emperador 
»bligó igualmente a Leopoldo a em- 
render un viaje, de regreso del cual 
iste fué a refugiarse al lado de su pa- 
Ire, para decidirse, por fin, animado, 
:eguramente, por la decisión de su 
vermana, a unirse a la señorita Ada- 
nowicz, cuyo cariño no pudieron en- 
riar las contrariedades soportadas 
Jesde Suiza el archiduque comunicé 
11 ampnerador si resolición de ahanda 
DOS HERMANOS EN FUGA - 
Durante una de las frecuentes au- 
encias del príncipe Federico Augusto, 
1 rey, su padre, se enteró de la clase 
le relaciones existentes entre su nue- 
"a y el profesor de sus nietos y decidió, 
nmediatamente, la exnulsión del pro- 
"esor. 
Girón salió de palacio y, sin pérdi- 
'a de tiempo, tuvo que abandonar la 
iudad de Dresde, de la cual se ausen- 
ó el 14 de noviembre de 1902. Este 
neidente no fué sino un detalle en la 
ida de los amantes, pues el profesor 
>elga continuó manteniendo corres- 
sondencia con su noble enamorada, la 
ual, una semana más tarde, se dirigía 
1acia Salzburgo, en cuya ciudad resi 
lía su padre, el archiduque Fernando 
Jalvador, gran duque de Toscana. 
Llí permaneció durante algún tiem- 
30, sin que el hecho llamara mayor- 
nente la atención, pues resultaba ló- 
rica desde todo punto de vista su es- 
ada en la casa paterna, dada la gra- 
edad dal estado de ai nrorcenitor: na 
MUNDO ARGENTINO 
Jar definitivamente la patria y. el ran- 
20 que le correspondía, para vivir co- 
mo un ciudadano cualquiera, con el 
nombre de Leopoldo Woelfing, Así lo 
aizo y se ganó la vida durante muchos 
años al lado de su mujer, desempe- 
ñando el oficio de grabador, en Mon- 
-reuX, a cuyo lugar se retiró una vez 
despojado de todos sus títulos y digni- 
lades, y borrado de la orden del Toisón 
de Oro. 
En cuanto a Luisa y Andrés, estu- 
rieron alojados algún tiempo en dos 
modestas habitaciones del hotel “Ingla- 
terra”, de Ginebra, y más tarde se re- 
tiraron a vivir en Menton (Francia), 
donde, según uno de los cronistas de 
entonces, un fotógrafo periodista lo- 
gró “sacar de los dos amantes varias 
fotografías, en las cuales se muestran 
al mundo tal como sueñan vivir, jun- 
tos, apoyados el uno en el otro y como 
desafiando los severos juicios que acer- 
ca de su conducta puedan formularse”. 
Tal como en los cuentos infantiles, 
después de eso vivieron felices y, se- 
guramente, siquiera de cuando en cuan- 
do, comieron nerdices... 
| El genio ¿no es más que | 
una neurosis? 
(Continuación de la página 24) 
MEET 
tro!... — exclama Wágner, al huir 
de esta mujer, en 1858, — Por hallar 
de nuevo la juventud, por poseer una 
mujer que me amase sin reservas, por 
tener hijos hermosos, daría gustosísi- 
mo todo mi arte.” Años después, en- 
contramos en otra carta a Listz la ex- 
presión más desgarrada de su pesi- 
mismo: “Mis noches son casi siempre 
sin sueño; agotado salgo del lecho con 
la perspectiva de una jornada que no 
me aportará una sola alegría. La so- 
ciedad me tortura y la huyo para tor- 
turarme a mí mismo, El hastío me roe, 
sea lo que quiera lo que emprenda. No 
puedo tolerar por más tiempo esta vi- 
da. Me mataré antes de continuar vi. 
viendo así... Sólo tengo un deseo: dor. 
mir, dormir con un sueño tan profundo, 
que todo sentimiento de miseria huma- 
na desaparezca de mí. Este sueño de- 
vería procurármelo yo mismo. No es 
muy difícil.. ” 
Desde sus años más remotos le vic. 
12€ a Wágner esta propensión a la me- 
ancolía y al fastidio por todo. El mis- 
mo cuenta que a los diez años, des- 
pués de la lectura de las obras de 
Hoffmann, se había entregado “al mis. 
icismo más extravagante”. Era, en- 
onces, UN muchacho vestido de panta- 
ón corto, de cara pálida y de tempe. 
*amento sumamente irascible, Su sue- 
io era agitado casi siempre, y mien- 
Tas dormía, al decir de su hermana 
Secilia, lanzaba gritos q hablaba sin 
lescanso. Crisis nerviosas de este por- 
e ya no habrán de abandonarle nun- 
a. La hipocondría ha hecho presa en 
3 y hasta la tumba será su víctima. 
Cuentan los que le trataron que ai- 
unas veces medía a grandes pasos su 
tabitación, como un león en su jaula, 
su voz se hacía ronca y sus palabras 
2ran como gritos. Otras, en cambio, 
sorprendía por ráfagas de simpatía fo. 
osa y movimientos de extremada ter- 
Jura. Refiere. la señora Wágner que 
la composición de “Los maestros can- 
"ores” tuvo que ser interrumpida va- 
jos meses a consecuencia de un mor- 
lisco que le dió un perro vagabundo 
2n la mano derecha, perro que el mú. 
sico recogió en su casa y cuidó con el 
nayor esmero. Aunque la inacción vor 
'a mordedura desesperaba lo que no es 
lecible a Waágner, no por eso traté 
*on menor cariño al perro en cuestión. 
Así era el carácter del hombre. ev: 
nntradiceiones y rarezo”
	        
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