¡2 de Enero de 1928
. Un artista del fuego
(Continuación de la página 37)
CARIES EIA
Tasta que un día, un muchacho amigo
e pidió un cuadro y se lo llevó a Eibar
sara exhibirlo en la vidriera de una
ibrería, Lo vió Zuloaga. y se interesó
»r el autor: Este fué a visitarlo y le
levó otros cuadros. Era un cuadro de
xeces, pues los peces han sido siempre
a especialidad de este artista descen-
tiente de pescadores,
— Ya que no pude pescarlos, los
into — nos dice, -—- Con los. peces que
70 he pintado se podría instalar un
nuseo marítimo en el Japón. Y digo en
:1 Japón, porque en cierta época de mi
rida pasé dos años en París pintando
«xclusivamente- peces que vendía a los
¡aponeses. Y conste que éstos entienden
le pescado...
Zuloaga se quedó con aquellos pri-
meros peces salidos de la paleta de
Bikandi. Le dió por ellos cien pesetas.
Además, empezó 2 ocuparse de él y a
.eguir los progresos de aquel pintor
ntuitivo. Un verano cayó a. Ondarroa
wn una docena de pintores y esculto-
es. Le animaron, y organizó su pri-
nera exposición a los diez y ocho años,
n Bilbao, Zuloaga y Juan Echevarría
e hicieron gran ambiente.
Echevarría decía de él:
— Nadie como Bikandi para escudri-
jar el color. .
Vendió todo y sacó siete mil pesetas.
se fué a Madrid. Luego a París. Al
iño volvió a Ondarroa sín una pese-
a. Fué a la Academia de Artes y Ofi-
d0s de Bilbao a aprender algo, pues
1asta entonces no había estudiado na-
la. Se presentó a un concuiso y ganó
ma subvención de dos mil quinientas
esetas para estudiar en París un año.
ba a las academias libres, Se acabó
a pensión y regresó para presentarse
1 las: subvenciones de la diputación
rovincial de Vizcaya. Consiguió una
Dr cuatro años. Esta vez eran cin-
0 mil pesetas al año. Estudió en Pa-
s, en Roma, en Florencia. En Ita-
ia vió por primera vez hacer cerá-
nica 'y empezó a interesarse por ella.
Je Florencia se fué a París con una
ompañía de volatineros. .
Los títeres siempre me han gustado
mucho — nos dice al evocar este epi-
sodio, — Casi tanto como los peces.
“laro que en aquella aventura de Flo-
'encia no eran sólo los títeres lo que
ne gustaba: era también una titiri-
era... .
“A su regreso de. Italia eonoció en
París al escultor y ceramista Fran-
isco Durrio. Pasó en París los cua-
x0 años de guerra. Terminada la
ruerra y la beca, siguió en París. Años
ie bohemia y de lucha. Entonces es
uando vivía pintando peces para los
¡aponeses. También pintaba apaches
para los americanos del Norte. Se
pasó muchas noches y muchas ma-
lugadas en el barrio de Belle Ville
buscando modelos y bebiendo con ellos.
Y cuando no encontraba los tipos hu-
manos que buscaba, se iba al acuarium
jue tiene el príncipe de Mónaco en
París a pintar a sus amigos los peces.
También : fué amigo de Picasso, de
Mateo Hernández, Juan Gris, Angla-
la Camarasa, el músico Juan Telle-
ia. De tanto en tanto caía Zulonga,
que continuaba siendo su mentor ar-
ástico en aquel dédalo parisiense.
Así vivió siete años en París, don-
le hizo cinco exposiciones; la primera
le ellas en el salón de Independientes.
.— París es formidable como ambien-
e artístico — expresa Bikandi, —
?ero yo sentía la nostalgia del mar,
%e los puertos, de las barcas de los
pescadores que regresan al atardecer
'lenas de peces y de canciones, del ai-
re salino de Ondarroa. Y me fuí a mi
(Continúa en la página 47)
Bien peinado
y con aroma
varonil ,
Ta probado Vd. friccionarse el cuero
-abelludo con la exquisita LOCION
COLONIA ATKINSONS, por la ma-
ana, antes de peinarse. Le: encan-
ará la deliciosa frescura que expe-
-imentará, y además, su cabello
quedará limpio, sedoso y perfumado
con su aroma original e inconfundi-
de, realzandó su narcural distinción
con un sello de impecable elegancia.
En frascos de $ 0.70,
$2.60, $3.80. $6.95 v $8.-
Loción Colonia
ATKINSONS
Con el mismo aroma: Brillantina. Atkinsons.
Sólida o líquidas $ 1.30 el frasco.
Jabán a la loción Colonia, $ 0.50 la pastilla.
p—
ALC. 18