Full text: 28.1938,19.Jan.=Nr. 1409 (1938140900)

MUNDO ARGENTINO 
ORO BAJO LAS 
PLAYAS DE 
COLONIA 
Don Pedro 
je Molina 
“borda la 
ave in- 
glesa. 
realizando 
-ecientes 
2rcavacio- 
nes en la 
playa de 
Colonia. 
de Colonia, y enterró en una de sus 
Jlayas su fantástico tesoro. Pensaba 
'ecuperarlo a la vuelta de su viaje, Pe- 
¡o la suerte le fué adversa esta vez, 
y el feroz corsario no regresó más. 
LA PRIMERA BUSQUEDA 
En 1883, luego de pacientes y. labo- 
riosas gestiones, la fragata inglesa 
“Amathyst”, al mando del capitán A. 
W. Brent, atracaba en las costas de 
Colonia. El objeto de su viaje era la 
búsqueda del tesoro, y a este efecto 
su tripulación. bajó a tierra, comen- 
zando los trabajos de excavación. 
En aquel entonces era jefe político 
le Colonia el general Benigno P. Ca- 
rambia. Su hijo, del mismo nombre y 
muchacho de corta edad, se sintió 
traído como el resto de la población 
or los curiosos trabajos de los mari- 
108 extranjeros, permaneciendo con 
Jlos durante días y días. Se recuerda 
que el capitán Brent siguió sus acti- 
ridades de acuerdo con las indicacio- 
1es de un extraño plano obtenido 
o “ 
En el fondo de: 
las excavacione 
. recientemente 
efectuadas. 
quién sabe dónde, pero que, según 
a opinión de los entendidos, no po- 
lía señalar exactamente el lugar dón- 
le se encontraba depositado el tesoro, 
vor cuanto en él no se consideraba el 
natural avance a través de los años de 
as aguas sobre la costa. 
Son muy dispares las opiniones 'so- 
xe el. éxito del trabajo que se cum- 
Xió entonces. Nadie puede “afirmar 
que los ingleses dieron con el tesoro. 
21 caso es que un día la “Amathyst” 
se hizo a la mar y se alejó de Colonia 
sin que se tuviera alguna otra noticia. 
SE HACEN NUEVAS TENTATIVAS 
Desde hace años se vienen repitien- 
lo nuevas tentativas para encontrar el 
nentado tesoro. Las dirige el mayor 
3Jenigno Carambia. El mismo que de 
nuchacho observó de cerca los traba- 
os de los ingleses, de modo que re- 
uerda con bastante exactitud el lugar 
lónde ' éstos se cumplieron. Debemos 
fregar que en diversas oportunida- 
des han aparecido misteriosamente en 
a playa algunas monedas. Por otra 
parte, el mismo mayor Carambia, en 
1na de sus tantas excavaciones, des- 
cubrió en una roca una inscripción 
bien sugestiva. Se diría una letra “Pp” 
que lleva en su interior otra “P” más 
pequeña y luego un número 5, el cual 
sombina con la primera letra forman. 
do el número 50. De este punto se 
marca una raya hacia otro círculo y de 
él parte una flecha. Se presume así, 
que esta piedra es el punto de partida 
y que el tesoro se encuentra sólo a 
>0 pies de ella. 
(Continúa en la página 50) 
Comerciantes, espiri- 
tistas, rabdomantes y 
“mediums” buscan 
afanosos el tesoro de 
don Pedro de Molina. 
Por 
JORGE 
VACHET 
RO en las playas de Colonia? 
— Sí, en Colonia. A sólo 60 
kilómetros de Buenos Aires, en 
Playa Honda. Hay una piedra 
blanca. Una piedra cortada en punta. 
¡Es la seña! Allí, a metro y medio de 
profundidad, una- inmensa fortuna 
aguarda desde hace más de siglo y me- 
dio la mano venturosa que la descubra. 
Oro, oro en abundancia, en lingotes, 
en- monedas brillantes, desparramado 
en la pesada arca que lo encierra, o 
rebosando” vajillas de barro. Piedras 
preciosas. Interminables collares. Pe- 
sados brazaletes. Todo un auténtico y 
fabuloso tesoro de pirata, depositado 
en misterioso cofre, fuertemente liga- 
do por gruesas sogas y sobre el cual 
parece montar celosa guardia la enmo- 
hecida espada -de don Pedro de Molina. 
EL PIRATA : 
. Don Pedro de Molina era, digamos 
nsí, el aristócrata de los piratas de fi- 
nes del siglo XVII Había nacido en 
anarías, su familia se destacaba co- 
a0 de las mejores del lugar, y un her- 
1anó, de nombre Hipólito, que osten 
aba el grado de general, comparti. 
on Bolivar las cruentas jornadas de, 
renezuela. Nada había en su vida que: 
ejara suponer las actividades a .que” 
e entregaría más tarde..Pero lo cier-. 
o fué que un día don Pedro de Moli-- 
18 se hizo a la mar, y desde entonces: 
u nombre y la triste fama de sus- 
.venturas aterrorizaron a los más au-“ 
aces marinos. 
Refiere la historia — no la escrita, 
no la que va pasando como dicho, de” 
:eneración en generación, — que el 
1udaz pirata, en una de sus tantas 
wenturas abordó dos naves. inglesas 
jue regresaban al imperio cargadas de 
ro 'y piedras preciosas obtenidas en, 
as costas americanas. Celoso de tan 
irecioso botín y debiendo seguir viaje 
11 Sur, don Pedro de Molina bajó a 
as tierras donde está :hoy la ciudad 
rasbordando «a 
a costa uruguaya 
»s cofres del rica 
hotin
	        
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