Full text: 28.1938,19.Jan.=Nr. 1409 (1938140900)

19 de Enero de 1938 
E. U . ,” 4 
“Lorenzo perdió una mano 
(Continuación de la página 11) 
Jestrozó la vida —— y hombres, hom>res 
¡ue se levantan con el sol, y que traba- 
an, y sudan, y se desploman, hasta que 
in día un engranaje cualquiera les 
ritura una mano, la derecha, y son 
esemplazados por otros hombres, sin 
jue a nadie sele ocurra gritar, pu- 
Micar, divulgar: 
— [A un tal Lorenzo Aristegui se 
e perdió una mano! : . 
El resoplar de un motor quevró su 
neditación. Haría una señal al con- 
luctor, a fin de que lo “alzase” y lo 
levase hasta el otro lado de la vía. 
7] chofer del camión, en lugar de de- 
ener el coche, aceleró, envolviéndolo 
n una nube de polvo ocre, a la vez que 
o injuriaba: 
— ¡Andá'trabajar, vago! 
Lorenzo no intentó repetir el pedido. 
Una semana más tarde tranqueaba 
. orillas del Salado. Dos meses des- 
»ués bordeaba la-laguna de Monte; 
uego... Pero ¿qué le importaba a él 
ionde hacía cama? Todos los pagos 
ran el mismo pago. Ni en las zonas 
1grícolas ni en las ganaderas su vigor 
ísico servía para algo. ¡Sería bueno 
ue alguno le ofreciese: . 
“_— ¿Quiere trabajar de resero? ¡Al- 
mien le ensillará el caballo!” 
D: 
“_ ¿Sabe arar? Un: compañero le 
+ará las yuntas.” 7 
¡Peón con ayudante! ¡Cómo no!... 
iracias que un generoso, de tarde en 
arde, le-ofertase un “taco” o un ciga- 
rillo, o le alcanzase un pedazo de 
arne y. una galleta para que no se 
nuriese de hambre y pudiese conti- 
ar contemplando los dos infinitos, 
1 del cielo y el del campo llano, en 
special este último, cárcel limitada pór 
a circunferencia del horizonte y a la 
ual empezó, inútilmente, a buscarle 
ma ventana de escape. > 
Hoy, sin duda, sigue buscándola... 
Pobre Lorenzo Aristegui, que perdió 
ma mano! Una mano... ¿Y qué? 
Gran cosa!.. 
Lorenzo movió la cabeza en direc- 
ción al oeste, y, sin mirar al interlo- 
cutor, repuso: 
— Allá. , 
'La “autoridá” guardó silencio, un 
silencio quebrado a poco por otras Pre- 
untas. - 
— ¿Alguna máquina : 
— Ajá. 
— ¿Cuántos años tiene? 
(Desaparecía el tuteo sobrador.) 
— Veintitrés. - - 
El oficial quiso justificar su actitud: 
— Lo siento, amigo, pero, ¿qué quie- 
re? Las órdenes son órdenes... Amás, 
han habido robos y... 
Lorenzo caminaba' á la par de los 
caballos, con paso lento, sin escuchar 
las explicaciones del curioso. A él, ¿qué 
le importaba todo: eso? El no era un 
ladrón, era un linyera, era algo menos 
que un ladrón. Un ladrón quiere algo, 
y él no quería nada... Es decir, sí: 
él quería dos cosas, su mano perdida 
o que la muerte se acordase de venir a 
buscarlo. Nunca satisfaría el primer 
deseo; con respecto del segumdo... 
No; él no era un ladrón para que le 
hablasen de robos y le hiciesen adver- 
tencias, y ya que era un linyera y no 
podía satisfacer sus anhelos, el de re- 
cuperar la. mano o el de morirse, ¿por 
qué nó lo dejaban en paz? No hacía 
mal a nadie; dormía donde lo agarra- 
se la noche, a la orilla de un monte, en 
un zanjón, en. cualquier parte; comía, 
y si no lograba comer, mateaba; pi- 
taba, si había con .qué, y miraba el 
campo. Eso es, miraba el campo. ¿Y a 
quién hacía daño con mirar el campo? 
Algunas veces a sí mismo, pero a Nin- 
guno más que a sí mismo, porque, al 
mirarlo, revivía: sus pasados tiempos 
de mensual chacarero, de mensual due- 
ño de una mano hábil para manejar 
las yuntas, o para embolsar, o para 
deschalar maíz... 
— Gien, amigo, que le vaya bien. 
Ni gracias contestó. Vió a los jine- 
res echarse hacia adelante y largar los 
matungos al galope. - 
— Ustedes tienen las dos manos — 
murmuró, en cuanto ambos se hubie- 
ron alejado: i 
Por asociación de ideas, se acordó 
una vez más de Filemón Rosales. Al 
primeró que le había dicho una expre- 
sión semejante fué al domador de “Los 
Chúcaros”: “Amás, le quedan las dos 
manos, p'aprender algo.” En cambio, 
él no tenía nada que aprender, mejor 
dicho, no podía aprender nada, ni si- 
quiera en el pueblo, como le sugirió su 
compañero de hospital, a no ser que 
tendiese la inservible para pedir limos- 
na. Y daba vuelta la cabeza hacia uno 
y otro lado, como si de los cuatro pun- 
tos cardinales la: tierra lo llamase para 
que sus manos, y en especial la ausen: 
te, la cavasen hondo, la colmasen de 
semilla, la moviesen, la hiciesen esta- 
llar en espigas y en granos; y era la 
voz de la tierra, la voz de ese campo 
llano, algo que le llegaba desde el fon- 
do del tiempo, desde la raíz del hombre 
mismo, una voz con medida de cielo cu- 
yo límite se ignora, una voz con me- 
dida-de pampa. El la escuchaba y, con 
sólo. escucharla, imaginaba hectáreas y 
hectáreas de cereal, máquinas — mu- 
chas máquinas. como' la que a él le 
R . - . 
¡Grite lo que piense de su... 
(Continuación de la página 12) 
AARINCCNCCCCEECCEA 
juizá que el marido era en algo culpa- 
le. 
Pero para sorpresa de todos, ella se 
utregó al rol de mujer peleadora, con 
anta naturalidad, que apareció a los 
jos de los presentes mucho, más des: 
onsiderada de lo que su esposo había 
nanifestado. Contrariamente a lo que 
curría en otros casos, las Modifica- 
iones que ella hacía en las frases y 
oliloquios no hacían sino empeorar su 
ituación, que llegó a hacerse intolera- 
le cuando el médico, sorprendido, le 
rdenó representar su papel frente a 
u propio esposo. . -.. 
Finalmente, se resolvió. el - misterio. 
ll primer éxito en el teatro de la es- 
'08a había sido uno de esos personajes 
:ngelicales con el que ella debía des- 
mpeñar siempre el papel de resigna- 
la, no obstante los infortunios y las 
lesdichas. La actriz odiaba esa clase 
te roles, pero había sido destinada 
iempre a ellos y estaba condenada a 
tesempeñarlos para toda la vida, como 
as eternas ingenuas o las vampiresas 
:ásicas. - - 
Su desdichado esposo era la única 
o 
Mulan” 
A | 
1 - 
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»ersona sobre la cual podía realizar 
»xperimentos, y ella simulaba tan bien, 
ue él había llegado a creer que cada 
1ná de sus palabras era verdadera. 
Tan pronto como el marido compren 
lió que ella actuaba tan sólo incons- 
cientemente, considerándolo a él como 
1 otro actor hacia el cual no sentía 
uingún odio, aplaudió. Con eso, la ilu- 
sión del escenario doméstico quedó 
quebrada para la esposa actriz, su 
»uen sentido renació, las pataletas des- 
iparecieron, Y desde entonces ambos 
ivieron en perfecta armonía. - 
La terapéutica dramática no es, sin 
:mbargo un sánalotodo matrimonial. 
Algunas veces indica que es necesario 
1 divorcio.” - 
Una esposa se presentó declarando 
Jue amaba devotamente a su marido, 
vero que él, no obstante -apreciaria 
1ún, había sucumbido al encanto de 
Xtra mujer. El esposo, un banquero, 
"ehusó ser actor, pero relató su histo- 
ia al doctor Moreno, En resumen, ad- 
nitió que había otra mujer con la cual 
ieseaba casarse, Pero aseguró que su 
:sposa había dejado de quererlo desde 
nucho tiempo antes. - 
Por la actuación teatral de la esposa 
fué posible comprobar que ella no es- 
:imaba a su esposo personalmente, si- 
10 la posición social y financiera de 
que gozaba como esposa suya. 
El doctor Moreno niega que su teo- 
a terapéutica sea una idea nueva, y 
nanifiesta que no ha: hecho más que 
"esucitar un procedimiento antiquísimo. 
En un artículo publicado en Beacon, 
wueba que los primeros actores dra- 
mnáticos subieron. al escenario para 
'ealizar curaciones. Entre los hombres 
>ancos prehistóricos, si una persona 
se volvía loca, paralítica o era atacada 
vor aleuna otra enfermedad misterio” 
8, se requería la presencia del curan- 
ero o brujo, un terrible personaje que 
iramatizaba todos los horrores de la 
nagia, los espíritus y otras supersti- 
ones. Diagnosticaba el mal como una 
»specie de diablo que se había apode- 
'ado del paciente, y se aplicaba a la 
area de conjúrarlo con trozos dramá- 
icos tan aterradores, que si la enfer- 
nedad resultaba ser parálisis o cegue- 
a psíquica o alguna forma similar de 
iisteria, era Más que probable que el 
aciente se viera libre de sus dolen- 
ias. No hay duda que muchas curas 
Jor exorcismos, aparentemente mila- 
rrosas, se efectuaban en la época me- 
lioeval. 
El doctor Moreno escribe: 
—La palabra griega “therapeutes” 
dignifica ayudante, sirviente, La pri- 
nera. medida terapéutica fué dedicada 
2 la expulsión de demonios del cuerpo 
le las víctimas. El drama, mucho an- 
:es que se lo destinara a represen- 
ar obras de arte, era una especialidad 
le los terapéuticos y de los enfermos 
mentales, que recurrían a él para re- 
nedio de sus males. Aristóteles creía 
ue el remedio era para el espectador. 
úl punto de vista moderno, en relación 
:on mi tratamiento, está en contradic- 
d1ón con el de Aristóteles. La reacción 
nental esperada deberá tener lugar 
2 el actor, en la mente de la persona 
que está sufriendo la tragedia, El lu- 
sar de curación se ha trasladado de 
os asientos del espectador al tablado 
nismo. Los actores. son los pacientes; 
recesitan una cura, una liberación de 
os conflictos trágicos y de las emocio- 
les que los mantienen esclavos, provo- 
ándoles enfermedades mentales y fi- 
icas que sólo pueden curarse contem- 
»ándolos en su verdadera relación con 
a realidad. 
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