Full text: 28.1938,26.Jan.=Nr. 1410 (1938141000)

26 de Enero de 1938 
“uniforme”, — y ponerse para la sa- 
lida sus vestiditos de voile o de batista, 
se les iba todo el tiempo. Y llegaban 
:ansadas a la pensión, ansiosas de des- 
nudarse, de tomar una ducha, de dor- 
mir'a pierna suelta. — ¡Ah; si no fue- 
sen tan jóvenes hubiesen protestado! 
Y alguna lo hacía. Nadia, sobre todo, 
que era la única disconforme. O la 
más ambiciosa, Pues el lujo de ciertas 
visitantes de la brasserie — cortesa- 
nas, actrices, millonarias 'o aventure- 
ras de cualquier parte del mundo —la 
:xasperaba, 
—AÁA nosotras nos dan setecientos 
“rancos por noche y hay prójimas de 
:8as que llevan encima en alhajas se- 
tecientos mil. Me siento comunista. 
¡Viva el soviet! 
— Lo que tú eres — le replicaba 
Katia, — es una envidiosa. Yo me con- 
formo con mis ciento cuarenta francos 
vor noche; gasto el pico, y me guar- 
lo cien. 
18 sobre un “square” arbolado de Pas- 
y — flotaba un aire primaveral: de 
aventud, de salud, de contento. Por- 
ue la inconformidad y el “comunis- 
10” de Nadia ninguna los tomaba en 
vio. 
Todas las mañanas, a las ocho, pues 
1bía que levantarse temprano para el 
voting, entraba madame Van Dulken 
m la bandeja del desayuno, Té solo, 
asi sin azúcar y pan tostado, sin man- 
eca. No estaba permitido engordar... 
Jespués, en tailleurs de colores claros, 
alían las cinco, hacia el bosque... 
larcha a paso militar. Salto a la cuer- 
a. Algunas mañanas se permitían, en 
. Gran Lago, alquilar un bote. Tam- 
ién iban a una piscina. En todos los 
eportes sobresalían Nadia y Katia, 
siempre riñendo y... queriéndose” — 
omo decía Yvonne. . 
Pero quizá no se quisieran tanto... 
Juizá a Nadia le irritasen el buen hu- 
nor permanente de Katia, y su modes- 
as de húngaras, que tocamos en la 
'rasserie de Monsieur Lelac... 
Pero a los novios no los sacaba na- 
de de Bruselas, Mauricio, el de Ka- 
ia, había dicho: “Yo no voy a París 
n mis vacaciones de agosto porque 
ne molesta profundamente que tú to- 
¡ues en una orquesta de café. Aspiro 
. retirarte del violón.” Leopoldo, el de 
ddmila, pasante de un abogado, no 
odía alejarse de Bélgica. Y Roberto, 
| de Katia, el del “magasin” de ro- 
as hechas del Boulevard Anspacha 
10 salía de Bruselas “por no gastar”, 
Je suerte que la prohibición de Yvon- 
e resultaba superflua. Las cinco mu- 
hachas, por distraerse —histoire de 
"amusser — habían aceptado “un no- 
io para todas”. Un novio hipotético 
7 múltiple, que cada noche “le tocaba 
ma”. —. 
— Hoy te corresponde, Ludmila. 
— Esta noche es de Elsa. 
El novio quíntuple y abstracto, con 
11 
yróximo a la orquesta, Pedía cerveza. 
"ncendía varios cigarrillos, Escucha- 
a embelesado dos o tres valses y rap- 
odias, y era siempre el primero cn 
itplaudir. Un tipo curioso. Porque las 
niraba a las cinco del mismo modo: 
'0n una Mirada de sonámbulo y “co- 
no — la observación era de Katia — 
i las cinco fuéramos mellizas y le gus- 
áramos igual” 
— Lo que prueba que es un idiota 
- decía Nadia. 
— O un ... turco — opinaba Elsa. 
— ¡Hija, pero si en Turquía creo 
ue ya no hay poligamia! — replicaba 
7vonne. . 
— Sí que la hay. 
— Da lo mismo. Pero él no puede 
¡er turco. Los turcos son morenos, tie- 
1n unos ojos de azabache, y que 
"chan chispas, unos bigotes muy ne- 
tros y... Un fez. Parecen botellas de 
vino tinto, lacradas... Y él es muy 
flaco, tiene los ojos grises y el cabe- 
lo color de paja. Debe ser inglés. 
— O noruego. . 
— O de Finlandia. A mí se me anto- 
ja haberlo visto salir una noche del 
pabellón de Finlandia, 
— A lo mejor es belga, como nos- 
otras. " 
— ¡Tendría gracia! 
— ¡Para lo que vamos a. hacer 
ton él! 
(Continúa en la página 47) 
y 
. 
— Todas no tenemos tu cerebro de 
normiga. 
— Pues... aplícate la fábula de la 
sigarra. . 
-— Ya te he dicho que mi Roberto 
ganará millones. . 
— ¡da! ¡Ja! 
— ¡Bueno — zanjaba Ivonne, — a 
lormir! 
Dormían, en dos alcobas y en cuatro 
>amas, “Vosotras dos, que sois las más 
delgaditas, ocuparéis esta grande, de 
matrimonio, donde yo he dormido du- 
rante treinta años con mi difunto Jor- 
ge” — les había dicho madame Van 
Dulken; el día de la llegada, precisa- 
mente a Nadia y a Katia. Y ellas acep- 
taron, riendo. La cama, de madera obs- 
sura y lustrosa, era amplísima, y el 
ánima del difunto Jorge no vendría a 
Jespertarlas... Y no sólo eran Nadia 
y Katia las más delgaditas — ¿omo 
1abía advertido madame Van Dulken, 
— sino también las más bonitas de 
aquel quinteto encantador. Cuando, 
20n sus pijamas de sedas floreadas y 
unas cofias o gorritos para no des- 
:omponer los bucles, se daban las bue- 
1as noches, estaban, sin duda, más 
¿raciosas que sobre la tarima de la 
votte de Marius. Parecían cinco ninfas 
le Botticelli... en pijamas. Y en las 
los alcobas — con las ventanas abier- 
14, y la dulzura “empalagosa” de sus 
jos azules. Y tal vez a Katia le dis- 
¡ustase aquel fondo de crueldad y de 
nalicia que le parecía haber advertido 
:n los ojos verdes de Nadia. 
— Tú tienes ojos de virgen. Pero de 
irgen boba — decíale Nadia a Katia. 
— Y tú los tienes verdes, como los 
ratos — replicaba Katia a Nadia. Yo 
10 me fío de ti. 
Pero algunas noches, sin darse cuen- 
2, en los vaivenes del sueño, la cabeza 
e una apoyábase en el brazo de la 
+tra. Y eran como dos hermanas que 
ólo tuviesen el color de los ojos dis- 
into. 
El “Quinteto Húngaro” había fir- 
1ado su contrato con Mr. Lelac por 
do el tiempo que durase la Exposi- 
ión. Más previsora, Yvonne obtuvo 
na cláusula que permitía ausentarse 
cualquiera de las cinco por una se- 
1ana, siempre que dejase en su lugar 
1a suplente idónea. 
— He hecho esto por vosotras y por 
4. Por si a mi nene le pasase algo. 
'or si necesitaseis ir a Bruselas. Ya 
ue, no lo olvidéis, aquí no os permito 
los novios. Nosotras, oficialmente, no 
enemos movios, ni hijos, ni familia. 
iomos... cinco autómatas, disfraza- 
¡uien no habían hablado nunca, que les 
Ta totalmente indiferente en su expre- , 
ión corpórea y del que ignoraban has- 
a el nombre, venía todas las noches a 
a brasserie de monsieur Lelac y ocu-* 
aba el sitio libre que estuviera más 
PD
	        
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