Full text: 28.1938,9.Feb.=Nr. 1412 (1938141200)

JUGADOR DE PELOTA 
MUNDO ARGENTINO; 
E 
Y 
, 
Por EUGENIO JULIO IGLESIAS 
D frecuenté el trato de Horacio 
Quiroga en ningún cenáculo, ni 
jamás hablé con él de libros; 
de ahí nuestra amistad sin 
quebraduras y sin altibajos por espacio 
de dos meses. (El cenáculo como medio 
y el libro como tema más distancian que 
acercan a los hombres, y afilen sus pin- 
zas los buscadores de excepciones.) Lo 
conocí en una cancha de pelota, situa- 
da en una esquina de las calles Riva- 
davia y Anchorena, y dejé de verlo, 
— para siempre — después de un par- 
tido. El último recuerdo que conservo 
de él, del Quiroga hombre que camina, 
es éste: una gorra, un saco más bien 
largo y unas piernas que pedaleaban 
ágil y rápidamente. Pero aquí no se 
trata del Quiroga ciclista, sino del 
Quiroga pelotari, - 
Ningún otro deporte podía acordar 
mejor con su carácter y con sus movi- 
mientos. En el juego de la pelota bas: 
tan dos palabras: “¿Va?” y “¡Venga!”, 
un ofrecimiento y una aceptación, y 
las demás sobran, y certeza y astucia 
en el golpe y en el desplazamiento. Esa 
parquedad en el uso de los medios. ex- 
presivos, esa certeza en el hachar, esa 
astucia para sorprender un segundo de 
inferioridad en el adversario y la vis: 
ta agudizada hasta la fineza del agui: 
jón, eran dones que poseía Quiroga, an- 
te el frontón y ante la naturaleza que 
fijaba en sus obras. - 
- Jugaba siempre de delantero, como 
si le sedujese la proximidad del enemi- 
Bo. ¿Acaso el enemigo, en el juego de 
pelota, es cada-uno de los adversarios? 
El enemigo €s el frontón, ese muro rec- 
tangular: más “implacable que el golpe 
más. implacable .del jugador; el fron- 
ón y su aliado, .el “tambour”, el ale 
voso “tambour”, destimiado a anular el 
más Erande empeño: de rebote humano, 
1 mucho le-importaba a Quiroga ese 
enemigo, más' que sus mismos contrin- 
cantes! Y: porque le importaba” más, y 
porqué la responsabilidad era .mayor, 
jugaba ::de “ delantero y ..se- sentía a 
gusto en el peligro, muy naturalmente 
a gusto; y no por afán de exhibicionis- 
mo;-de la misma manera que ante: 0 
enmedio de Ja “jungla”; cuya impla: 
cabilidad le. redoblaba las energías, 
tin;hacerle-descúidar el riesgo. que im- 
plicaba el árbol que, : 
a::Un- costado suyo; 
podía: desprender la 
fuerza” alevosá ,-ca- 
paz: de. inhíbirlo: pa: 
ra:el golpe de rebo: 
e... La alevosidad es fuerza que vie 
1e casi siempre de costado; cuando no, 
niere la nuca. —. . 
Si Arturo S. Mom, Emilio Centurión, 
Juan Hohmann, los doctores Oliú y 
Bilbao y Samuel Glusberg leen estas 
íneas ratificarán — tengo la certi- 
dumbre de ello — cuanto acabo de *- 
El gran cuen- 
sta de la sel- 
a misionera 
?s recordado 
21 este artícu- 
o en un as- 
pecto poca co- 
nocido. . 
it CCA EI e 
dr acerca de Qui- 
roga pelotari, Y 
podrán decir más 
aún: - que--Quiro- 
ga, “tón .su- ma: 
grura, con-su.re 
cda flacura-de 
carnes apretadas, 
doblaba . nuestra 
resistencia física. 
hasta -obligarnos 
a: abandonar “el 
juego. Cuando 
esto acontecía, 
invitaba “con - una 
sónrisa y con un 
“ ¿jugamos?” —- 
nada más que con 
este vocablo— al 
canchero, “en la 
seguridad -de que 
el vasco lo haría 
correr. de .punta 
a punta y de cos: 
tado a costado de 
la cancha. . Era 
entonces cuando 
su rostro resplan- 
decía de .conten- 
to; ese su ir y ve- 
nir, con plantas 
de terciopelo, por 
sobre el luciente 
piso de baldosas 
zoloradas; ese ha: 
char continuado: 
A 
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pr 
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» . 
282 obstinación por sorprender una 
lebilidad del contrincante experto, 
todo ese gasto brutal de energías, 
lo inundaban de un gozo franca- 
mente infantil. Y por sus barbas pro- 
éticas ,+— no ignoro la vulgaridad del 
'alificativo — se esparcía una risa de 
nuchacho. 
“Más de una vez me pregunté si pro: 
tigaría esa risa de muchacho después 
le alguna otra labor o de algún otro 
sparcimiento, o luego dé haber termi- 
"ado una canoa o un libro, o de haber 
legado a un punto fijo con su moto:i- 
leta... Me temo que no; que cada ca- 
10a calafateada, o cada libro con su 
FIN, o cada carrera terminada, le pro- 
lucirían satisfacción, y no muy dura- 
Tera, y ¡media un gran trecho entre.la 
satisfacción y el contento! En:esto;én 
1 contento; -está el. niño que fuimos 
y "que vuelve a nosotros, no cuando lo 
iejamos. volver, sino cuando él, apro: 
“echando un olvido de nuestra hom- 
Tía, se nos cuela en lo hondo y se nos 
sube al semblante para enseñar a los 
ros que lo mejor nuestro está vivo, Y 
:1 muchacho Horacio Quiroga estaba 
vivo en el Quiroga hombre, después de 
"ada partido de pelota, y desmintiendc 
1 los que lo juzgaban — mejor, prejuz 
(Continúa en la nárina 63)
	        
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