9 de Febrero de 1938
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f ANÉMONAS |
ces y los halagos del mundo? ¡Ah, po-
bre Rosalinda! ¡Pobre desventurada
criatura que los hados malogran cuan-
de apenas asomaba a la vida!” ¿Sabe
lo que ocurrió entonces, Raúl?
— Hombre, no tengo la menor idea
- repuse. — ¿Qué ocurrió?
— Con los ojos brillantes, dejándose
arrastrar por la emoción de mis pala-
bras, Fanny murmuró a mi oído:
“:Qué profundamente sensible eres,
Juanito! Cada día que pasa me siento
más feliz de haberte conocido. Pero
ahora no te aflijas; creo que tu pri-
mita Rosalinda ha reaccionado,” “¿Eh?
¿Cómo lo sabes?”, exclamé estupefacto.
“Mírala; allí está.” Mientras aún se
escuchaban los últimos compases de
“uno, dos; abróchate los zapatos”, mi-
ré hacia donde me indicaba Fanny. Fué
como otro tiro disparado a boca de
jarro. Susana se hallaba cómodamente
sentada en un sillón, junto a la puer-
ta de acceso. Estaba pálida y me mira-
ba fijamente, como si quisiera tala-
drarme con los ojos. Presa de un aton-
tamiento que me hizo perder el control
de mis actos, vi cómo Susana se po-
Día de pie al terminar el fox y venía
hacia nosotros. Las dos se saludaron
sonriendo, casi con afecto. “Perdone,
señorita, que los interrumpa — comen-
zó Susana. — Pero creo que Juan abu-
sa demasiado de su bondad.” “No com-
prendo — respondió Fanny. — ¿Qué
quiere decir usted, señorita?” “Quiero
significarle que él sabe muy bien que
usted no debe agitarse mucho. Hace un
rato largo que los observo, y creo que
los movimientos bruscos de la danza le
agravarán el mal.” “¿El mal? — re-
pitió Fanny, cada vez más asombrada.
— ¿Qué mal, señorita?” “Perdone, Ro-
salinda; pero su primo me lo contó to-
lo...” ¡Ah, Raúl! Cuando recuerdo
aquella escena, siento escalofríos.
— Cuenta, cuenta. ¿Qué ocurrió des-
Jués?
-—. Desconcertada por las palabras de
Susana, Fanny exclamó: “¿Rosalinda?
¿Su primo?... Pero, ¿qué está usted
diciendo, señorita?” “Que Juan, su prí-
mo, me habló del mal que la aqueja,
de la afección a los pulmones.” Mi
amigo calló para serenarse. Era evi-
lente que a la sola evocación de aquel
momento sus nervios se excitaban. Lla-
mó al mozo para pagar la consumi-
ción,
— ¿En qué terminó el conflicto?
— No sé, no sé, Cuando oí que Su-
sana, después de llamar a Fanny, Ro-
salinda, y hablarle del primo, y cuan-
do ya abordaba el tema de los pulmo-
nes, mis piernas empezaron a vacilar
como las de un ebrio, negándose a sos-
tenerme, Hice un esfuerzo y me alejé
rápidamente de ellas, subí a mi habi-
tación, hice las maletas con la rapidez
de un prestidigitador, y un cuarto de
hora más tarde abandonaba el hotel,
tumbo a la estación del ferrocarril.
Ya ves. Me hallaba a un paso de la
felicidad cuando dos promesas lo re-
dujeron todo a escombros. Vamos.
Cuando estuvimos en la calle, como
1 siguiera la ilación de una idea, mur-
muró con laz parsimonia del hombre
vencido, derrotado en toda la línea:
— Ahora, después de lo que pasó,
me asalta a menudo el convencimien-
tc de que soy un muerto que anda. No
te das una idea de lo que hicieron de
mí dos mujeres de aspecto inofensivo.
Bueno, Raúl, te dejo. Llámame por te-
léfono y te daré más lata. ¡Chau,
riejo!...
Juan se aleja con la cabeza ligera-
mente inclinada sobre el pecho, la es-
zalda un poco encorvada y el paso
ento de los fracasados. No sé por qué
ixtraña asociación de ideas, de pron-
0 recuerdo al pez que se debatía fu-
?osa e inútilmente entre los voluptuo-
sos tentáculos de la bellísima y subyu-
>ante anémona.
El examen prenupcial |
(Continuación de la página 29)
»vitado acogiéndose a los beneficios
que le acuerda la ley 12.331 al facili-
ar los medios para obtener un certifi-
ado prenupcial que la ponga a cu-
ierto de desagradables. sorpresas en
1 futuro,
No hemos señalado este aspecto pe-
10s0 para referirnos a la imperfección
le la nueva ley, sino a fin de llamar
a atención de las mujeres sobre un
vunto digno de ser meditado.
EL EXAMEN ES SENCILLO
Estado incluído el examen prenup-
ial en el articulado de la ley 12.331,
to realiza el ideal de previsión preco-
zado por los higienistas, quienes as-
iran a lograr por ese medio un siste-
aa completo de defensa de la salud y
le la vida de las futuras madres y de
u venidera descendencia, Por ello, con-
iste solamente en un análisis de san-
Ire y un examen médico igual a los
Me muchos se han hecho hacer alguna
'ez espontáneamente al sentir la me-
or. dolencia.
Esto es todo,
Poca cosa para hacer estremecer de
»rror a las personas sensatas,
Un examen prenupcial completo
xigiría, además, algún otro requisito,
gualménte sencillo y destinado a der
% alerta alos futuros padres sobre el
eligro de contagiar a sus hijos cual-
tuier enfermedad infecciosa que ellos
adezcan, sobre todo la tuberculosis.
2] examen médico ya mencionado y
ma radiografía de tórax es suficiente
ara ello.
LA PROHIBICION DE CASARSE
Otro temor que se apodera del espí-
itu de los enamorados y, sobre todo,
le las enamoradas al ofr hablar de
xamen prenupcial, es el de que se les
rohiba casarse si su salud no es per-
'ecta. Este nace también de la falta
le preparación anterior con que el pú-
llico ha visto poner en vigencia la ley
2.331. ,
El doctor Augusto Turenne en su
bra “Protección pre-natal del niño”
e expresa del siguiente modo sobre
sta ley de tan enorme trascendencia
cial:
“El certificado prenupcial debe ser
i epílogo de un largo proceso de con-
iencia, iniciado en la adolescencia, por
nedio de la educación sexual y culti-
'ado hasta el momento que la fórmula
gal sea una simple formalidad acep-
ada sin esfuerzo por cerebros prepa-
'ados para ello, desde el momento que
a individualización sexual se hace pre-
ente. Así concibo el certificado pre-
vupcial “costumbre”; esperar a que el
,dulto haya comprometido, con la fa-
acia de una experiencia imperfecta,
u conciencia sexual es minar por su
ase todo el edificio que tan penosa-
vente vamos construyendo.”
Negligés
*
Realizado en voilé
piqué de gusto flo-
ral y tonalidades
Muy suaves.
echo en organza bleu con
bandas incrustadas frun-
"idas del mismo material.
Interpreta
numetír “e
nanco con ...
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Jonfeccionado en viye=
la escocesa verde y
blanca con adornos
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