— MUNDO ARGENTINO
- ACIA una hora que caminaban
E a través del bosque Gervasio
el machetero de “La Adelai.
da”, y Goyito, su hijo de diez
años, cortador de alambre de la misma.
El hombre, borracho; el niño, cansado.
Ambos marchaban entre matas y tron-
cos por un sendero que se extendía has-
ta el río, abovedado a trechos por tuni.
da fronda.
Desde el alto silencio la luna escu-
iriñaba la noche; abajo, ahondaban la
soledad la queja de un pájaro noctur-
ho, los crujidos de la selva y el rumor,
cada vez más cercano, de la aguas.
Lleraron a la orilla del ría.
El vo
_—”
Cuento: por ROSARIO
BELTRAN NUNEZ -
no se atrevía a responder. Estaba acos-
tumbrado a las borracheras del. padre
y. no temía sus amenazas ni lo conmo-
vían las grotescas escenas de la. beodez;
vero en aquella soledad y en medio de
:2 noche el temor y la angustia lo he-
rían como nunca, —- >
— ¡Te voy a-dar. tran..., tran....;
naldecío; te voy. a dar!:.. — repetía
+ervasio, riendo: convulsamente. ;” ;
-. Goyito calló, escrutando la" soledad
y la noche: ni una lucecilla, ni un ru-
nor que delatara al hombre en los 'al-
rededores.. El y.su padre; el miedo a
a locura; su debilidad y la furia del
ebrio y de las aguas, nada más,
El río mugía, y revolviendo su có-
rriente, arrastraba troncos y ramajes
que se iban girando, monstruos negros
2 informes, a la luz de la luna. En la
orilla cpuesta la selva recortaba su
perfil contra el cielo y era un hacina-
miento de sombras erguidas a lo large
de las aguas.
De pronto, el beodo, tomando ruda-
mente la cara de Goyito, y con extraña
expresión, dijo entre carcajadas:
— ¿Sabés que - estoy pensando una
cosa? — Y soltó bruscamente el rostro
del niño. — ¿Sabés?... ¡Maldecío!,
— ¿Qué? — balució apenas el ne-
queÑño,.
De súbito irguió-
se el ebrio, y blan-
Tiendo :el mache-
"e, avanzó. hacia
niño. Goyito,
*unto al agua, se
itaba entonteci-
?lo de pavor, con
ns ojos fuera de
órbitas.
— [¡Tata, cómo están de crecías las
guas! ¿Cómo han subio dende: esta
añana que las pasamos?
-—¿Cómo?... ¿Ha cre..., cre...
jué? — respondió el padre eructando
rinebra y riendo inconsciente, -
— ¿Y mo ve, po? ¡También, con la
ranca que tiene!...
—¿Tranca?... ¡Siempre me estás
lamando borracho, maula! — Y Ger.
'asio blandía amenazante el machete.
— ¡Ahorita nomás de un machetazo te
“oy a dar tranca!...” ”
El niño, encogido ante el machete
!?nstración de
El padre, sin quitar su mirada de los
:temorizados ojos del hijo, reía cada
rez más nervioso.
-— ¿Sa...bés?
— ¿Qué, tatita?
— Que crucés el río, mhijito. Yo es-
toy borracho, ¿no?... Vadeálo, gua.
zúita, y si se puede, yo lo hi de pasar
Jespuesito. — El acento y el gesto de
Gervasio se suavizaron en socarrona
melosidad. - - -
— ¡Y toavía dice que no está ma-
nao!... — más que decir, sollozaba el
niño,
IFCTOR POZZAO
— ¿Borracho?.,. ¿Mamao?... —
comenzó a decir el ebrio, sacudido por
18 risa e indiferente al llanto de su
aijo. — ¡Mu..., mucha... cho... co-
yardón! . 7
-— Tatita, vamos a lo de mi tío Dal.
niro, * . .
--—— Pasá, pasá el río, m'hijo.' ¡Si es.
á lindito el vado!.:.
— Vamos pa lo de mi tío — insistía,
rogaba Goyito desde lo hondo de su an-
zustia: — Estoy cansaó, tatita; no pue.
lo-más. - 7 -
— Cruzá... Si querés, guagiita, va-
nos al boliche; o si no, cruzá... —
“¡Ah! Al toliche... — “pensó el
niño, callando ante la porfía del pa-
ire. — ¡Pa gastar hasta las chirolitas
mías!..,” - E
“ Goyito tanteó en el bolsillo el pañue-
.0 en que atara el dinero: Pensaba en
.a- madre que los esperaría en el ran-
:ho, ansiando el regreso que debió ser
:émprano; .al- consumirse" el sol tras los
:respos .aledaños -de. la selva. Pequeño
20omo era, trabajaba tantas. horas como
1n hombre.. No conocía el ocio ni la
lespreocupación infantil, y con su con-
inuo .esfuerzo y precoz seriedad subs-
ituía ante los suyos al padre, bebedor
"onsuetudinario, que dejaba en el bo-
iche hasta el último centavo que caía
:n sus manos, . . ,
Con el alba de ese día salieron rum-
bo a “La Adelaida”, donde trabajaron
sólo en la mañana por ser la festivi-
iad de Santa Inés, patrona de la estan-
:ia y devoción de “ña Inesita”. Finali-
aba la quincena, y por la tarde todos
0s peones recibieron sus jornales. Des-
Jués, Gervasio olvidó en el -boliche
anto le preocupara hasta entonces:
»sposa, hijos, pobreza, fatiga, regreso.
El alcohol, tan grato al hombre, pue-
Je aun más. que el amor; mina la vo-
luntad-y ahoga-la. conciencia;, doblega
al humano y yergue a la bestia. A Ger-
vasio cada copa de ginebra lo robaba
de sí mismo, de cuanto era su vida y
la de los suyos, y trago a trago lo hun-
día en la idiotez, convertido en fiera
y presa de una risa convulsiva que a
rada instante saltaba entre hipos y pa-
labrotas. .
Mucho le había costado a Gaoyito
arrancarlo del boliche, y ahora, ante el
río que embravecido les cortaba el-pa-
so, lo:.cía repetir empecinado:
— AL boliche:..; mucha. ..cho...
cobar....dón!.:.—. E
— Si mo juera por. mi tata, ya esta-
ríamos con mi mama mateando” en el
rancho. ¡Me ha dao-trabajo sacarlo del
Loliche! :— pensaba. Goyito, temblan-
do ante la noche, el río y el machete:
- Por momentos teñía ganas de gritar;
gero no se atrevía. Nunca la borrache-
ra del :padre lo atemorizó en tal forma,
ni jamás se.sintió: tan niño como enton-
ces. La madre le llenaba el pensamien-
to y le sintetizaba el amparo, imposi-
ble 'en: ese instante... : .. :.....
+—-¡Mamay,. mamitay! .— lloró: por
fin, desesperado, sin: poder “contenerse.
: Metros - más “allá, .:el rebrío, sentado
an el suelo, seguía riendo entre hipos
7 * palabras: cortadas, . repetidas. sin
*esar,”. - . 5 .
— Boliche... Mucha. ..cho..., co...
ardón..., 60... > -
Goyito, sollozando, más pronto a huir
que a hablar, se atrevió a acercársele,
v suplicó:
— Oiga, tatita: vamos a la casa de
mi tío.
-— Boli..., boli... — repetía el ebrio
ntre carcajadas.
— Ande usté quiera, .. Ts
Gervasio, con la mirada fija en el
siño, reía y reía sin dar un paso,
—Mu...cha...cho... cobar...dón....
*UZá..., CTUZá...
- — Vamos, tatita, ande, que és muy
tarde — rogaba Govyito. Y sobrecogido
“(Continúa en la nácina 51