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9 de Marzo de 1938
COSAS DE NUESTRA CAMPAÑA
Es necesario dar a los territorios
nacionales autonomía política
de acuerdo con su importancia
económica
Por N. CHOURROUT
Entre la población de los territorios de La Pampa y el Chaco suman alrededor de
cuarenta mil habitantes más que entre las provincias de La Rioja y Jujuy. Con
estos cuarenta mil habitantes habría para formar una provincia de mayor pobla-
ción que La Rioja, que Jujuy o que Catamarca, pues ninguna de ellas suman esta
cifra. Por otra parte, Misiones tiene una densidad de población equivalente a
tres veces más por kilómetro cuadrado que La Rioja, Si dichas provincias cuen-
tan con autonomías política, ¿por qué entonces no se les acuerda también a los
territorios?
ERIOS inconvenientes se 1es
plantean a los pobladores de los
territorios nacionales, toda vez
que tienen que vivir a expensas
de las órdenes impartidas desde la Ca-
pital Federal. Los habitantes de: los te-
rritorios tienen sus problemas propios,
y nadie podrá negar que son ellos quie-
nes están en mejores condiciones para
resolverlos. Sin embargo, no ocurre así
sino que, por el contrario, los territo-
tios son gobernados: por personas, con
frecuencia ajenas a los intereses loca-
les. Eso, como es natural, va en peru
cio de las actividades que no encuen.
tran la independencia indispensable
para desarrollar una labor progresista
No vamos a desconocer las razones
poderosas que se han argumentado en
otra época para considerar inoportuno
confiar a los territorios la dirección de
si vida política y económica, pero hoy
las cosas han cambiado-y ya más de
una gobernación nacional, lejos de cons-
tituir núcleos de población carentes de
cultura cívica, están formados por im-
portantes masas de gente laboriosa y
con una ilustración comparable a la
de las provincias más adelantadas.
Por otra parte, la importancia econó-
mica de ciertos territorios ha crecido
paralela, al aumento de población. Ci-
taremos como ejemplo los más adelan-
tados en ese sentido: tanto en el Chaco,
como en La Pampa, Río Negro o Mi-
siones; el área cultivada, la cría. de ga-
nado o la explotación industrial son su-
oeriores al de más de una provincia. Lo
que quiere decir que no es justo que es-
tos territorios permanezcan relegados a
ana inferioridad política, como hace me-
dio siglo atrás.
Para mayor claridad, voy a dar a co-
nocer la opinión al respecto de algunos
pobladores con quienes he tenido ocasión
de conversar,
-— ¡Qué sabe el gobernador de lo que
nosotros necesitamos! — exclama un co-
Jono ante mi pregunta referente a la la-
bor de dicho funcionario, y agrega -—
¿Qué quiere que haga un hombre que ni
conoce el territorio?
— Tenía entendido que era una perso-
na activa y preocupada de los intereses
generales.
-— Con eso hacemos poco. Los intereses
generales son muchos y hay que saber
cuáles son. Además, están los intereses
particulares; sobre todo, los problemas
de ciertas zonas del territorio, que son
completamente distintos en una Y otra
parte,
* —De cualquier manera, siendo el go-
bernador un funcionario bien intencio-
nado podrá encontrar soluciones ade-
cuadas.
- No crea, no — dice el colono, Y lue-
o de mandar a uno de sus chicos a que
e guarde la guadaña que tenía en la
nano, prosigue: — El gobernador, por
más bien intencionado que sea, no puede
olucionar nada, El, lo más que puede
acer, es tener las cosas en orden y lle-
ar una buena administración, Pero de
ihí a que por su cuenta pueda resolver
.suntos de importancia, hay mucha di-
'erencia.
— ¿Tan pocas atribuciones tiene?
— ¡Pero claro, hombre! Si un gober-
1ador no pasa de ser un empleado na-
ional con ciertas libertades.
— ¿De modo que usted cree que debe-
fan dársele más atribuciones? .
— ¡No! ¡Qué esperanza! ¡No! — Se-
ía el error más grande — responde el
'olono sin vacilación: — ya así no más,
'on los vocos poderes que tiene, se. sue-
en cometer abusos graves, y ¿qué no
wurriría si'se le convirtiera en amo
el territorio?
— Eso es verdad; pero también se po-
rían sancionar leyes que estipularan
“18 funciones,
El colmo hace un breve silencio, y
ego responde:
— SÍ, no estaría malo; pero si las
yes van e ser como las que tenemos,
'a pueden quedar las cosas como están
iquí tenemos la ley de tierras, por ejem-
Jo, que cuanto mejor se aplica, peor
alen las cosas.
— Supongo que no estarán deseando
1alos funcionarios para aplicarlas...
— ¡Bah! Poco más o menos.
— ¿Por qué ocurre eso?
— Porque quienes han hecho la ley se
onoce que sabían .tanto del problema
"omo yo de aviador,
-— Pero después se ha ido reglamen-
ando y perfeccionando mor decretos.
— Sí, y ha pasado lo que pasa con
mn caserón viejo: hoy se le tapa un
.gujero y mañana se le abre otro más
rrande. Y eso pasa porque se hacen las
:08as con un desconocimiento absoluto
le Jas características del territorio. Nos-
»tros sabemos comentar, a veces, entre
olonos, y nos parece que en Buenos Ai-
'es, cuando van a resolver un problema
le tierras, las autoridades tienden un
Jano sobre el escritorio y a los diez
ninutos se dan por enterados de cómo
:stán las cosas y de cómo hay que re-
'olverilas,
— ¿Tantos errores se cometen?
— ¡Sí, hombre, sí! En el plano el te-
ritorio es parejo y contiene datos ge-
werales para tal o cual cosa; pero aquí
as cosas son completamente distintas.
70, cuando solicité por primera vez un
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TRATAMIENTO DELAS ENFERMEDADES) DIRECTOR: DR WAI.
CRÓNICAS, por MÉTODOS NATURALES INRIVADAVIA 5170 - BS.hur
SE ATIENDE CORRESPONDENCIA e
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lote, de acuerdo al plano, creía venir a
mm terreno pastoril apto mara agricul-
ra y ganadería; pero resulta que
»xando llegué con la familia, se trataba
le un hosque inmenso que todavía na-
lie Jo ha ocupado, porque además tient
mas aguas tan saladas, que ni los ami-
males las toman.
— ¡Caramba! Ya es acarrear serios
erjuicios.
— ¡Imagínese! Y por acá todas las
»0sas andan por el estilo. Lo peor es
Jue, por lo general, nadie puede hacer
nada para arreglarlas. Figúrese cómo
será, que cada vez que hay que hacer
reclamos o pedidos de importancia pa-
ra salir de apuros que perjudican a
randes zonas, no tenemos otro reme-
lio que dirigirnos personalmente al go-
»erno nacional o al ministro de agri-
:ultura, porque aquí no hay quien mue-
'a nada.
-—.Siempre que consiguieran lo que
iden...
— ¡Ese es el asunto, pues! Tras lo
nal que nos va, porque se ha perdido
a cosecha, tenemos que reunirnos unos
“uantos vecinos y juntar dinero para
nandar una comisión a Buenos Aires
» entrevistarse con las autoridades, Lo
nalo es que rara vez se consigue algo,
cuando se consigue, siempre las cosas
egan tarde.
— Y si no se hace Jugar al pedido en
: primer momento, ¿será difícil ocupar-
'e de él nuevamente? —
— ¡Eso es lo que pasa! Después que
:0s gastamos el dinero y perdemos tiem-
», todo queda en la nada. Ahora, su-
óngase: si para los asuntos de murgen-
da ocurre eso, ¿qué no será para todos
¡quellos problemas permanentes que re-
uieren un estudio detenido? ,
— Me imagino que así, por medio de
misiones, será difícil resolverlos.
-— Es que eso de las comisiones es en
1 mejor de los casos, cuando se cuenta
:0n gente voluntariosa y que tenga al-
“unos recursos económicos. Pero, casi
iempre, donde la población es más ne-
-esitada, nunca se puede activar nada.
vorque la misma pobreza impide toda
niciativa. Por acá mismo se da el caso
e haber una importante zona que se-
-a buena para cultivar, pero, por falta
le caminos, queda completamente ais.
ada, -
— ¿Y si el vecindario hiciera el ca-
nino? -
El vecindario lo más que puede ha-
er es arreglar algún cemino como ya
e ha hecho, Pero eso de picar monte y
le hacer puentes es una cosa seria. Cos-
aría mucho dinero, y uno tampoco pue-
le abandonar las tareas propias. Ade-
nás, habría que hacer primero mil trá-
nites para conseguir el permiso, y luego
mién sabe todavía si una vez hecho el
amino las tierras no se las acuerden a
ros colonos. '
— Ya veo que ni la iniciativa privada
smede ir adelante en estas condiciones.
— Claro que no. La iniciativa particu-
aw, aquí en el territorio, se malogra
or falta de apoyo oficial. Sin embargo,
cuánta falta nos hace el aporte de los
oderes públicos! Aquí tenemos otros
xoblemas como el del analfabetismo y
a asistencia hospitalaria, que cada vez
on peores y parece que no llevan mi-
as de solución. Pero... alguna vez ten-
irán que cambiar las cosas.
— ¿Cómo creen que podrían cambiar?
El colmo, maquinalmente, procura
.TTancarse una callosidad de la mano,
7 Juego dice: —-
— Vea, mi amigo: Thosotros mecesita-
nos ser representados en el Congresc
le la Nación por personas hechas en
» territorio y que conozcan a fondo
westros problemas. Nosotros estamos en
sondiciones de elegir nuestros legislado-
'es para que defiendan nuestros intere-
ses y así poder llevar adelante el pro-
greso del territorio. ,
— Pero ¿eso significa formar una pro:
.7incia?
—Ni más ni menos. Nosotros necesi-
camos tener legislatura propia para que
:se dicten las leyes que consideramos ne-
cesarias. La densidad de población y la
importancia económica del territorio lo
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