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OMO todos sabemos, la guerra
de 1914 se originó en la Europa
Central. La afiebrada activi-
dad que se desarrollaba en
Austria y sus fronteras fué caldeando
poco a poco la ya tensa atmósfera del
continente, que estuvo así preparado
vara la explosión que produjo la
zuerra.
Merece, pues, la detenida atención
de quienes se préocupan por la paz la
actual fiebre diplomática. que acusan
las naciones de aquella parte de Eu-
ropa. De nuevo Austria se está con-
rirtiendo en el punto neurálgico, aun-
que esta vez su situación es infinita-
mente más compleja, puesto que se la
:onsidera el punto débil en el eje Ber-
“ín-Roma.
Este eje político y .social, resultado
tel reciente acuerdo entre Italia y el
Reich, está en contradicción, en algu-
nos aspectos, con el llamado pacto de
Roma, que tiene ya cuatro años de
existencia,
El pacto de Roma tuvo su origen en
cierta desconfianza que Roma sentía
an aquella época por la política absor-
bente de Berlín, y mediante él Italia
buscaba aliados en la cuenca del Da-
nubio, que podrían eventualmente opo-
ner un serio obstáculo al avance so-
bre Viena de las huestes nacional-so-
cialistas. Austria, en aquella época,
aceptaba gustosa cualquier protección,
y Hungría deseaba contar con el apo-
yo de Mussolini con el fin de obtener
una revisión del tratado de Trianón
contra los países de la Pequeña Enten-
te que le habían cercenado la mayor
parte de sus territorios. Pero desde
aquella fecha ha cambiado el escenario
auropeo. Berlín y Roma han buscado
1n acercamiento, y no sólo han cons-
:ituído el famoso eje, sino que también
Alemania había dejado en manos de
[talia el predominio sobre los países
janubianos, Como consecuencia de es-
a situación, los austríacos que desean
mantener la independencia de su país
7a no miraban con tanta confianza ha-
cia Mussolini. Y los últimos aconteci-
mientos demuestran que el canciller
Schuschnigg no ha podido contar con
su apoyo frente al avance de los na-
sis, Pero ésta no es la Única evolución.
El gobierno de Budapest había consi-
Jerado durante mucho tiempo que Ita-
lia era su más sincera amiga. Y Roma
anarentaba sostener. con el mavor .ca-
EL PRECIO DE LA PAZ
Por ROBERTO NAVE
El primer
ministro
hingaro,
Daranyi
firma el
reciente
20uerdo en
Budapest. A
'a izquierda
parecen el
ranciller de
Austria, se-
or Schus-
chnigg, y
21 conde
finan
or, las pretensiones de Hungría. Sin
mbargo, recientemente, la propagan-
a mazi ha ganado mucho*terreno en-
re los húngaros, y Daranyi, el .pre-
idente del Consejo de aquel país, ha
ebido reprimir con energía varios
mplots. La actitud de Mussolini pro-
ocó, hacia el final de 1937, un acer-
amiento muy significativo entre el
obierno austríaco y Checoeslovaquia.
'n el mes de enero próximo pasado el
asinistro de Relaciones Exteriores de
talia, conde Ciano, asistió a una con-
rencia en Budapest con los jefes de
'obierno de Austria y de Hungría. El
bjeto de esta reunión fué, aparente-
nente, de evitar que las relaciones en-
re estos países y Checoslovaquia -se
icieran más estrechas, y conseguir
ue volviesen a colocarse bajo la tute-
a italiana. El conde Ciano obtuvo,
n efecto, que se reafirmara el pacto
le Roma al mismo tiempo que se re-
onociera la política del eje. Berlín-
loma, vale decir, una conciliación de
2 intereses. alemanes e italianos.
'ambién obtuvo que los cancilleres
:?huschnieer v Daranvi reconocierarr
2 primer ministro de Rumania, Oc-
avío Goga, hablando con el rey Carol
lurante una ceremonia en Bucarest.
El viaje de Goga a Roma ha suscita-
do los más variados comentarios.
MUNDO ARGENTINO
El viaje del canciller yugoeslavo
Stoyadinovich a Berlín tiene un gran
xignificado en aquel tablero de aje-
lrez que es la Europa Central, Aquí
uparece (a la derecha) acompañado
del general Goering a su llegado a la
capital del Reich.
la junta de Salamanca, apoyando, con-
juntamente con Roma y Berlín, a los
1acionalistas españoles. No obt:1vo, sin
ambargo, que Austria y Hungría
se retirasen de la Liga de las Nacio-
1es, porque los gobiernos de Viena y
le Budapest defienden desesperada.
mente su nacionalidad, que, por lo me-
108 teóricamente, tiene cierto apoyo en
a Liga.
“Además, se ha notado en esta acti-
ud el deseo de Austria y de Hungría
le mantener sus relaciones amistosas
:0n París y. Londres, cosa que no es
le extrañar si se considera que ambos
robiernos centro-europeos han hallado,
muy a menudo, un apoyo financiero
2n las llamadas grandes democracias.
Mientras tanto, Ja Pequeña Entente
había entrado en actividad. El minis-
tro de Relaciones Exteriores de Ru
mania, señor Micesco, hizo una visita
2 los aliados de la Pequeña Entende
mn Praga y Belgrado, con el objeto,
seguramente, de determinar la -orien-
ación futura de aquella agrupación.
Si hemos de guiarnos por los co-
mentarios oficiales, que, por cierto, no
siempre revelan toda la verdad, los
tres países en cuestión han confirmado
su acuerdo en continuar formando un
rente común, Sin embargo, y a pe-
ar de la evidente solidaridad de esta
wrupación, el viaje a Berlín de Sto-
radinovich, jefe de gobierno de Yu-
voeslavia, y la visita del presidente
lel consejo de Rumania, señor Goga,
1 Roma, prueban que, tanto Belgrado
:0mo Bucarest, sienten visiblemente la
nfluencia de los países totalitarios.
Como se ve, hay comunicados que
.seguran la continuidad de una polí-
ica francófila, mientras que por otra
sarte hay viajes y entrevistas que pa-
recen demostrar lo contrario. La rea-
idad del caso es que existe actual
nente en-Europa Central una gran
Jlesorientación. Esta desorientación se
jebe, es lógico suponerlo, al acrecen-
tamiento del poderío alemán y el apo:
yo que Italia está prestando actual
mente a las diversas pretensiones
pangermanistas, Con esto, los elemen-
:ós nacional-socialistas se sienten fuer-
es, mientras que sus adversarios, que
se apoyaban principalmente en la ac-
ión común franco-británica, se ven po-
:x) menos que desamparados, debido
por una parte a la política. de Cham-
erlain, favorable a un acercamiento
.ntre Gran Bretaña e Italia, y por
»*ra al hecho .de que Francia, presa
le una agitación interna de grandes
proporciones, no está err situación de
poder ejercer una influencia decisiva
an favor de sus pequeños aliados,
De modo que, actualmente, las va-
las más importantes que se oponían
la anexión de Austria a Alemania
nediante el “Anschluss” ya no existen
7 sólo queda la firme voluntad de los
1ustríacos patriotas y la posible ame-
1a7a de que dicha anexión provocaría
1na guerra, al oponerse Francia a la
medida,
La victoria táctica de Hitler es ya
an hecho, y sólo falta saber si en ese
volvorín de pasiones exacerbadas será
posible cumplir con el programa pan-
vermanista sin que se produzca una
catástrofe. Si la paz ha de mantenerse
a cualquier precio, no es imposible que
dicho precio sea la independencia de
Austria.