Me dieron muchos disgustos
los traidores de teatro
Así dice Felipe Panigazzi al evocar sus treinta
años de actor.
Por ANDRES MUÑOZ - |
-Daba funciones en el patio del
:onventillo en que vivíamos. Sólo tra-
ajábamos los domingos por la tarde,
7 cobrábamos cinco alfileres la en-
rada...
— ¿Y por qué cinco alfileres?...
— Porque en aquel tiempo los alfi-
eres era una moneda corriente entre
:1 piberío del barrio. Por alfileres ju-
rábamos a las bolitas, a la ravuela y
Felipe Panigazai, uno
je los actores nacin-
ales más populares
le la periferia bo-
10erense, que nos
relata “hoy algunos
episodios de su vida
imbulante y aventu-
OY
ya figura de Juan
Wanuel de ' Rosas
10 aparecido con
frecuencia en los
:scenarios argeñ-
tinos y casi siem-
me enfocada con
2l-lente- que Suele
1plicarse a los
aidores ' de tea-
:10, Al - alcanzar
sta categoría de
traidor teatral,
toszs, natural-
nente, no podi
'scaparse sin que
o interpretara
amian>d —*
- A pronto hará treinta años.
Fué en agosto de 1908, Justa-
mente veinte años después de
* mi nacimiento, pues yo vine al
nundo el 9 de septiembre de 1888, Co-
mo usted ve, recién voy a cumplir mis
Primeros cincuenta años, ¡Cuántos ac-
»ores y actrices que yo me sé no po-
irían decir otro tanto!...
Felipe Panigazzi saca una enorme
vetaca llena de tabaco negro y la co-
oca sobre la mesa de este café de
Boedo, donde se celebra nuestra entre-
vista. En seguida se apresta a liar un
igarrillo y prosigue:
— Pero aquel de 1908 fué mi debut
oficial. El otro, el particular y de afi-
2ionado fué mucho antes, Apenas si
endría yo unos doce años cuando ya
organicé mi primer cuadro de artistas
ie barrio. Recuerdo que a esa edad dos
rocaciones me atraían con igual fuer-
za: por un lado quería ser actor y por
xro quería ser gaucho. Manejaba el
lazo con una pericia consumada, Y
Jara practicar y sacarme el gusto me
dedicaba a enlazar a todos los que pa-
saban por delante de mi puerta mon.
ados en bicicleta. No sé por qué, les
:enfa*una bronca bárbara a los ciclistas,
— ¿Y qué hacía usted con su cua-
iro filodramátion “*
y
t los demás juegos infantiles. Cuando
ranábamos .le llevábamos los alfileres
. la vieja, y cuando perdíamos, se los
uitábamos, Además, se cotizaban en
olsa y todo. Cinco alfileres valían un
entavo; diez, dos; veinte, cuatro cen-
avos, y así sucesivamente. Estos eran
0s precios por menor, que al por ma-
'or salían más baratos, Cien. alfileres
istaban -diez centavos. o
— ¿Y cuántos alfileres sacaban us-
edes por función?
— Según, La entrada bruta oscila-
a entre doscientos y doscientos cin-
uenta alfileres. Cuando hacía buen
iempo llegábamos a los trescientos, Y”
omo no pagábamos derechos de autor
os quedábamos con todo.
— Se lo repartirían ustedes equitati-
amente... .
—- Nada de. reparto, Para mantener:
1 disciplina y el principio de autori-
ad tuve que hacerme empresario. Yo
obraba al público y pagaba a mis ar-
istas. La primera actriz me costaba
'einte- alfileres por” día, Entonces. no
ran tan exigentes como ahora...
-— ¿Quién era su primera actriz?
— Un chico. Se vestía de mujer,
tomo los actores antiguos, y hacía el
ínico papel femenino de la obra. Esta
bra, que constituía todo nuestro re-
Jertorio, era “Justicia humana”, de
Agustín Fontanella, Por cierto que al
repartir los papeles tuve que claudicar
inte la actitud de mis contratados. To-
los se negaron a interpretar el traidor
le la obra. No tuve más remedio que
apechugar yo con el papel. Y este
yrimer traidor. que interpreté en el
teatro me resultó un augurio fatal.
Desde entonces todos los ¿raidores de
odas las compañías en que trabajé me
os ligaba -yo. ¡Si habré hecho traido-
'es en mi vida de actor! ¡Y los dis-
sustos que me han dado!... El pri-
mero de ellos lo tuve precisamente en
vquella obra de Fontanella. “Mi” trai-
lor era un vil homicida que estando en
a cárcel confiesa su crimen a otro pre-
so, que resulta ser hermano de la
ríctima. Tan a lo vivo hice yo mi con-
resión, que antes de terminarla un
nibe del vúblico me tiró una hotella a
Durante treinta años este intérpre-
'e ha venido encarnando una mul-
itud de traidores en las pistas y
2n los escenarios criollos. Aquí lo
vemos en su caracterización de An-
7elotti que, pese a su apariencia
'estiva, representa a un usurero ita-
tano que comete mil jelonías en la
vieza “El viejo Martin”, muy repre-
seontada en las cirros de antaño,
MUNDO ARGENTINO
a cabeza, con tan buena puntería que
ne abolló el mate. Adamás, el pibe
¡quel se mandó su parte fuera del li-
reto: “*— Tomá, por traidor” — me
"Titó mientras: me arrojaba la botella
1 la cabeza y salía corriendo, :
"Excuso decirle — añade Panigazzi
— que por aquella época Ni siquiera
ospechaba 'yo- la existencia de Piran-
lello. De haberla conocido quizá no
ne hubiera dolido tanto aquel golpe
ue en plena ficción me asestaba la
ealidad...”
CARPINTERO Y. CHACARERO,
SOLDADO Y -TONY DE CIRCO
— Como aquel negocio teatral a base
e alfileres — prosigue Panigazzi —
to daba para vivir, tuve que trabajar
n varios oficios, Primero fuí apren-
liz de carpintero junto: a mi padre,
(ue tenía este oficio. Después ascendí
In poco y trabajé durante dos años
mo ayúdante de un tallista en ma-
lera. También .ensayé la profesión de
elegrafista, que practiqué durante un
iño en el Departamento de Policía.
Intretanto, seguía cultivando mi vo-
ación de gaucho en poblado. Quiero
lecir que por las tardes, cuando ter-
ninaba mi trabajo, me dedicaba a en-
azar a cuantos pasaban por mi casa
nontados en bicicleta, Llegué a ser un
rerdadero técnico en el arte de voltear
iclistas. Por aquel entonces vi por
orimera vez la obra: de Nicolás” Gra-
1ada titulada. “Al campo”. Comprendi
que la ciudad. está: llena de peligros
para: un gaucho, y resolví. hacerme
:hacarero. Me fuí.con un hermano que
:erñía una Chacra -en-lá provincia de
Buenos Aires y con. él “trabajé más
le un año en calidad de peón -aso-
sado, Aprendí a arar la tierra y a
Sembrar y cosechar .el maíz. Pero
quello me” resultó un trabajo. dema-
siado rudo. Un día, al terminarse, los
:rabajos de la .cósecha, acertó a pasar
serca de allí un circo, el circo Pereira-
Rafetto, y me ofrecí como actor. En
al carácter fuí aceptado; pero a los
vocos días faltó un tony y yo tuve que
salir a reemplazarlo. La noche de mi
iebut como tony me ocurrió otra escena
xirandeliana. Apenas salté a la pista,
1n0 del público me gritó:
”— ¡Qué tony otario! >
”Yo, que lo tenía. cerca, me encaré
on el espectador y le grité a mi vez:
”.. El otario sos vos.
"El otro, que tenía malas pulgas.
altó a la pista, y no tuve más reme-
lio que trenzarme con él en una escena
le pugilato. El cómitre del circo, que
e hallaba presente, intentaba separar-
tos, pero el público le tomaba por “re-
eree” y le apostrofaba para que nos
ejara pelear, Creía que todo aquello
TA UN Número preparado y que el!
spectador que me largaba los direc-
2s al mentón era otro tony vestido de
articular. Sólo cuando lo puse “knock-
ut” se convencieron de lo contrario.
rané la pelea, pero salí perdiendo,
ues me costó mi puesto en el circo.
"Otra escena digna de Pirandello me
currió meses más tarde representan-
lo el drama titulado “Pastor Luna”,
70 hacía, naturalmente, el traidor de
1 obra, Hacia el final del drama, “mi”
raidor llega con la policía hasta Pas-
or Luna, que está durmiendo, y le
lice, al tiempo que se lo entrega a los
ailicos:
”— Y esto te lo hago para que veas
ae soy más hombre que vos, --
"En aquella ocasión, apenas había
-0 pronunciado esta frase, me inter-
»xxeló un gaucho desde la platea:.
”— ¡Qué vas a ser hambre vos. des-
rraciao!... -
”Y ahí no más se me vino al humo
-uchillo en mano, Suerte que los fal-
tos milicos de la obra se transforma-
on en verdaderos y desarmaron a
(Continúa en la nácina cionientaeal