Full text: 28.1938,30.Mrz.=Nr. 1419 (1938141900)

MUNDO ARGENTINO 
L año 1937 terminó con uno de 
los robos más sensacionales en 
los anales del crimen, El. más 
grande de los aventureros de- 
lincuentes, como tun verdadero perso- 
1aje de una. novela fantástica, resultó 
ser un insignificante carterista, el pe- 
queño Meyer Frankenberg,. que. de 
uenas a primeras resolvió destacarse 
en las filas de su “profesión” y con- 
rertirse en un criminal de gran en- 
La hermosa 
condesa Pía 
Ferrari Davico, 
1venturera de 
to vuelo, fué 
mien denunció 
2 la policía que 
conocía a un 
orteamerica - 
Ro que trataba 
le vender me- 
zio millón de 
dólares en bo- 
ne 
vergadura: un nuevo Arsenio Lupin. 
El hombrecito se había ocupado en 
pequeñas raterías o en robar las carte- 
ras de las damas desprevenidas, para 
¡juntar suficiente dinero con que vivir 
miserablemente. Debió haberse inyec- 
tado algún desconocido suero de audacia 
2 inteligencia, porque en el corto lapso 
de un año robó nada menos que dos 
millones de dólares, o sean más de 
seis millones de pesos, y sembró el 
isombro y el desconcierto entre los 
policías y los detectives de Estados 
Unidos, Francia, Inglaterra e Italia, 
además de provocar un principio de 
Tientras que su cómplice hacia comu 
ue leía en un diario delante de la 
ventanilla, Meyer sacó de la manga 
ma varilla de bambú, en cuya punta 
staba pegado un trozo de goma de 
nascar, traspasó con ella el diario y 
trapó el paquete de quinientos no- 
venta mil vesos en banos. 
ánico en el centro financiero más po- 
eroso del mundo: la famosa Wall 
“treet de Nueva York. 
Este extraordinario aventurero, en 
calidad empezó su carrera en el otoño 
e 1934, cuando era un pobre mensa- 
*ro de Wall Street sin empleo. Estaba 
arado ante un bar automático miran- 
o desde lejos un rico pastel de carne, 
o Js M Mo, ” 
no pudo gasiwarlos 
Por IGNACIO GACITUA 
N 
By 
sabiendo que las pocas monedas que 
1e quedaban en “el bolsillo no le alcan- 
zaban para comprarlo. De repente oyó 
que le decían desde atrás: 
.— Le compro el pastel si tiene ham- 
dre. —, E. 
El que hablaba era un hombre más 
dien. bajo, de edad mediana, Sin espe- 
car respuesta, depositó las monedas ne- 
lada historia. Cuando hubo terminado, 
3 otro dijo: - :-” 
.——- Usted es él Hombre que necesito, 
Lo voy a emplear: -...... : 
Llevó ál- mensajero a-uno de los 
Jéores lugares del bajo fondo, cerca 
le Times Square, -- i 
Allí el hombrecito le dijo: .. 
— Soy un ladrón que roba éspecial- 
nente a las mujeres. Tengo algunas 
deas y quiero dar un golpe grande en 
Wall Street. La desgracia es que no 
"onozco esos lugares, y por eso lo. na- 
*esito a usted, que conoce todo, y tiene 
libre acceso a todas partes; No tiene 
jue temer nada: usted sólo me dice lo 
que necesito saber y el resto corre por 
mi cuenta. - 
Los acontecimientos no se hicieron 
esperar, El 13 de diciembre dos men- 
sajeros de la “First Boston Corpora- 
tion” entregaron un paquete. por valor 
de 590.000 pesos en bonos de los Es- 
tados Unidos, al U. S. Trust en Wall 
Street. Lo dejaron caer por una ven- 
sanilla, desde donde cayó sobre el mos- 
trador. Segundos más tarde había des- 
aparecido, Había otros mensajeros 
an el lugar del hecho, .y “algunos 
recordaron vagamente que un hombre 
había abierto un diario al, pasar de- 
lante de. la ventanilla. El hombre del 
diario debió ser uno de los amigos de 
Meyer Frankenberg, según la opinión 
de dos detectives de la policía de Nue- 
va York., Durante el bréve momento 
en que el diario lo tapaba, Meyer sacó 
le la manga una varilla de bambú en 
suya punta estaba pegado un pedazo 
le goma de mascar, traspasó con ella 
a ventanilla y el paquete se pegó a la 
'aña de bambú. Lo sacó rápidamente, 
y sin pérdida de tiempo salió del es- 
'ablecimiento. . . 
La idea de Meyer fué tan buena, que 
repitió el golpe en enero 28 de 1935, 
cuando dos mensajeros armados del 
banco de Manhatten depositaron 
> 1.456.000 en bonos, sobre el mostra- 
lor de C. J. Divine 3 Co. Esta vez la 
fortuna desapareció sin la ayuda de 
mn diario. 
El pequeño ratero había robado más 
de dos millones de dólares en bonos 
del gobierno y quería retirarse de sus 
actividades delictuosas, Pero primero 
'enía que convertir los bonos en dinero, 
sara realizar lo cual encontróse con 
las dificultades que más tarde lo arrui- 
naron. Cualquier joya que obtenía en 
el transcurso de sus raterías las lleva. 
ba a un negocio de compra y venta, 
:uyo dueño le pagaba por la mitad de 
u valor primitivo. Cuando Meyer l: 
nostró los bonos a este “reducidor”, 
1 hombre dió un paso atrás, 
— Sáquelos de aquí en seguida — 
rdenó. Pero como Frankenberg era un 
ntiguo cliente suyo, le dió la dircc- 
+6n de un especialista en falsificacio- 
'es de bonos, 
Este señor desilusionó muy pronto 
: Meyer, ¿Quién compra un bono de 
ien mil pesos sino es una respetable 
astitución? Sin embargo, había otros 
nedios, Primero había que sacarlos del 
'aís. Segundo, antes de pasarlos a un 
liente, había que cambiar el número 
e cada bono y de cada cupón. Estas 
Continúa en la nácina 551 
Temiendo verse complicado en 
El robo, Sedway se casó con 
su novia antes de comparecer 
nte la justicia 
esarias en la ranura y tomó el pastel, 
Tientras que los dos hombres comían, 
1 mensajero contó su larga y desgra-
	        
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