MUNDO ARGENTINO
L año 1937 terminó con uno de
los robos más sensacionales en
los anales del crimen, El. más
grande de los aventureros de-
lincuentes, como tun verdadero perso-
1aje de una. novela fantástica, resultó
ser un insignificante carterista, el pe-
queño Meyer Frankenberg,. que. de
uenas a primeras resolvió destacarse
en las filas de su “profesión” y con-
rertirse en un criminal de gran en-
La hermosa
condesa Pía
Ferrari Davico,
1venturera de
to vuelo, fué
mien denunció
2 la policía que
conocía a un
orteamerica -
Ro que trataba
le vender me-
zio millón de
dólares en bo-
ne
vergadura: un nuevo Arsenio Lupin.
El hombrecito se había ocupado en
pequeñas raterías o en robar las carte-
ras de las damas desprevenidas, para
¡juntar suficiente dinero con que vivir
miserablemente. Debió haberse inyec-
tado algún desconocido suero de audacia
2 inteligencia, porque en el corto lapso
de un año robó nada menos que dos
millones de dólares, o sean más de
seis millones de pesos, y sembró el
isombro y el desconcierto entre los
policías y los detectives de Estados
Unidos, Francia, Inglaterra e Italia,
además de provocar un principio de
Tientras que su cómplice hacia comu
ue leía en un diario delante de la
ventanilla, Meyer sacó de la manga
ma varilla de bambú, en cuya punta
staba pegado un trozo de goma de
nascar, traspasó con ella el diario y
trapó el paquete de quinientos no-
venta mil vesos en banos.
ánico en el centro financiero más po-
eroso del mundo: la famosa Wall
“treet de Nueva York.
Este extraordinario aventurero, en
calidad empezó su carrera en el otoño
e 1934, cuando era un pobre mensa-
*ro de Wall Street sin empleo. Estaba
arado ante un bar automático miran-
o desde lejos un rico pastel de carne,
o Js M Mo, ”
no pudo gasiwarlos
Por IGNACIO GACITUA
N
By
sabiendo que las pocas monedas que
1e quedaban en “el bolsillo no le alcan-
zaban para comprarlo. De repente oyó
que le decían desde atrás:
.— Le compro el pastel si tiene ham-
dre. —, E.
El que hablaba era un hombre más
dien. bajo, de edad mediana, Sin espe-
car respuesta, depositó las monedas ne-
lada historia. Cuando hubo terminado,
3 otro dijo: - :-”
.——- Usted es él Hombre que necesito,
Lo voy a emplear: -...... :
Llevó ál- mensajero a-uno de los
Jéores lugares del bajo fondo, cerca
le Times Square, -- i
Allí el hombrecito le dijo: ..
— Soy un ladrón que roba éspecial-
nente a las mujeres. Tengo algunas
deas y quiero dar un golpe grande en
Wall Street. La desgracia es que no
"onozco esos lugares, y por eso lo. na-
*esito a usted, que conoce todo, y tiene
libre acceso a todas partes; No tiene
jue temer nada: usted sólo me dice lo
que necesito saber y el resto corre por
mi cuenta. -
Los acontecimientos no se hicieron
esperar, El 13 de diciembre dos men-
sajeros de la “First Boston Corpora-
tion” entregaron un paquete. por valor
de 590.000 pesos en bonos de los Es-
tados Unidos, al U. S. Trust en Wall
Street. Lo dejaron caer por una ven-
sanilla, desde donde cayó sobre el mos-
trador. Segundos más tarde había des-
aparecido, Había otros mensajeros
an el lugar del hecho, .y “algunos
recordaron vagamente que un hombre
había abierto un diario al, pasar de-
lante de. la ventanilla. El hombre del
diario debió ser uno de los amigos de
Meyer Frankenberg, según la opinión
de dos detectives de la policía de Nue-
va York., Durante el bréve momento
en que el diario lo tapaba, Meyer sacó
le la manga una varilla de bambú en
suya punta estaba pegado un pedazo
le goma de mascar, traspasó con ella
a ventanilla y el paquete se pegó a la
'aña de bambú. Lo sacó rápidamente,
y sin pérdida de tiempo salió del es-
'ablecimiento. . .
La idea de Meyer fué tan buena, que
repitió el golpe en enero 28 de 1935,
cuando dos mensajeros armados del
banco de Manhatten depositaron
> 1.456.000 en bonos, sobre el mostra-
lor de C. J. Divine 3 Co. Esta vez la
fortuna desapareció sin la ayuda de
mn diario.
El pequeño ratero había robado más
de dos millones de dólares en bonos
del gobierno y quería retirarse de sus
actividades delictuosas, Pero primero
'enía que convertir los bonos en dinero,
sara realizar lo cual encontróse con
las dificultades que más tarde lo arrui-
naron. Cualquier joya que obtenía en
el transcurso de sus raterías las lleva.
ba a un negocio de compra y venta,
:uyo dueño le pagaba por la mitad de
u valor primitivo. Cuando Meyer l:
nostró los bonos a este “reducidor”,
1 hombre dió un paso atrás,
— Sáquelos de aquí en seguida —
rdenó. Pero como Frankenberg era un
ntiguo cliente suyo, le dió la dircc-
+6n de un especialista en falsificacio-
'es de bonos,
Este señor desilusionó muy pronto
: Meyer, ¿Quién compra un bono de
ien mil pesos sino es una respetable
astitución? Sin embargo, había otros
nedios, Primero había que sacarlos del
'aís. Segundo, antes de pasarlos a un
liente, había que cambiar el número
e cada bono y de cada cupón. Estas
Continúa en la nácina 551
Temiendo verse complicado en
El robo, Sedway se casó con
su novia antes de comparecer
nte la justicia
esarias en la ranura y tomó el pastel,
Tientras que los dos hombres comían,
1 mensajero contó su larga y desgra-