Full text: 28.1938,30.Mrz.=Nr. 1419 (1938141900)

MUNDO ARGENTINO 
1 laCe isimbs 
a 
Por ARTURO 
SILVESTRE 
L temporal ocurrió en la noche 
del 31 de marzo. “La Prensa” 
del día siguiente informa de él 
en estos términos, siempre sin 
inmutarse tipográficamente, como co- 
rresponde a la época: 
Es la segunda vez en pocos días de 
intervalo que una lluvia copiosísima 
se deja caer sobre esta región de la 
América, produciendo inundaciones sin 
ejemplo en el seno de la población. La 
inundación de anoche ha subido una 
vara más que la anterior en las calles 
por donde pasan los arroyos que cru- 
zan la ciudad. La lluvia, acompañada 
de un fuerte huracán del sudoeste y 
de una manga de piedra bastante 
grande, ha durado cerca de tres horas 
sin interrupción, volviendo a continuar 
desde las cinco o seis de la mañana 
hasta las once del día. En las calles 
donde pasa el “tercero” y en sus adya- 
sentes ha entrado el agua a las casas, 
tocando en algunos hasta la altura de 
vara y cuarta. Casas desplomadas, pa- 
redes caídas, muebles mercancias 
averiadas, personas dee han 
vuelto a difundir la alarma en la po- 
blación. A la verdad, este fenómeno es 
más serio de lo que creen las autori. 
dades del país, y creemos que no deben 
concretarse, como la primera vez, a 
recibir los partes oficiales de las des- 
gracias ocurridas, Es indispensable el 
nombramiento de una comisión de in- 
7enieros para estudiar la causa de es- 
tas inundaciones. Anteriormente las 
ntribuíamos a la violencia del viento 
del Este, que paralizaba las corrientes 
1 su descenso al río, como también a 
a creciente extraordinaria de éste. 
Mas hoy, en vista de haber reinado 
anoche viento favorable al desagie rá- 
pido de las calles; nos inclinamos a la 
opinión de muchos, cual es el haberse 
aumentado considerablemente el núme- 
ro de calles empedradas, que a más de 
0 permitir se resuma el agua y 
mentar así las corrientes, muchas 
de ellas. no tienen sus niveles bien di- 
rigidos, 
Eso de atribuirle la inundación a los 
empedrados no deja de parecernos una 
hipótesis un tanto ingenua, Digna, en 
verdad, de la época. 
Leemos en la misma edición de “La 
Prensa”: 
INUNDACION. — La de anoche ha 
sido mayor que la del diez, En la calle 
de Bolívar, Suipacha, Córdoba y Tem- 
ple las azoteas estaban llenas de fami- 
lias que, temerosas de perecer en el 
a9ua que inundaba las habitaciones. se 
habían acogido allí, 
Y más abajo: 
AHOGADOS. — En la calle de Co- 
mnercio han aparecido dos. A una seño- 
ra vieja que estaba a punto de ahogar- 
se cerca del arroyo que pasa por la 
valle de Estados Unidos; la salvó un 
individuo que hubo también de correr 
la misma suerte, — 
Enumerar aquí las desgracias pro- 
ducidas por el temporal, que los dia- 
rios consignan a grandes rasgos, re- 
sultaría un tanto prolijo y monótono. 
En la sección primera, por ejemplo, 
'a piedra rompió 84 faroles del alum- 
brado público, provocó derrumba- 
mientos. causó heridos. etc. 
UN SUBRTERRANFO 
moche ha corrido de tal manera la 
terra, que se ha descubierto un gran 
ótano cuyas dimensiones no hemos po- 
"ido distinguir bien, a pesar de haber 
ajado a él tres veces. La fuerza de 
as emanaciones y vapores despedidos 
le ese subterráneo apagó por tres ve- 
es consecutivas la mecha con que des- 
endimos a él, para poder dar a nues. 
ros lectores una iden exacta de lo que 
s, Tiene como cinco varas de largo, 
h seguida hay una pequeña bóveda de 
adrillo por donde apenas puede pasar 
mn hombre acostado, descubriéndose 
'espués una gran fosa como de diez .a 
'oce varas de circuito, cuya hondura 
0 hemos podido distinguir por haber 
arecido de luz. Con más detalles ha- 
laremos después sobre esta obra de 
endencias de la Compañía de Jesús. 
La Universidad todavía estaba en su 
ntiguo edificio de Perú y Moreno. 
EXCITACION DEL ESPIRITU 
PUBLICO - 
Dias después, los diarios nos permi- 
sen comprobar la excitación creada en 
2] espíritu público por las inundacio- 
1es, “La Prensa” del 5 de abril. por 
-jemplo, dice: 
Con motivo de las repetidas desgra- 
+as que han tenido lugar a causa de 
os últimos temporales, se ha produ- 
ido tal exacerbación en los espíritus, 
ue en todo se quiere ver una causa 
'e las inundaciones. Hay quienes tie- 
en la creencia de que estas son ori- 
'inadas por los administradores de las 
suas corrientes, que, encontrando lle- 
08 sus depósitos, rompen los caños 
ara desahogarlos, Parece imposible 
ue esta vulgaridad pudiese tomar in- 
"emento en algunas gentes. nero hr. 
Pero no todo resulta trágico, 
En uno de los encierros de nuestra 
Universidad — se dice en la misma 
edición de “La Prensa”. — el aoua de 
Ultimos días de marzo y primeros días de abril de 1870, año más de una vez 
"vocado en esta página, Vamos a sorprender ahora 2 Buenos Aires en una gran 
nundación, “Toda la ciudad «2 halla alarmada, y con razón — dice “La Nación” 
n su primer editorial del 3 de abril, — por los resultados presentes de los dos 
“emporales que hemos sufrido en menos de mes y medio; y por lo que esos terribles 
tmuncios de los elementos pueden envolver para el futuro. No hay memoria, en 
'os hombres de edad más avanzada, ni en la tradición que ellos conservan, de 
hechos semejantes a los que han sucedido. Los extremos Sud y Norte de la ciudad 
han sido anegados. La desolación de las familias y la pérdida inmensa sufrida, no 
on susceptibles de ponderación. Para comprenderla, figúrese cualquiera una casa 
londe el agua. ha penetrado en todas las habitaciones a una vara de altura. La 
erturbación de las familias, que no podían calcular hasta dónde iría el peligro, ha 
lebido ser inmensa. Todos los valores contenidos en las casas inundadas pueden 
'alcularse perdidos. Los sótanos inundados, los tapices sumergidos, los muebles, 
1asta las camas cubiertas por el agua durante toda una noche, deshechos completa- 
mente; los efectos de las casas de negocios que han quedado inservibles, el deterioro 
le las propiedades, el derrumbe de algunos edificios, la desolación consiguiente a 
stos estragos, forma un cuadro capaz de conmover a cualquiera y mucho más a 
os que en él son actores” Sarmiento pudo con alguna razón jactarse de que 
— durante su presidencia debió conjurar todas las calamidades... 
hos recientes han venido a confirmar 
le lo que es capaz de patrocinar la 
maginación fantástica de los pueblos. 
iyer, al ir a practicar un ingenierc 
municipal, con varias cuadrillas de peo 
:es ciertas obras requeridas en el em. 
'edrado para precaver en parte nue- 
'as inundaciones, hubo de formarse un 
totín en los arrabales, cuyo objeto era 
vacerse evidenciar la bondad de los fi 
ves que la Municipalidad se proponía 
Tué preciso la intervención de vecinos 
espetables, que unidos al ingeniero di. 
uadiesen a los promotores, para cal. 
nar la excitación que se iba produ- 
“endo, Esas buenas gentes creían a 
nes juntillas que se trataba de cons- 
irar contra sy seguridad. 
LA POPULARIDAD DE ADOLFO 
ALSINA 
He aquí un rasgo que quizá expli- 
que un poco la popularidad de que dis- 
frutaba Adolfo Alsina, a la sazón vi- 
cepresidente de la República, Esa po- 
pularidad que, cuando murió el cau- 
dillo, precipitó al pueblo sobre la cama, 
“cortándole el pelo, en una curiosa ido- 
latría”. Transeribimos de “La Pren- 
3” del 5 de abril: 
Generoso siempre, el doctor Adolfo 
Alsina, que era vicepresidente de la 
República, hizo una importante do- 
nación en favor de las víctimas de la 
inundación, que fueron muchas.. 
Por la es- 
quina de 
Florida y 
Viamonte, 
donde está 
ahora el 
Ceniro Na- 
val, pasada 
en 1870 uno 
de los fa- 
mosos “ter= 
ceros” que 
provocó la 
yan inun- 
lación a 
que se re- 
tiere esta 
crónica. 
awvidando las necesidades y dolencias 
le su potria, son acreedores a la, con- 
sideración de sus conciudadanos. Por 
nuestra parte, ofrecemos muestro dé- 
»l contingente con toda la espontanei- 
lad que nos caracteriza, 
Y gestos como éste eran frecuentes 
n Alsina, ”. , 
INESPERADA CONSECUENCIA 
" noticia de “La Prensa” del 1 de 
oril: 
UNIVERSIDAD. — A causa del 
nal tiempo no han asistido a las clases 
ino muy pocos estudiantes, De los pro- 
'esores tan sólo acudió el Sr. D. Ma- 
“ano Larsen, a pesar de hallarse en- 
vermo, y el secretario Dr. Alvarez. Fe- 
icitámoslos por su celo y actividad en 
de cumplimiento de. sus: deberes. 
El contenido y el continente, todo, es 
leliciosamente genuino de la “gran al- 
- Pero hay algo mejor en este sen- 
ido: 
LITERATURA. — Se dice con mu- 
has miras de verdad, que se va a au- 
rentar el sueldo al Sr. D. Mariano 
Larsen, catedrático de Ser año de La 
eratura de la Universidad. Bien lo 
nerece, pues el Sr. Larsen ha sido el 
'"undador de dicha clase, regenteándo- 
2 durante tres años casi de balde. 
¿Cómo no iba a justificar un aumen- 
d de sueldo el único profesor que asis- 
16 a dictar clase el día siguiente al 
sran temporal? “La Prensa” parece 
taber olvidado circunstancia tan nota. 
Je. 
El Dr. Adolfo Alsina acaba de ini 
iar una idea, que merece el aplaus( 
seneral. En una carta que dirige hoy 
1 la redacción de la “Tribuna”, pide 
a cooperación de la prensa para llevar 
+ cabo la idea de levantar una subs. 
Tipción destinada a socorrer las fami. 
ias pobres que han sido perjudicadas 
or la última inundación. Dando prin- 
ipi0 a la realización de su noble pen. 
'amienito, el doctor Alsina se subscribe 
or cinco mil pesos. Funcionarios co- 
no éste, que permanecen en contacto 
on el pueblo de que surgieron, Y que 
10 Be iNnfatúan con 9u alta mosirión
	        
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