5 de Abril de 1938
Hace tantos años...
(Continuación de la página 48) k
Transformar este lugar en un palacio
de oriente, Con algunos decorados, una
xuena mano de pintura y una pista de
valle...
— No digas disparates, Rudecindo.
,Qué hacemos aquí con un palacio de
riente? Sería tirar la plata por la
"entana.
— Un palacio de oriente con “Rud-
y” Larguía y su orquesta va a sa-
udir la modorra provinciana, y verás
. todos los fósiles luchando por con-
eguir una mesa al lado de la pista
'e baile. Y no te olvides, don Liborio,
ue la juventud es tan despierta aquí
omo en la capital, Lo que le falta es
in lugar alegre de sólida reputación,
omo es este viejo hotel, y se llenará
e familias. No soy jactancioso, pero
e aseguro que las mesas se tendrán
ue reservar con días de anticipación.
-— Pero, Rudecindo,.. — empezó a
rotestar el abogado, confundido y
larmado por semejante proyecto, tan
»Jejado de sus pensamientos rutinarios,
-— No me opongas obstáculos, don
iborio.
— Pero tu contrato...
— Aquello puede esperar, Además,
quí tendré algo que será en parte
Ka, y uno trabaja mucho más a gus-
> en su propia empresa. El único in-
onveniente que veo es si Clarita no
uisiera aceptar un socio en su hotel.
— De eso me encargo yo — aseguró
"aredes. Y para cubrir su confusión
- Su secreta alegría, llamó al mozo.
— ¡Hum!... ¡Hum!... ¡Venga, mo-
o!... Sírvanos una caña quemada. Te-
:emos que festeiar un acontecimiento.
impedido el que aquel establecimiento
brosperara en la misma proporción en
ue nuestra juventud es digna de ins-
Tuirse, y muestros maestros capaces
le enseñarla. Felizmente, el día de hoy
e van removiendo todos los obstácu-
08; y la instrucción pública es uno
le los primeros y más afanosos cuida-
os del Gabierno, en medio de las aten-
“ones de la guerra y de la orgamniza-
ón nacional. Después de deteriorado,
/ aun se dice que ruinoso, el edificio
"2 que antes estaban las aulas, se ha
onvertido en universidad, en: poco
“empo, y sin perdonar sacrificios, las
¡bscuras y anchas bóvedas del novi-
“'ado de un convento. Lo penoso de
'sta obra ha impedido que el acto es-
volar haya empezado más temprano
2 el presente; pero, en fin, ya hace
th mes que la nueva universidad está
'bierta. Aun no es bastante capaz el
cal, pero los trabajos no cesan en
] edificio bajo; y él tendrá muy pron-
o toda la elegancia, capacidad, aseo,
1 proporciones necesarias para recibir
a juventud que se presenta a las dis-
intas enseñanzas. El actual Rector de
'a universidad es demasiado conocido
nara que su mérito necesite de la re-
'omendación del Mensajero; pero es
uy plausible la conducta que este se-
lor observa en su nuevo destino. Me-
odizar la enseñanza; formar un plan
le estudios, que, o no lo había, o no
se observaba, al menos en los estudios
»reparativos; erigir nuevas cátedras,
wdenar las existentes; hacer, en fin,
ne nuestra universidad sea digna de
Juenos Aires; he ahí los objetos de
me se ocupa el Rector con su celo in-
ratigable, y sobre los que llama. la
itención del Gobierno. El “Mensajero”
sperará que se haya acabado el plan
yeneral. de estudios para dar de él al
úblico una cabal idea, y hacer cuan-
'as reflexiones le parezcan oportunas.
Sntre tanto, la instrucción pública es
“no de los objetos a que se contraerá
"0 especialidad, y este artículo apa-
ecerá con bastante frecuencia an sus
úmeros. —,
La obsesión rivadaviana lo ganaba
“Odo:
Sentado cómodamente en una primo-
osa butaca pintada al laqué, frente a
2 mesita de mosaicos representando
na escena de la Persia legendaria, el
ajero de Fernández y Fernández pe-
;ó un codazo al aire en dirección a su
el acompañante en las comidas del
Totel Praga. Habían pasado varios
neses desde la última” vez que hubc
enado en aquel salón, porque debido
1 las refacciones, se vió obligado a
uebrar su vieja costumbre de sen-
arse en esa mesa del ángulo noroeste
Yel comedor, - .
Ante sus ojos ahora se desarrollaba
1 espectáculo de feérica magnificen-
la. La mustia habitación de antaño
e había convertido, como por arte de
1agia, en el interior de un templo
omo lo describiera algún Marco Polo
n viaje por tierras exáticas e ima.
rinarias,
Una concurrencia elegante y dispues-
2 a divertirse colmaba aquel palacio
e oriente con su vida agitada y ale-
Te, especialmente en la pista de baile.
Después de dar el acostumbrado co-
azo, el cajero dijo, hablando por de-
rás de la mano:
— ¡Allí van! Mirala a esa Clarita.
Juién la ha visto y quién la ve!
— ¡Linda pareja! — respondió el
aterpelado. — Y tienes razón que ha
ambiado la niña. ¡Si parece una es-
rella de cine! ¡Quién hubiera dicho
¡ue el viejo hotel de Fuensalva se iba
¡ convertir en esto! Clarita se -hará
ica,
—— ¿Ciarita, dices? ¡Qué esperanza!
1] que se lleva la plata aquí es ese
ividor de Rudecindo. que el padra echó
le la masa
La pobre herencia
(Continuación de la página 5)
Luego, volviéndose hacia don Libo-
io, preguntó con una voz tensa:
— ¿Quién . administra los bienes de
larita?
— ¡Pues yo, hombre! — respondió,
wrprendido, el abogado. *
— Y las cosas van mal, ¿no es así?
— Desgraciadamente, tienes razón.
"l.nuevo hotel le ha quitado casi to-
lo el negocio, y por más que me ocu-
e de mejorar las finanzas, no se pue-
ie hacer gran cosa sin clientes... y
sin crédito,
— ¿Aceptarías un socio?
— Ya lo creo. Pero ¿quién se embar-
a en un negocio fallido como éste?
“Ruddy” lo miró sonriente:
— Yo — dijo con firmeza,
— ¿Tú? ¡Si tú tienes que volver en
seguida a la capital! ¿No me dijiste
que estabas por firmar un nuevo con-
:rato con tu orquesta? Y lo que es por
:apitales, me sé muy bien que no tie-
1es gran cosa después de pagar las
leudas que te dejó tu pobre padre,
—.No es mucho, ya sé — replicó
*Puddv”. — pera es suficiente para
hos 15) ITUTO NAT
ENATAMIENTO veas ENFERMEDADES ||| DIRECTOR: DR WAIN,
CRÓNICAS, Por MÉTODOS NATURALES ¡| RIVADAVIA 5170
SE AT IZENDE CORRESPONDENCIA
DS.+
64
— ¡Siempre mal pensado! Ese Ru.
.ecindo es un muchacho de lo más sim-
ático, y tiene amigos por todas partes.
idemás, me dicen que dejó un contrato
uculento en la capital para trabajar
:quí en su pueblo. Y todos estamos
ontentos y también orgullosos. ¿Por-
[uÉ no? Es un gesto digno de uno de
os nuestros.
—.Todo estará muy bien. — comentó
griamente el cajero. — ¡Pero yo te
ecía que este “Ruddy” — ¿qué nom-
Yes gringos son éstos? — y el viejo
icapleitos estaban tramando algo su-
io. Ya ve si no tenía razón, Se han
tuedado con el hotel de esa pobre
iña.
— Ja, ja! ¡Esta véz sí la erraste,
iejo envenenado! Don Liborio me con-
Ó, hecho una pascua, que la niña
quélla no sólo se queda con el hotel,
ino también con el mismo “rey del
azz”. ¡Y eso que parecía una. mos-
vita muerta!
*n las escenografías una pobreza y un
nal gusto a' toda prueba”...
¡Se dirá que estos sen detalles ais
ados! Y es cierto, pero no por eso me-
108 importantes, pues bastaría anali-
zarlos durante cinco minutos paza ad-
rertir que cubren una parte inmensa
le la cinematografía,
No debemos olvidar que nuestro sép-
imo arte aspira a conquistar, en un
uturo no lejano, mercados extranje-
"os. Aspira a ser pagado y admirado
»r un público que, desde hace años,
idmira y paga las películas de Hol-
'YWood, a cuya calidad está acostum-
rado. Y nosotros, para apoderarnos
de ese público, ¿comenzamos por negar-
108 a estudiar en Hollywood, en cuyas
wlas deberíamos estar sentados hace
"ato? ¿O es que nuestros directores y
rxroductores creen, cándidamente, que
ara hacer grandes films bastará con
70ner en juego la clásica “viveza
triolla”?...
De cien cosas que en materia de
:ine aprendamos a hacer, noventa nos
vendrán de Hollywood, El resto serán
huestras..., si no las aprendemos de
Inglaterra o de Francia, Y si esto pro-
voca algún «desconsuelo, no olvide
nos que Hollywood, con serlo que es,
un en pleno año de 1938 busca en paí-
:es extranjeros todo cuanto haya de
ueno para llevarlo a sus estudios. No
Ividemos que todos los años aparecen
uera de Norte América genios técni-
08 que descubren cosas, y a quienes
Tollywood va a buscar; directores per-
nalísimos que Hollywood conquista;
+rtistas nuevos que tienen algo que
nseñar... Y que en todos ellos Hol-
ywood aprende algo que cada vez lo
ngrandece más y más.
Y si aquellos grandes directores y
¿roductores todavía estudian y recono
en que aún hay quién puede enseñar-
es, ¿qué queda para los nuestros?...
Una fuente de enseñanza...
(Continuación. de la página 44)
AAA CECI
TLLLLECIIOS
las? ¿Acaso el noventa por ciento de
llos no hablan en falsete o adoptan
in absurdo tono declamatorio hasta pa-
2 las frases más insignificantes?
Quién no ha visto veinte veces el ros-
ro de Tito Lusiardo, de Florencio Pa-
ravicini o de Juan Carlos Thorry
barcando toda la pantalla, a pesar
le que cualquier director con una piz-
'a de sentido común comprendería que
linguno de ellos fotografía bien en un
ximer plano? ¿Quién ignora que has-
a Pepe Arias acabará por malograrse
i se insiste en no utilizarlo más que
ara colocarlo ante la cámara, hacerle
iecir un chiste y luego retirarlo, como
nvariablemente se ha venido haciendo
hasta ahora? ¿Y no es, acaso. común
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