Full text: 28.1938,6.Apr.=Nr. 1420 (1938142000)

6 de Abril de 1938 
o DAA 
LA DERROTA 
1 (Continuación de la página 29) * | 
ranta, 
”Escuchaba gritos confusos y leja- 
105; por eso me puse a gritar, guiado 
dor una esperanza: “¡Agua! ¡Agua!” 
"Sólo el eco se solidarizó con mi 
nalabra. 
Volví a gritar con nuevas esperan- 
as. ¡Pedía tan poco! Un sorbo de 
18Ua, por el -que habría dado la mitad 
7 aun más de la poca sangre que en 
ni cuerpo quedaba. 
”No contestaron: no apareció el “al- 
guien” en quien confía siempre el con- 
lenado. 
”Empecé acariciando los labios; des- 
vués. los mordí con rabia, y un sabor 
salobre me hizo comprender que estaba 
bebiendo mi propia sangre. Creí cal- 
mar la sed con: ella, pero sólo logré 
hacerla más espantosa. Un instante 
an horrible como el de un hombre a 
Junto de morir por falta de agua, hay 
que vivirlo para conocerlo. Esa esce- 
10 no puede reproducirse con palabras. 
”Yo perdía el conocimiento pidiendo 
de beber y lo recobraba para seguir 
pidiendo. Otros heridos hacían lo pro- 
pio desde distintos sitios de aquel cam- 
po ensangrentado. Nadie nos escuchó. 
"Cansado de implorar la proteccción 
lel hombre, miré hacia el cielo, que es- 
aba límpido y azul bajo la gigantesca' 
:ampana cuyo borde forma el horizon- 
e al besar el espacio. Todo era paz en 
>] infinito que existe sobre los seres 
1umanos. Sólo lo humano era sangrien- 
0 por cruel, y cruel por apasionado, . 
”Mi sed no tenía fin, Semejaba un 
xírculo, cuyo término jamás se encuen- 
:rá, por mucho que en torno de él se 
1é vueltas. 
”Sin saber por qué lo hacía, pensé 
n Dios, recordando a mi anciana ma- 
ire en los instantes en que se arrodi- 
laba ante un altar para rezar junto 
1 mi esposa, también arrodillada, con 
ni hijita en brazos. 
”Yo no era creyente. Los guerrille- 
70s no lo fuimos nunca. Sólo había re- 
ado siendo muy niño, para luego olvi- 
larlo todo. Sin “embargo, la oración 
xrotó de mis labios cual si alguien me 
a dictara desde lo alto. 
”Usted puede creerlo o no, pero sen- 
d que el rezo humedecía mi boca, Pa- 
ecía que soplaba junto al mío el alien- 
0 vivificante de un ángel: el de mi hiji- 
a. Después lloré. No se burle: el hom- 
re puede llorar sin ser cobarde. Así, 
lorando mientras rezaba, perdí nueva- 
nente todo conocimiento. - 
”Junto con el aire fresco de la no- 
'he que entraba me despertó un com- 
Jañero que recorría el campo de ba- 
alla. Luego llegaron otros. —. 
”Por ellos me enteré de que había- 
mos ganado al precio de mil muertos y 
Joble cantidad de heridos. 
- Pedí agua, sin que pudieran brin- 
lármela. Alguien me aproximó un pu- 
iado de yuyos, y empecé a masticarlos. 
”A lo lejos, grandes fogatas y ale- 
zres toques de diana anunciaban que 
nuestros compañeros se disponían a 
elebrar la victoria, 
"Encontré fuerzas en la debilidad 
zuando levantaron mi cuerpo ensan- 
rrentado. Encontré las fuerzas que ne- 
sesitaba para hablar. No dije mucho; 
stas pocas palabras: “En el triunfo de 
quien destruye sólo hay derrota” 
— Qué hizo después? —. pregunté, 
ratando de inducirlo a que continuara. 
— La espantosa derrota real que des- 
:ubrí en el fondo de lo que mis compa- 
ieros llamaban victoria, me hizo aban- 
donar las guerrillas para siempre, Nc 
juise- continuar siendo verdugo de mis 
¡emejantes. 
-¿Y después? — volví a preguntar, 
— Ríase si quiere — contestó, .— 
Jespués me hice místico. Ahora creo 
Una mesa -toilette coqueta 
V económica 
so, sin cortina, siempre que 
a mesa se apoye a la pared. 
La cortina es corrediza, 
:olocada con anillos que se 
sujetarán bajo el borde de la 
nesa. 
Y estará al alcance de las 
prácticas coquetas hacer pe- 
jueños cajones ubicados den: 
Yo del cortinado, para hacer 
le esta linda idea práctica. 
también un mueble “có- 
moda”. 
d AY que reconocer que los 
» 2 muebles “fantasías” es- 
:án caros; por lo tanto, es 
siempre bien recibida la idea 
xráctica que no excluye la 
degancia usando material de 
Joco costo. . , 
Con una mesa de madera 
Sanca, en la cual se aplicará 
ma tela unicolor o estampa- 
da, poniendo en las aristas 
in listón de madera brillan- 
e, podrá hacerse un lindo 
“oilette. La parte de atrás de 
'a mesa puede ir, en todo ca- 
¿Cómo se h 
ac 'amón” 
e la manga “[amón'* 
JE 
“€ 
. Mm 
3 
Fig. 2 
. muy fácil. Didujada la manga de base, común, habrá que hacer las 
siguientes modijicaciones: se tiene un rectángulo que mide largo de 
nanga por mitad medida -de sisa, Se señala la medida de codo, y se une 
1 UN extremo del puño. Se prolonga esa misma línea del codo hacia arriba, 
1 una altura de 15 em, del rectángulo. Si la manga lleva. costura bajo el 
orazo, la línea de bocamanga será curva y pronunciada, como se advierte 
2 la fig. 1. 
Cuando la manga se coloca a 15 em. del hombro, entonces. al mismo di- 
bujo anterior se le debe marcar la sangría que puede verse en la fig. 2: 
frente el punto que corresponde al codo, se entran 2 ems., y se une ese 
punto con arriba y el puño, mediante una curva. Además, en este caso, 
'a curva de arriba de la manga, vale decir, de la bocamanga, es menos 
ronunciada que en el caso anterior. Se cose al cuerpo, haciendo jrunces 
> tablas. 
-.. 
71 
2n Dios y la paz del hombre, Estudié 
mientras me curaban almas caritati- 
vas. Cuando estuve curado, viajé tra- 
Jajando en los barcos, y aprendí más. 
Soy maestro, tengo una escuela peque- 
ña y jamás he vivido más contento, Vi- 
viría completamente feliz si hubiera en- 
:ontrado a los míos, a los que perdí 
mientras vivía matando. Pero ellos des- 
aparecieron. 
Próspero clavó la mirada en un pun- 
:0 imaginario y no quiso hablar más, 
Era hombre muy dado a adoptar 
ictitudes contemplativas: pensaba. 
Se despidió, y jamás volví a verlo. 
Si vive, seguirá rodeado de niños en 
3U pequeña escuela, porque en él ya 
había muerto ese especulador de dis- 
ancias que vive en todo aventurero. 
Próspero Morales era así: un hom- 
dre interesante, de cuyo presente se sa- 
día poco, y de cuyo pasado sólo puede 
referir este episodio que él llamaba 
“la derrota”, 
La desvalorización del... 
(Continuación de la página 23) 
vz 
¿CUAL ES LA SOLUCION? 
Desvalorizar oficialmente al peso fué 
“area sencilla, pero valorizarlo es suma- 
mente dificil. La solución está, entonces, 
2n un vastísimo plan de gobierno, capaz 
de hacer entrar en equilibrio el valor 
actual del peso; es decir, hacer que se 
aumenten los sueldos y salarios en la 
misma medida que se ha desvalorizado 
21 peso. Asimismo, pero en sentido in- 
verso, los arrendamientos de los campos 
que han subido de acuerdo al valor apa- 
vente de los productos agropecuarios de- 
den rebajarse de acuerdo al valor real 
de la moneda. 
Como vemos, los quebrantos comercia- 
les no son consecuencia de la sequía, ni 
nuestra empaña ha tenido un mejora- 
miento efectivo. Por el contrario, nues- 
tra campaña se ve abocada a una situa- 
ción de sumo apremio, y sólo podrá sal- 
varla un amplio criterio de buen gobier- 
no, capaz de hacerse cargo de la reali- 
dad de las cosas. Aquí se trata de una 
grandiosa tarea nacional, donde el go- 
bierno y población comprendan y ¡oo- 
peren. De lo contrario, a corto plazo el 
País se verá envuelto en la bancarrota. 
Hoy son los quebrantos comerciales, pe- 
ro cuando las cosas lleguen a los ban- 
cos, la caída será mernendicular. 
El silencio apasionado 
(Continuación de la página 51) 
TE ——n— 
jaba en su rostro el tormento de la 
ausencia; — Ghislaine enfermera... 
Finalmente, apareció ante su vista 
una fotografía grande: dos jóvenes 
vestidas con blusa blanca, en una sala 
de dispensario, junto a un hombre jo- 
ven también vestido de blanco, 
Cristián nunca había visto esa foto- 
grafía. 
— ¿Es tu dispensario? — preguntó. 
Ghislaine perdió de pronto su aire 
indiferente. La pregunta que acababa 
de hacerle su esposo había logrado sa- 
carla de esa situación, y Cristián vió 
una mano temblorosa que le arrebataba 
casi violentamente la fotografía, 
— ¡Deja esos álbumes tranquilos! — 
gruñó ella. — Ya te he dicho que están 
dien allí. No tendremos lugar para 
sllos en París. 
Al mismo tiempo tomó los álbumes y 
los repuso en la biblioteca, cuya puerta 
cerró con llave. 
Estos modales eran tan extraños en 
Ghislaine, que Cristián creía soñar. 
¡Ghislaine impaciente! No replicó. Su 
esposa era para él un objeto tan frágil 
v precioso, que apenas se atrevía a to- 
car, No dijo nada, pero recordó que la 
iltima palabra que había pronunciado 
fué la que desató ese extraño reflejo 
2n Ghislaine, Y esa palabra era: 
“Dispensario,.., dispensario...” 
Continuará en el próvimo número.)
	        
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