Full text: 28.1938,13.Apr.=Nr. 1421 (1938142100)

, MUNDO ARGENTINO 
=-“ RED, el pelirrojo, pasó por el 
pueblo al tranco lento de su ala- 
zán, y cuando se encontró frente 
a Bob Gunner, lo saludó sonrien- 
do en su manera juvenil y simpática. 
Luego salió del pueblo por el camino 
que iba hacia el desierto. -.:- , 
Había ocasiones en la vida del “she- 
riff” Bob Gunner, cuando sus deberes 
le obligaban a una larga y paciente es- 
pera; pero en ese instante terminaba su 
actitud contemplativa. Como no sabía 
la dirección que llevaría Fred, Gun- 
ner fué hasta el galpón, montó el ca- 
ballo ya ensillado, y también, abando- 
nando el pueblo, hizo -un largo rodeo 
a través del terreno quebrado, hacia 
el sur, para continuar internándose en 
aquel desierto cálido y monótono. : 
Mientras viajaba así sobre el lomo 
de su tobiano lerdón, pensó que si 
an hombre tiene suficiente paciencia 
para juntar cabos, las cosas siempre se 
llegan a descubrir con el tiempo. Y el 
“sheriff” era un hombre paciente, Los 
años le habían enseñado la sabiduría 
de esperar que la fruta madurase por 
sí sola en aquel país de hombres vio- 
lentos. . 
Este Fred que le preocupaba erá un 
jovencito que se había criado en la.zo- 
na, un tanto alocado y dispuesto a ha- 
cer su voluntad. Y como muchos de los 
jóvenes en aquel país de días lentos y 
horizontes cerrados, a veces sentía la 
necesidad de ocuparse en algo, en cual- 
quier cosa, para no dejarse vencer por 
el tedio. El “sheriff” lo había visto sa. 
lr repetidas veces'en dirección al oes- 
le, nadíe sabía precisamente dónde, en 
aquel páramo seco e -inhospitalario. 
Pero el ojo experto del policía había 
notado, por Varios pequeños detalles. 
A 
Cuento nor PABLO LUNA 
que Fred se veía con Oscar Lake en 
algún lugar. allá en la lejanía.. Y ese 
Lake era un cuatrero peligroso que el 
policía tenía orden de detener. * 
Gunner conocía el terreno que pisa- 
ba- casi mejor que la propia mano, 
Sabía muy -bien que sólo. donde había 
agia era posible hacer un acampa- 
mento, y la dirección que llevaba -el 
muchacho indicaba un lugar de cita 
hacia el sur de “Los Sauces”, Hacien- 
do cálculos imponderables, mezcla de 
un “poco de intuición y otro poco -de 
lógica, resolvió que aquel lugar “de ci- 
ta debía ser el llamado “Real del di- 
funto””, y al caer la tarde, calurosa y 
cargada de polvo, llegó hasta el arro- 
yito rocoso y desensilló. Al hacer esto, 
pensó en lo inseguro y peligroso que 
era estar sobre la pista de un hombre 
que - nunca- -había visto, pues trataba 
de imaginarse de que cómo podía ser 
Lake, guiándose por las: descripciones 
que le habían remitido. Encendió un 
fueguito, y allí, entre las barrancas 
lógobres que rodeaban el ojo de agua, 
esperó la llegada de los citados. 
No tardó en oír el paso de caba- 
llos entre el pedregullo, y de pronto 
aparecieron sobre la loma dos jinetes, 
El “sheriff” no levantó la vista hasta 
que no estuvieron casi frente a él, mi- 
rándole a través de los reflejos rojizos 
de las brasas, Al levantar la cabeza, 
nó ante sí un hombre delcado v en- 
'ermizo, en cuyo rostro la maldad ha- 
día dejado su honda huella. El otro 
Ya alto y ancho de espaldas, y su 
sombrero negro le daba un aspecto 
intoresco de bandido siciliano. De in- 
nediato, Gunner lo reconoció. Era Os- 
ar Lake. E 
— Buenas tardes — saludó el “she- 
iff””, imperturbable, observándoles 
ranquilamente.- Luego armó un ciga- 
rillo con la vista siempre. sobre el fue- 
muito, -sin mostrar: el menor interés 
»r los recién llegados, Pero estaba 
ensando, sin embargo, que “el caso de 
vake se le presentaba difícil, y que la 
resencia del socio complicaba bastan- 
e la situación. Cubiertos de polvo 'y 
.,videntemente fatigados, los dos hom- 
res traían todas las señales de haber 
legado desde una larga distancia a 
:Aballo. Cuando se sentaron frente al 
'ogón, el “sheriff”. les. ofreció tabaco. 
La mano de Lake que extendió ha- 
ia la tabaquera presentaba las mar- 
'as de una vida nada pacífica, con las 
iejas cicatrices que cruzaban la piel 
'ugosa y encallecida. Después de ha- 
erse servido, el temible delincuente 
ió su cigarrillo sin el. menor temblor 
yerceptible en sus dedos manchados 
le tierra y nicotina. Era evidente que 
10 había reconocido. aun policía, ya 
jue Gunner estaba vestido de: particu- 
ar, como acostumbraban- los “sheriffs”, 
De pronto se escucharon las pisadas 
le otro caballo. Y su-jinete, al entrar 
:n el círculo de luz, saludó con voz 
'ordial: 
El. “sheriff” pensó, mirando a través del humo, que este hombre sería rápi- 
do con el arma, porque se veia en él al cuatrero de larga experiencia, difícil 
de sorprender. 
— ¿Cómo van las cosas, Oscar? 
zunner giró lentamente sobre los ta- 
ones y miró fijamente al recién llega- 
lo. El rostro de Fred se alisó en una 
xpresión de repentina seriedad, deno. 
ando una honda sorpresa, Recibía el 
relpe tratando de ocultarlo, lo que ha- 
a evidente a'los ojos conocedores del 
sheriff” que su.presencia le causaba 
n gran desasosiego. —  — , 
Con un. seco “¡Qué tal!” le respondió 
1 bandido. No dijo más, pero Gunner 
omprendió perfectamente que había en 
sas dos palabras una pregunta y una 
dvertencia.- Lake, que desconocía el 
erreno y :las: personas que habitaban 
n él, estaba pidiendo informaciones 
1 Fred respecto de este desconocido 
ue había hallado en el “Real del di- 
nto”. - 
El muchacho, sentado en cuclillas 
rente al fogón, arrancó una planta 
el suelo y empezó a dibujar sobre la 
'rena. Gunner sabía que esos dibujos 
odrían significar. su muerte, y siguió 
ensamente las huellitas que hacía Fred 
on la ramita. No tardó en ver que 
ada significaban: esas marcas, -Fred 
10-lo delataría, al menos en ese mo- 
ento. Su reacción instintiva fué de 
roteger al hombre que había conocido 
'esde la infancia, Lo tenía a su mer- 
ed en esa trampa en que voluntaria. 
nente se metió cumpliendo con el de- 
er; pero Gunner había jugado nada 
nenos que su vida en esa instintiva 
ealtad del pelirrojo, que se estaba in- 
Tinando hacia una vida aventurera y 
lelincuente. Cuando se tiene un fondo 
ENO... : 
Otra sombra apareció corriendo so- 
re el desierto, y se oyó claramente 
! rvalonar de un nuevo lineta que. 
antes de acercarse, saludó desde lejos 
:0n voz vibrante y despreocupada. En 
vocos segundos desmontó. y apareció 
2n el círculo de luz, dirigiéndose ante 
odo al ojo de agua donde 'apagó su 
sed a- grandes sorbos. Luego, incorpo- 
-ándose, dijo: — 
— Qué día de calor! — Y fué a 
sentarse en cuclillas enel hueco que 
lejaban los otros alrededor de las 
rasas. Recorrió con la mirada aque- 
los cuatro rostros en forma rápida y 
:omprensiva, El “sheriff”, el muchacho 
7-los- dos bandidos.. No dió la menor 
eñal de reconocimiento, a pesar de 
e, en su calidad de dueño de todo 
iquel campo: árido y extenso, conocía 
Jerfectamente a Gunner y al pelirrojo, 
7 podía, sin esforzar su imaginación, 
1bicar a los dos extraños en la cate- 
zoría de cuatreros o prófugos. 
El “sheriff” fumaba como si estu- 
riera envuelto en: sueños apacibles, los 
jos semicerrados, rumiando el silen- 
10 que tanto aman los hombres de 
as grandes planicies. Los ojos de La- 
ce, en cambio, eran dos ardientes po- 
08 negros que seguían cada movimien- 
o de Gunner con alerta desconfianza. 
El “sheriff” pensó, mirando a tra- 
'és del humo, que este hombre sería 
ápido con el arma, porque se veía en 
1 al cuatrero de larga experiencia, di- 
ícil de sorprender. Agachado allí so- 
xe la lumbre, hizo su composición de 
ugar, y cristalizando en pocos segun- 
lo las: probabilidades que tenía de 
xrender a Lake, comprendió que el 
ixito de su pesquisa dependía del com- 
añero de Lake, porque si bien éste 
mpezaría a tirar a la primera pala- 
"Continúa en la várina 251
	        
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