Full text: 28.1938,13.Apr.=Nr. 1421 (1938142100)

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ET 
18 de Abril de 19838 
erudición, de mi caligrafía y de mi lar- 
po título de oficial de secretaría. de Sa- 
la, etcétera, etcétera, sólo llegué a ga- 
nar mis buenos cuatro mil reales al 
año. Y como aquél era mucho título 
para tan poco sueldo, empecé a tentar 
fortuna por otro lado. . 
— ¿Por el lado del 'téatro? 
— Justamente. Me acerqué a él comú 
autor. A fuerza de escribir sentencias, 
y de empaparme bien de los “resultan- 
dos” y los “considerandos”, me puse 
a considerar que bien podría resultar- 
me algún beneficio escribir para el tea- 
tro. En colaboración con un compañero 
escribí una piecita que se titulaba: “A 
tara o cruz”, que se estrenó en el tea- 
tro del Duque de Sevilla, en 1908. Pron- 
to hará treinta años; pero no saque us- 
ted de esto unas conclusiones exagera- 
das con respecto a mi edad, pues quiero 
advertirle que yo también he sido un 
eutor precoz, aunque no tanto como los 
Quintero. 
— Tenemos entendido que los Quin- 
tero estrenaron su primera obra a los 
17 años... 
— Así es. Se titulaba “Esgrima y 
amor”. Cuando yo ofrecí mi primer es- 
treno, no tenía 17 años, pero tampoco 
estaba muy lejos de los veinte... 
— De los veinte para arriba... 
-— De los cuarenta, querrá usted de. 
tir. El refrán se refiere a los cuarenta 
años... . 
— Nosotros no nos referíamos al re. 
frán, sino al estreno de “Cara o cruz”, 
— Fué todo un éxito — replica Gar- 
cía León, eludiendo el espinoso tema -4e 
la juventud. — Tanto, que al poco tiem- 
po me estrenaron otra piecita cómica 
en el mismo teatro del Duque. Se titu- 
laba “Truqui”, obra que después tuvo 
una segunda parte, que estrenamos con 
a título un tanto cabalístico de “Simi- 
liquitrugui”. En años sucesivos y tam- 
bién en colaboración, fuí estrenando to- 
das estas obras: “Tierra llana”, zar- 
zuela; “El pago de los lobos”, drama 
lírico; “Húsares de la princesa”, zar- 
zuela; “Bizcotela”, entremés; “Los es- 
clavos blancos”, comedia dramática; 
una pieza cómica de título paródico: 
“Cuando los hijos de Adán no son los 
hijos de Evarista”, y la comedia “Papá 
tiene un hijo”, que me juzgó antes que 
nadie el público de Buenos Aires. — 
— Y actualmente, ¿no tiene usted 
nada en gestación? 
— Un autor siempre está gestando 
algo. Lo que no sé es cuándo volveré a 
estrenar. A los veinte años, cuando yo 
estrené mi primera obra, la impacien- 
cia no me dejaba dormir, A treinta años 
de aquella fecha, no es la prisa lo que 
me quita el sueño... Cada edad re. 
quiere su ritmo... 
— A propósito: según acaba usted de 
deeir, treinta y veinte son cincuen- 
ta, ¿no?... 
— Para sacar esas cuentas no hace 
falta ser ningún genio de las matemá- 
ticas. Eso lo sabe hasta cierto colega 
mío, que nació el año 90 y según él 
recién va a cumplir 40 años... 
— Será que no cuenta los años de 
colegio, .. _ 
— Hombre, y en eso tiene razón. 
¡Para lo que le sirvieron!... 
ACTOR FILODRAMATICO Y ESPE- 
CIALISTA EN BANDOLEROS 
— ¿Cuándo se inició usted como 
actor? . 
— En mi época de pendolista. Em- 
pecé a actuar en un cuadro de aficio- 
nados. Por aquel entonces conocí en Se- 
villa a un viejo y gran actor, don Pedro 
Delgado, que tuvo su celebridad en los 
tiempos de Calvo y Vico, Entre sus 
triunfos se cuenta el de haber impuesto 
e] “Don Juan Tenorio”, de Zorrilla, que 
tomo se sabe, estuvo muy lejos de ser 
In éxito la noche de su estreno Años 
27 
'espués lo reprisó don Pedro Delgado, 
7 su interpretación fué tan magnífica, 
me a partir de ese éxito el “Tenorio” 
uedó incorporado para siempre al re- 
ertorio de todos los grandes actores 
:spañoles. Cuando yo lo conocí, don 
?edro Delgado era la imagen viva del 
riejo artista que sólo vive del recuerdo. 
'ambién vivía de algunas “funciones 
"ue se organizaban de tanto en tanto 
:n homenaje y beneficio suyo. En ellas 
xhumaban dramas clásicos y román- 
“Cos, cuyos protagonistas encarnaba 
lon Pedro, y cuyos papeles menores 
e confiaban a los aficionados. Yo era 
ino de esos aficionados. Un empresario 
evillano, de nombre Portela, vió en 
quella afición nuestra un posible ne- 
rocio, y empezó a contratar a los que 
obresalían en los beneficios de don 
?edro Delgado. Yo debí sobresalir tam- 
ién, pues Portela me contrató exn dos 
esetas diarias. Ensayábamos en in- 
rierno y sólo trabajábamos en verano. 
Yi que decir tiene que las dos pesetas 
sólo las cobraba tres meses al año. Tra- 
najábamos en una barraca al airc libre, 
jue llevaba el pomposo nombre de tea- 
To Portela. Y tanto se acreditó aquella 
“arraca, que los que actuábamos on 
"lla mirábamos por encima del hombro 
t los demás aficionados, Pero si nos- 
tros nos quedábamos con el crédito ar- 
ístico, Portela se quedaba con las pe. 
etas. No tardó en hacerse rico. Y tam. 
doco tardó en salirle un competidor, 
ue instaló su barraca en Triana, Yo 
ictuaba indistintamente con los dos 
mpresarios, que cultivaban un reper- 
orio bien opuesto. Portela tenía prefe- 
'encia por el género cómico, y dentro 
le él por las obras de Vital Aza y 
tamos Carrión, El de Triana, en cam- 
io, prefería los dramas de bandoleros, 
'n cuyos papeles llegué a ser un verda- 
lero especialista, Esas preferencias de 
wuestro empresario trianero tenizn una 
xplicación. Entonces se hallaban fres- 
as aún las hazañas auténticas o le- 
rendarias de El Vivillo y El Pernales. 
f el público de Triana se desvelaba por 
'ernos representar a nosotros obras co- 
no “Los siete niños de Ecija”, “José 
Jaría el Tempranillo”, “Diego Corrien- 
es o el bandido generoso”, El nombre 
le Diego Corrientes, precisamente, me 
Tae a la memoria una anécdota en la 
ue me tocó ser actor, aunque no el 
rotagonista, Se la contaré brevemente. 
”Una moche representábamos esta 
bra en el teatrillo de Triana, Triana; 
'omo se sabe, está unida a Sevilla por 
in puente que cruza el Guadalquivir. 
ste detalle del puente es necesario, 
vorque aquí fué la cosa. El actor que 
aracterizaba a Diego Corrientes, era 
1n buen amigo mío, tan valiente en es- 
(Continúa en la página 47) 
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