. “MUNDO ARGENTINO
El m arino arabe es un
“SMmanios
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HASTA EN EL MAR LOS ARABES MANTIENEN SU
EXTRAÑO Y MISTERIOSO. FATALISMO
Por MIGUEL SASO
O hay más demonios que los
demonios imaginarios...” di-
ce un viejo proverbio árabe, Y
estas. palabras . encierran, en
parte, el secreto del valor y el arrojo
de este pueblo frente a las fuerzas des-
conocidas de la naturaleza. -
Y ellas explican, también, la auda-
cia de los flemáticos navegantes que
cruzan el océano Indico, se lanzan al
golfo Pérsico o van desde Zanzíbar a
Mombassa, recorriendo miles y miles de
millas en frágiles embarcaciones a ve-
la, sin brújula, sin instrumentos “de
navegación, sin más elementos que su
instinto y su tranquilidad.
No hay duda que los árabes, como
todas las tribus primitivas, poseen un
fino instinto de orientación. Pero hay
también en ellos una verdadera reser-
va filosófica que los fortifica contra
las asechanzas del mar, Si no tienen
JOl, si la niebla o las nubes cubren las
Cosa curiosa: en la construcción de
:stos navíos, que están hechos de sóli-
las maderas, ño entra ni un solo clavo
le metal. Igual que hace miles de años,
stán asegurados con taquitos de ma-
lera.
Su pintura, hecha a base de aceite
le pescado y de cetáceos, está reforza.
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estrellas, ellos no se inquietan: Alá e
responsable de la fortuna del barco...
Si las corrientes adversas los desvían
de su ruta, se encogen de hombros; im-
pasibles; mientras cuenten con arroz,
agua y pescado seco, una semana o un
mes de atraso nada les importa.
- Y, entretanto, aquí, en el Atlántico
el “Normandie” y el “Queen Mary”, ha-
cen encanecer a sus pilotos en la titá-
nica disputa de unos récords conquis-
tados por diferencias de horas o mi-
nutos...
NAVIOS MILENARIOS, CONSTRUIDOS
SIN CLAVOS, PERO CON OJOS...
Para quien haya visitado los mares
de Oriente, los frágiles navíos de los
árabes constituyen uno de los elemen-
tos más atrayentes y pintorescos del
paisaje marino,
La más típica de esas embarcacio-
nes es la que se conoce con el nombre
de “dhow”, Su tamaño es variable, pero
las más grandes no pasan de treinta
metros de largo por nueve de ancho.
Como en los barcos chinos, los “dhows”
llevan amuletos protectores contra las
furias marinas: colmillos de elefantes y
trozos de coral atados al bauprés, y en
la proa les pintan unos grandes ojos
cuya mirada parece clavarse en las
profundidades del mar,.
da en las partes internas con mezclas
de cal y coral para que no penetre
el agua. Y su quilla, de dimensiones
extraordinarias, es siempre tan fuerte
que puede rozar los arrecifes o enca-
llar en la arena sin sufrir mayores
daños.
Es interesante la serie de ritos y ce
remonias litúrgicas que preceden a ca-
da viaje de los “dhows”. Antes de zar-
par, la tripulación canta para apaci-
guar los espíritus de las profundida-
des, y sus cánticos se acompañan con
música de tambores y flautas y hasta
se baila. Y una vez en alta mar, cada
tarde, cuando el sol toca la línea del
horizonte, el capitán se convierte en
sacerdote: todos, a bordo, vuelven el
rostro hacia la Meca, tocan el: piso
son la frente y permanecen callados
hasta que escuchan las últimas pala.
bras: “La paz y la misericordia de Alá
sean con vosotros.. ”
Y CUANDO SE ACABAN LOS —
VIVERES...
Es curiosa, también, la costumbre|
que tienen estos marinos árabes de no;
anclar por la noche. Aunque lleguen a
puerto, prefieren seguir dando vueltas
frente a la costa a merced del viento
5 estacionarse, simplemente, sin anclar.
Y si se les pregunta porqué pierden
el tiempo de manera tan lastimosa, es
seguro que contestarán, recurriendo al
sus habituales proverbios: “La noche
se hizo para dormir... No cuentes los
días del mes que no te pertenezcan. . 7
- Además, suelen navegar formando .
ravanas, y por la noche se alumbran,
con antorchas para guardar la forma-.
ción.
Estos pintorescos navíos se dedicar?
por igual a la carga y al transporte,
de pasajeros. Llevan pieles, café, mar-
fil, incienso, tapices, dátiles y espon-
jas... Generalmente, apestan a pesca-
do seco.
En cuanto a los pasajeros, no van
muy cómodos que digamos. Casi siem-
pre deben ir sentados sobre sus equipa-
jes o sobre la carga. Y ellos mismos
suelen hacerse su comida, guisando pes-
(Continúa en-la párcina 53)
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