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MUNDO ARGENTINO
Tercera semana de abril de 1829. Hace poco más de cuatro meses que el general
avalle ha derrocado al gobernador Dorrego, y todavía no puede sentarse en su
iespacho del Fuerte para cumplir las tareas inherentes al cargo, porque la mon-
onera federal revienta por todas partes, dispuesta a arrasar con la antoridad tan
lébilmente instituida. Evoquemos la época a través de los pocos diarios que conser-
a nuestra Biblioteca Nacional. Las siguientes palabras de “El Pampero”, por ejem-
vlo, constituyen un elocuente síntoma de la forma heroica en que debía practicarse
:] periodismo de aquel entonces: “El Pampero — dicen — vuelve a continuar sus
tareas. Un deber sagrado le obligó a suspenderlas por algunos días. La Patria se
hallaba en peligro, y los redactores de aquél creyeron que su primera obligación era
correr. a las armas para defenderla. El riesgo pasó, y ellos hubieran al momento
trocado la plumá por el fusil, a no haber sucedido inmediatamente a los días de
Marma otros destinados sólo a celebrar los actos más augustos de la religión santa
le Jesucristo. Los editores están persuadidos que sus lectores, penetrados de la
justicia de estas razones, disculparán su falta involuntaria.”
Por ARTURO SILVESTRE
NA carta que se publica en “La
Gaceta”, del miércoles 22 de
abril, nos informa muy bien
acerca de lo que constituía la
montonera federal, por lo menos desde
el punto de vista unitario. He aquí los
párrafos substanciales: 7
El viernes llegó a muestras balizas
el lanchón Napoleón, alias San Pedro,
su patrón y dueño Bartolo Gallardo,
procedente de San Pedro; conduce a su
bordo varias familias, y al comisario
de policía de aquel pueblo, quien da
la siguiente declaración. Que el 6 del
corriente aparecieron en las inmedia-
ciones del pueblo como cien montone-
ros santafecinos, al mando de un tal
Moreno, y como: trescientos: indios
guaycurúes. Se “mantuvieron algunos
días sin atreverse a avanzar, hasta que
un hermano del. dicho Moreno, vecino
del pueblo, entró en comunicacción con
los. enemigos; y el día 10 entraron los
anarquistas, imponiendo al pueblo una
contribución de mil pesos metálicos; y
como no fuese posible obtenerla en esta
especie convinieron en recibirla en bi-
lletes, prometiendo no saquear; pero
luego que recibieron la suma indicada,
se retiraron los santafecinos algunas
cuadras, dando lugar a la entrada de
los indios, que ex el momento empezn-
ron a saquear e hicieron mil estrago:.
Los vecinos reclamaron el cumplimien-
to de la promesa del general santafe-
cino, y entonces gritaron los salvajes
que López les había ofrecido el saqueo
yeneral de todo lo que han del Arroyo
del Medio pura este lado; y diciendo
esto continuaron el saqueo. Que mu-
chas familias habían podido guarecer-
se en la isla de enfrente, en donde se
creían seguras; pero los amigos de la
federación denunciaron a estas infeli-
e2s; y al momento pasaron los indios ya
embriagados, y cometieron allí iguales
excesos que de orden de López se fusi-
laron tres vecinos, y se dió el mando
del pueblo a un hermano del cabecilla
horeno. Que un tal D. Juan Piñero,
comisario de policía en” tiempo de la
administración de los delitos, era uno
de los que trabajaban con más empeño
en favor de los anarquistas: que éstos
uo Vienen bien montados, porque el se-
ñor Gobernador Lavalle había hecho
arrear todas las caballadas. Que el nú-
mero de indios es de trescientos, y en
santafecinos como setecientos, y mo
bien armados. Que el pueblo del Bara-
dero sufrió igual suerte; pero que las
familias e internos estaban a cubierto,
porque se habían puesto en tres buques
mercantes nuestros, El grito general de
los anarquistas era: robar a todo el
mundo.
LA MODESTIA DE LOS ANUNCIOS
, Del mismo diario sacamos este anun.
tio:
Diego Nott, peluquero, calle de Bal-
carce N? 3, del Fuerte para la Aduana,
se cree capaz de poder cortar y aco-
modar el cabello de las señoras y ca-
balleros, tan bien como cualquiera otro
de su oficio en Buenos Aires. Por lo
taiito, pide el favor y protección de sus
amigos y el público, prometiendo poner
el mayor esmero en compiacer a los
que se sirvan honrarle con su con-
fianza,
Los anuncios de antes revelaban una
modestia desconocida en la publicidad
moderna, petulante, afirmativa, hasta
insolente a veces,
SE HABLABA DE CONCILIACION
Eran muchos los que pensaban en
una conciliación entre unitarios y fe-
derales. a fin de evitar la sanovianta
ue en Nanarro desapareció el indulto
me le ofreció un gobernador tan gene-
roso como legítimo, perdió hasta el de-
"echo de vivir al lado de sus compa-
“riotas: él no es más que un asesino
de su patria, y un criminal tan dignc
del escarmiento como lo son los indios
a quienes llamó en -su* auxilio. López
menos delincuente, pero de igual modo
funesto a Buenos Aires que él primero,
tampoco merece la consideración de
jue se transija con él, después de haber
voto las hostilidades en la provincia y
lado a nuestro territorio los primeros
ttaques de devastación y pillaje.” -”
PRECAUCIONES
Las cosas no iban muy bien y la po-
icía tenía que tomar sus precaucio-
1es. De ahí el anuncio siruiente:
No es, señor, de la mansión de les
muertos en que usted me coloca: más
ta de tres años, en su carta confiden-
“al de 20 Enero de 1826, pasada al
luque del Infantado, primer múnistro
le S. M. C., que yo aparezco para tur-
ar el reposo de V. Es de en medio de
os vivos y es del seno de mi patrio,
n que disfruto la tranquilidad que do
Na “conciencia sin remordimientos, y
a “estimación de mis conciudadanos,
rue tengo hoy el desagrado de dirigir
v Vd. esta carta, y documentos que la
»compaña en reclamación de la atroz
ralumnia -con que V. ha ofendido a mi
wmbre. Una ofensa pública produci-
la de un documento oficial exige una
atisfacción también pública. Yo tengo
a confianza de creer que V. se apre-
urará a reparar el mal que me ha
recho, manifestando en cotestación o.
:sta origen de que V. sacó la noticia
'de una venta a los agentes de-S.- M.
7, cuando ocupaba el puerto del di-
ector supremo de las P. Unidas
'el Río de la Plata.” Yo creo que debo
€ tener esta confianza, hasta que haya
notives para persuadirme que V. pro-
lujo una falsedad en aquel documento
on el maligno intento de herir mi
eputación. He tomado medidas capa-
es de asegurarme que será puesta en
núnns de Y. esta carta: y confío ora
zeneral Juan Lavalle, que tuvo que
uchar contra las montoneras que
:staban dispuestas a arrasar con su
utoridad de gobernante, después de
In caida de Dorrego.
De orden superior, se previene a to-
los los vecinos de esta ciudad que, in-
erín duren las presentes circunstan-
“as, hasta mueva resolución, deben
star ihminadas todas las moches la:
usas de ella: principalmente desde las
' hasta el venir el día: esperando que
os ciudadanos amantes del orden cui-
larán tenga efecto y exactitud una
nedida tan Útil a necesaria
liscordia que dividía a la familia ar-
sentina. Pero “El Pampero” del miér-
oles 22 de abril se levanta airado:
Proponer que se transe con Rosas, o
vópez, que son los únicos que se pre-
entan como los primeros caudillos de
cen hordas errantes. es como nennse-
Por toaas partes aparecian las montoneras en el año 1829, que es la época que
se evoca esta semana. resueltas a derrocar el gobierno recientemente consti-
tuido.
'ecibiré su contestación por el mismo
onducto. Si así no fuese; yo protesto
e me valdré de todos los medios.
LAS ETERNAS NEGRAS
Copiamos de “La Gaceta”:
Se han perdido dos negras, la prime-
a llamada Carmen, de edad de 18
hos, sus señales, algo barrigona, echa-
“4 para atrás, cara redonda yy una cica-
riz en la frente. La segunda su nom-
e Dolores, de 14 años, cara larga y
astante boconn, Quien supiese su pa-
'adero y diese noticia de ellas tendrá
tna Drena gratificación, -ocurriendo a
a calle Cangallo N? 288, cuadra y me-
in al campo de la vlaza Nueva
ar a la fuerza pública que transija,
me se reconcilie, con una partida de
adrones que se ha apoderado del
lesierto, o de un bosque. El mismo de-
“echo tendrían a pedir transacción
iquellos que tiene Arbolito, el Rengo,
1 Manco. y demás bandidos que aisla-
los, y sin más reglas que el deseo de
aciar sus férreas pasiones, ni más ley
rue la estupidez unida a su barbarie;
sin más autoridad que la impunidad y
4 insolencia, dejan el espanto por
ande quiera que pasan. VWosas desde
UNA ATROZ CALUMNIA
Leemos en “La Gaceta”, del 22 de
bril:
Refutación a una atroz calumnin
echa con demasiada ligereza a un ge-
1eral de la República Argentina por
Ur. Alejandro H, Everett, Ministro
?lenipotenciario de los E. U. de Norte
Imérica en la Corte de España,
— El que refuta es nada menos que don
Juan Martín de Pueyrredón, prócer le-
éítimo si los hay, en una carta enyos
árrafos substanciaJes: