ES UNA SUCESION
“EL EXITO
Así dice Pepe Arias, que abandonó la carrera
de almirante para hacerse cómico.
Por ANDRES MUÑOZ
ACI en Esmeralda y Corrien-
bes, la esquina más porteña de
Buenos Aires, el 16 de enero
de 1902, Alí viví hasta cum-
plir los 12 años. Desde entonces acá,
salvo las temporadas que estuve fue-
ra, difícilmente dejé un sólo día sin pa-
sar por la esquina. Ahora ya hace seis
años que estoy en el Maipo, que queda
a menos de cincuenta metros del lugar
de mi nacimiento. Este detalle basta
para que me sienta en el Maipo como
en mi propia casa. Sobre todo desde
que Marianito Escombro, con el ensan-
che de Corrientes, me echó abajo la
tasa en que nací, Por culpa del que te
dije, la posteridad no podrá dedicar
me a mí la consabida placa recorda:
toria: “En esta casa nació el artista
Pepe Arias”. Menos mal que a él, a Ma-
rianito Escombro y de la Piqueta, tam-
poco lo van a recordar mucho los fu-
os vecinos de esta demolida ciudad.
— Los vecinos futuros puede que
no lo recuerden; pero los actuales, yo
*Teo que no se van a olvidar tan pron-
0 de Marianito Escombro, como usted
lice...
— ¡Como que todos nos acordamos
le él a cada rato!... Con razón ape-
as dejó la Intendencia se tomó un
iróscaf para Europa. Ni siquiera es-
eró a ver el resultado del escrutinio.
L propósito. Dicen que si hubiera sa-
¿do senador, el primer proyecto que
enía era echar abajo el Senado, para
:onstruir otro al estilo del Foro Ro-
nano.
— Por suerte, el que salió por el fa-
'o fué él...
— Sí; pero antes dejó la escena ile-
13 de escombros, para que los lim-
xie Goyeneche. En justicia, siquiera
ea por el barullo que armó, merecía
asar a la historia con este título:
“San Mariano, el Demoledor, patrono
le los Albañiles”...
:PRENDIZ DE MARINO Y COMPAR-
SA DE BARRIO
Pepe Arias nos ha endosado este mo-
Otra expre-
sión del
mismo ar=-
tista en “El
pobre Pé-
re”,
Una cabeza
llena de ca-
- . me
7 y
portaje. ¿Por qué no lo dice usted en
el próximo estreno?
-— Porque ya lo he dicho en el an-
terior. Y lo. que no haya dicho, no se
preocupe usted, que ya lo diré en la
primera oportunidad. Marianito es
nuestro candidato permanente. Nues-
tro y también de los electores de. se-
ñador.'... Va a pasar de la urna si es
brujo... .. ” «“
— Por lo pronto, .dejémoslo que
pase ahora. Ló que nosotros quería-
mos era que nos dijerá usted algo de
sm vida; de lo que hizo usted dentro y
'uera del teatro. < :
— Fuera del teatro yo nunca hice
zada, si por hacer se entiende traba-
'ar. Núnca tuve más oficio que el de
actor. De chico, hasta los 12 años, fui
ul colegio del Estado. A esa edad, mi
adre,- que se llamaba -Manuel Arias
y era gallego, del Ferrol, resolvió que
yó tenía que seguir la carrera de ma-
rino. Me inscribió en la Escuela Na-
val de Río Santiago. Dos años estuve
lí de aprendiz de almirante. Claro
Jue no pasé de aprendiz. Aún recuer-
lo al director de la escuela, el contra-
imirante Montes. Por cierto que el
ítulo y el uniforme de contraalmiran-
.e me impresionaban tanto, que me da-
a un miedo bárbaro el pensar que yo
¡udiera llegar a usarlos algún día.
También recuerdo a mis compañeros
le estudios. Muchos de ellos entraron
de cadetes al mismo tiempo que yo, y
hoy son jefes de nuestra Armada. Re-
sientemente vi a algunos en Mar del
Plata. Entre otros, al capitán de fraga-
la Dellepiane, que en la actualidad co-
manda la base de submarinos en aquel
puerto. Fuimos condiscípulos y amigos.
Al evocar, cuando lo visité hace unos
meses, nuestros tiempos de la Escuela
Naval, le recordé que yo también sen-
tía predilección por los submarinos. Y
quién sabe si no hubiera podido llegar
a comandar una base de ellos, como
mi amigo el capitán Dellepiane. Peró
la vida me llevó por otro lado. Los úni-
cos submarinos que conocí después
son esos submarinos de chocolate, que
a veces suelo tomar en una Martona
que hay cerca del Maipo. Y bien pudie-
ra ser que esta afición mía de hoy sea
una manifestación freudiana, aunque
tardía, de mi antigua vocación de ma-
rino... Vaya a saber, amigo. Este
Freud es capaz de todo...
— ¿Por qué abandonó usted la ca-
rrera de marino? .
— ¡Qué sé yo! El destino es como
las teorías freudianas: sufrimos sus
efectos, aunque no las entendemos, Por
eso yo no sé por qué deserté de la Es-
cuela Naval de Río Santiago, donde
no tenía más que amigos y jefes rec-
tos y bondadosos, que sabían conciliar
la disciplina con la bondad. Y meno:
sé aún por qué me escapé de mi casa,
donde vivía a enhierta de toda mecesi.
“El pobre Pérez” ha, sida
hasta ahora. el mejor tra:
bajo realizado por Pepe
Arias como actor cinema-
tográfico. Aquí aparece en
una supestiva expresión,
lena de humanidad, co-
rrespondiente a una esce-
na de la mencionada pe-
eun.
nólogo en su.camarín, mientras se ca-
racterizá de Julio César para el .cuadro
final de una de las revistas del Maipo.
Su caracterización va tomando un giro
deliberadamente caricaturesco, y como
observa por el espejo que nosotros lo
observamos mientras se pinta, se cree
obligado a explicarse:
— Naturalmente que este es un em-
perador de revista. Mi Julio César tie-
ne de romano lo que nuestro obelisco
tiene de egipcio y Marianito de egip-
tólogo. Pero hay una diferencia a mi
favor: yo soy más actor que él y resul-
to mucho más barato...” .-
*—— De acuerdo. Pero todo eso queda-
ría meior en una revista que en un re-
Pepe Arias con
Alicia Vignoli, en
trance de millona=
rios cinematográ-
ficos