Full text: 28.1938,4.Mai=Nr. 1424 (1938142400)

4 de Mayo de 1938 
Ze A 
Por el Dr. ESCARDO 
rOS GORDITOS — 
x ARA la inmensa mayoría de la 
gente la gordura es signo de 
salud y la balanza su mejor 
medida. No hay madre que no 
florezca de orgullo cuando llevando su 
nene en brazos le dicen “qué gordito 
está”, y los “rollos” son la causa de 
más honda alegría, Al chico gordo todo 
el mundo lo celebra y halaga, mientras 
que al flaco no hay quien no le repro- 
che su falta de peso como un defecto 
personal, casi vergonzoso, Entre las 
familias que tienen chicos de la misma 
edad se encienden envidias tremendas 
y verdaderos campeonatos de grasa; 
pareciera que el máximo y principal 
tin de la paternidad fuera acumular 
manteca bajo la piel de los chicos. 
En la práctica es casi imposible con- 
vencer a un padre que su recién nacido 
de cinco kilos es, con seguridad, un en- 
fermo, y que su adolescente de setenta 
va a ser, con seguridad, un desgracia- 
do' todo el resto de su vida; los padres 
toleran cualquier cosa menos que se 
pretenda hacer bajar de peso a un 
niño; el médico que lo intente pierde, 
con casi seguridad, la confianza de sus 
“lientes, 
Sin embargo, nada hay más erróneo 
y lleno de peligros. En general, los ni- 
ños gordos se defienden mucho peor de 
las infecciones, y a despecho de su as- 
pecto florido, salen con mucha más difi- 
cultad de las infecciones que el flaco, 
que a pesar de su magrura pasa sin ma- 
yores dificultades; por lo demás, es en 
la piel de los gordos que prenden con 
facilidad las infecciones y los eczemas, 
así como también las irritaciones de 
los pliegues, lo que es de sobra explica- 
ble por razones mecánicas, 
Como el niño es, por definición, un 
ser en sobreactividad muscular, el ceba- 
miento y su consecuencia, la sobrecarga 
grasosa, están en contradicción con su 
misma naturaleza; también es por eso 
que no son demasiado frecuentes los 
>hicos muy gordos. 
Pero sí en general la gordura no es 
1n signo de salud ni mucho menos, hay 
los épocas de la niñez en las que la 
»besidad tiene un significado especial 
ue las mamás deben aprender a re- 
"onocer, 
En primer lugar, durante la lactan- 
ia; el primer año de vida significa 
.ara el chico la inmovilidad, de modo 
fue su mayor gasto es el efectuado por 
1 crecimiento, que en ese tiempo es 
apidísimo en cantidad y en calidad; 
Dor eso en el niño pequeño el engorde 
's Un signo de sobrealimentación casí 
iempre, y algunas veces asociado a 
na lentitud particular de las combus- 
iones orgánicas de causa profunda que 
'ebe ser objeto de una especial conduce- 
a médica. Es precisamente en esa épo- 
a de la vida en que resulta más difí- 
il hacer entender a los papás y mamás 
me el engorde excesivo está lejos de 
er ventajoso; ellos se complacen en su 
ola de grasa, tanto más cuanto más 
.esada sea; Ciegos totalmente dentro 
le una vanidad explicable, pero tonta, 
¡ ver que debajo de esa aparente fuer- 
a se esconde una extrema debilidad; 
0 es nada raro que sean esos “ejem- 
ares de exposición” quienes sean tar- 
los en caminar, en sacar sus dientes, 
n hablar y en todas las funcio- 
'es que implican una madurez corres- 
ondiente del sistema nervioso, Es tam- 
ién entre los gorditos que se producen 
2s muertes súbitas que la gente en- 
uentra tanto más inexplicable cuanto 
ue se trata de un “niño magní- 
ico”. Es absolutamente preciso saber 
ue es tan grave que un niño esté muy 
or debajo del peso, que las tablas in- 
lican como normal para su edad como 
ue esté por encima, con la diferencia 
“ue es mucho más fácil hacer engor- 
lar un bebé flaco que hacer enflaque- 
'er un obeso, 
Otra época de la infancia en la que 
a obesidad tiene significado particu- 
-ar es la que precede a la pubertad, es 
lecir, después de los nueve años, para 
lar una cifra exacta. 
El engorde excesivo en esa época está 
astrictamente vinculado a deficiencias 
de las clándulas que determinan las 
hijos 
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.—- 
La voz amiga para todo el día. — 
El compañero para sus hijos. 
Esto és el receptor de radio en su hogar, si está sintonizado con 
L R1 RADIO EL MUNDO 
— 
aracterísticas del sexo, Si se observa: 
in niño obeso de este tipo, desnudo, se 
»drá notar sin mucho esfuerzo que e! 
nodo de distribución de su peso lo hace 
i1similar no a un niño gordo, sino a 
1na mujer gorda, Ello es muy signifi- 
cativo, e implica un aviso de la natura- 
eZa, que en caso de ser desoido puede 
comprometer todo el porvenir del niño 
>omo hombre, y, por lo tanto, su fe- 
licidad, -. — 
Actualmente la ciencia médica posee 
'ecursos delicados de manejar, pero Te- 
ativamente simples y seguros en alto 
rrado que permiten solucionar situa 
iones como la que planteamos. 
Todo consiste en acudir q tiempo a 
in médico especializado, y no confor- 
narse con la aparente buena salud del 
'gordito”, que bajo sus rotundeces 
culta una verdadera atrofia de órga: 
os Nobles y fundamentales. 
Del mismo modo que es clásico que 
18 mamás teman al frío y no al calor, 
anto o más temible, es también clásico 
mue teman a la flacura y no a la obe- 
idad, también temible; es preciso dar 
abida en el espíritu de estos concepto: 
undamentales que en plena conforma. 
ión científica no han penetrado toda. 
ría suficientemente en la educació: 
»opular, 
La despedida 
(Continuación de la página 9) 
m———————— 
AMES 
Alfredo: 
Espero que no te hará demasiado 
año este paso que he resuelto dar. Ha- 
e ya mucho tiempo que no te quiero 
omo debe querer una espusa. Te has 
ortado muy bien conmigo y te lo agra 
lezco desde el fondo de mi corazón, 
ero no puedo continuar más en esta 
'orma. lré a reunirme con Fernando. 
"e ruego no trates de hallarnos. — 
Jara. 
Eso era todo. Cerró el sobre y se 
ué para siempre de aquella casa, de- 
ando atrás todo lo que había sido 
Ufredo en su vida. Una vez en la ca 
le, volvió a mirar el frente de su ho 
rar. Era una magnífica casa de már 
nol blanco y reluciente bajo los rayos 
el sol, con la misma magnificencia 
le Alfredo. Pero el día debía llegar, 
uando la intemperie mancharía e 
nármol, y el edificio entraría en une 
tapa de decadencia, perdida su digni- 
lad y orgullo. Eso mismo pasaría cor 
su amor si estuviese obligada a convi- 
rin día tras día, años tras año, con un 
10mbre que se esforzaba por ser gen 
il cuando en realidad sus pensamien 
:0s estaban con Elena. Cualquier co- 
Ja menos eso, pensaba Dora. Cuando 
se ha empezado soñando tan altiva- 
mente, dueña y señora de un corazón, 
norte de una vida, no se puede des- 
cender al pequeño engaño de la falsa 
sonrisa cariñosa y las palabras que 
sólo debe usar el amor. 
En el camino al puerto, donde es- 
peraba el transatlántico que la lleva- 
ría a otras tierras, hizo detener el ta 
xímetro frente al correo. Bajó y pu- 
so el siguiente telegrama a su herma 
na, que vivía en el pueblito donde Al 
itredo la había hallado. Decía el te 
regrama: 
“Recibí tu carta aviséndome del fa- 
lecimiento del pobre Fernando. Hace 
años que no sé nada de él y desconozco 
su dirección. Ruégote enviar pésame e 
la familia. — Dora.” 
Y mientras esperaba el recibo, se 
preguntó angustiada si alguna vez lle- 
zaría la hora en que pudiera dejar 
le querer a Alfredo con toda el alma, 
:on ese dolor que le cerraba todos los 
caminos de la vida. ” 7 
| r 
e 
Insomnio, 
Nerviosidad 
e Indigestión 
Todos Causados por Falta de 
Un Tónico 
Cuando no se trata de una enfermedad especí- 
ica, sino una variedad de sintomas que afectan 
os nervios y los órganos del sistema digestivo, 
a culpa, generalmente, la tiene la sangre. San- 
rre buena y roja mantiene el sistema en estado 
¡aludable. Cuando la sangre está empobrecida, el 
sistema carece de vigor y síntomas desagrada- 
»es no tardan en desarrollarse. Este fué cl caso 
relatado por el Sr. D. S. 
“La causa principal de la enfermedad que me 
rolestó por unos dos años” —e dice el Sr S., — 
“fué la pobreza de la sangre y raquitismo. El 
stómigo quedó enteramente mal, casi no podia 
.JJimentarme. En la cabeza experimentaba cons- 
antemerte un fuerte zumbido y mucha palpita- 
ión del corazón. Había consultado tantos mé- 
licos y seguido inútilmente tantos: tratamientos, 
¡ue ya no tenía ninguna confianza en medicinas, 
'stando un día en una farmacia de ésta, oí que 
inas personas mo conocidas para mí recomen- 
laban las Píldoras Rosadas del Dr. Williams, por 
o que me decidí, como último recurso, a com- 
«rar un frasco de dichas pildoras. En la primera 
emana ya comencé a sentirme mejor, y el zum- 
sido en la cabeza iba desapareciendo, A los cua- 
ro meses de tomar las píldoras me sentí entc- 
ramente bien. Mi peso, que había bajado a 64 
silos, sumentó al fin del tratamiento a 78 kilos.” 
Las Pildoras Rosadas del Dr, Williams son de 
reconocida eficacia en todas las enfermedades pro- 
renientes del empobrecimiento de la sangre, como 
memis, clorosis, reumatismo, erupciones culá- 
neas, etc. Se venden en todas las farmacias, 
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