Full text: 28.1938,18.Mai=Nr. 1426 (1938142600)

18 de Mayo de 1988 
EXITUS 
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¡ue presenciase una escena en la que 
los automóviles corren a gran veloci- 
lad por los caminos que bordean una 
nontaña, chocan violentamente y uno 
le ellos cae al precipicio, Acudí, segu- 
0 de presenciar algo sorprendente y 
lispuesto a- encontrarme ante la mon- 
:aña, los autos, el precipicio y todo lo 
lemás. Llegué al estudio, y me lleva 
on a un set muy pequeño, donde de- 
(a tener lugar el choque. Yo siempre 
miraba hacía arriba, buscando las 
nontañas, pero terminé mirando hacia 
1bajo para verlo todo, pues, en reali- 
lad, el choque no iba a ser más que 
in truco. - 
Sobre un pequeño entarimado, pues- 
0 a un metro del suelo, habían cons- 
:ruído, con maderas y trapos, una se- 
“e de montañas con sus respectivos 
:aminos, en uno de los cuales había 
los automóviles. de juguete. Primero 
ne hicieron. ver algunos ensayos, que 
mresenciados directamente desde donde 
ro me encontraba, no me impresiona- 
'on, sin duda porque podía apreciar la 
mentira. Pero luego me hicieron arro- 
lillar, hasta que mis ojos estuvieron a 
'a misma altura que el borde del enta- 
*imado. Me dieron un lente rectangu- 
lar y me pidieron que volviese a mi- 
rar la escena. Lo hice, y mi impresión 
se transformó por completo, ya que el 
thoque presenciado desde tal posición 
*esultaba de una realidad asombrosa. 
Realidad qu: más tarde el espectador 
habrá experimentado al presenciarlo 
an la pantalla, pues en aquel momen- 
0 mis ojos vieron el choque tal como 
a cámara lo recogería con su lente 
zara llevarlo a la tela. 
¿Y qué decir de los incendíos? Yo 
1e presenciado ocho incendios "de casas 
m los estudios de Hollywood. Pero de 
asas que no medían más de veinte 
:entímetros de altura cada una... Y 
1e visto “terribles” naufragios de bu- 
¡ues de juguete, ocurridos en un tan- 
jue de agua de medio metro de pro- 
undidad. Y he estado sudando mien- 
ras presenciaba una tormenta de nie- 
re, que no era nieve, sino pedacitos de 
algodón que un grupo de obreros de- 
¡aba caer, mientras abajo los artistas 
ingían ngonizar ante tan cruento 
“frío”. He visto buzos en el fondo del 
nar, caminando entre plantas y aní- 
nales extraños. Pero en un “fondo” 
narino que no llegaba a dos metros y 
mas plantas y animales de utilería. 
7 esto sin contar los desprendimientos 
le montañas, que en la pantalla tanto 
mpresionan y que son, en realidad, 
lesprendimientos que caben fácilmente 
an la palma de una mano. Y más tar- 
le, asombrosas escenas de ríos desbar- 
jándose y arrastrando a su paso casas 
y árboles, y que, sin embargo, para ser 
:Imadas no requerían más que el es- 
»acio que ocupa una mesa común, 
Cuando llegué a Hollywood, ya esta- 
a filmada “San Francisco”, en la que 
1etuaban Jeanette MacDonald y Clark 
Jable. Llegué tarde, pero me enseña: 
:on el lugar en que había ocurrido 
wquel fantástico terremoto que se vió 
1 el film. No pude menos de asom- 
xrarme al comprobar que todas esas 
:erribles escenas habían ocurrido en un 
5pacio de” ocho metros: cuadrados, 
1proximadamente. Todavía quedaban 
Allí restos de las casas, que eran de 
zartón y madera, lo mismo que las “gi- 
santescas” piedras. Casi todo era mi- 
satura: desde los edificios, hasta los 
normes agujeros en la tierra; y des- 
le el fuego — hecho a base de trapos 
juemándose, — hasta el agua, propor- 
:onada por simples mangueras. Todo 
equeñito e insignificante, pero que 
uego se agrandaba y daba, gracias al 
Tuco fotográfico, esa perfecta sensa- 
ón de realidad que todos señtimos al 
rer la película. 
Cómodamente sentado presenció, en 
.n estudio, el formidable hundimiento 
'el velero “William Brown”, que lue- 
'Continúa en la página 49) 
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