Full text: 28.1938,18.Mai=Nr. 1426 (1938142600)

«VJ 
. 
18 de Mayo de 1938 
yA ED 
| El drama de la retirada 
(Continuación: de la página 51) 
Era el anochecer del 8 de octubre 
de 1841. La soldadesca anduvo 
husmeando y atisbando por todos los 
barrios de Jujuy con el ansia de presa 
can codiciada. Porque:la consigna dada 
por-Rosas a Oribe, y. transmitida por 
éste a sus secuaces, era tomar a La- 
valle vivo o muerto. 
Días anteriores había sido degollado 
en Metán el doctor- Marco Avellaneda. 
“Pero el tirano clamaba por la cap- 
¿ura de Lavalle, no sólo para amputar 
su cabeza, sino para cubrirlo de vili- 
pendio. . 
Ya esa noche del 8 de octubre se iba. 
Sobre un naranjo se oyó la canción de 
la alondra. Serían las 3 ó 4 de la 
madrugada del día 9. Y en ese pre- 
ciso momento Fortunato Blanco acercó 
su caballo a la puerta de la casa, y 
lamó, golpeando con el rebenque. 
Mas como nadie respondiera, repitió 
la llamada y apareció Damasita Boedo. 
— Vengo en busca del general La- 
valle — dijo categóricamente el jefe 
de la partida. 
— No está, señor — respondió ella 
con voz serena y firme. 
— Pero ¿no se aloja aquí? 
Es verdad; aquí se aloja, pero en 
este momento está en el campamento 
de La Tablada. . 
¿El jefe de la partida dudó o no 
dudó de las palabras de la joven y 
se retiró convencido? La historia no 
despeja el interrogante. 
Entonces, Damasita Boedo, segura de 
haber salvado la vida del héroe, cerró 
estrepitosamente la puerta de calle, Y 
he aquí que la fatalidad, la musa trá- 
gica que no abandonó a Lavalle, se in- 
terpuso: la soldadesca, haciendo alarde 
de salvajismo, disparó sus fusiles con: 
tra la casa, y una bala perdida, pene- 
trando por el ojo de la llave, dió en el 
blanco: ¡el paladín quedó muerto en 
el acto! Ella se abalanzó sobre el caído, 
queriendo reanimarle con caricias de 
novia y de madre, En vano, Todo había 
terminado. El hado implacable había 
pronunciado su sentencia, Y con La: 
valle moría la Coalición del Norte. 
Aquí oigamos al teniente coronel La- 
casa cómo nos refiere el suceso: 
“A la madrugada, el comandante 
Lacasa oyó dar el “¡quién vive!” al cen- 
tinela; se levantó inmediatamente, y 
al asomarse a la calle vió parada, co- 
mo a veinte varas de la puerta, una 
partida de paisanos armados, con la 
divisa que usaba el ejército enemigo. 
"Visto por el oficial que la coman- 
daba, Fortunato Blanco, se le intimó 
rendición. 
”Lacasa “in continenti” dió la voz de 
“ía las armas!”, a los soldados acos- 
tados en el patio, y penetró. precipita- 
damente a imponer al general de lo que 
sucedía, 
"Citaré literalmente mis palabras, 
así como las últimas pronunciadas por 
el héroe, al llegar el instante cruel de 
su: doloroso martirio: - 
”— ¡General: los enemigos están en 
'a puerta!: ' 
”_. ¿Qué clase de enemigos son? — 
oreguntó el general. . 
”— Son paisanos. 
”—. ¿Como cuántos? 
"Veinte o treinta. 
”_. No hay cuidado, entonces. Vaya 
usted, cierre la puerta y mande ensi- 
llar, que ahora nos hemos de abrir paso, 
"Inmediatamente se cerró la puerta 
y los soldados corrieron al segundo pa- 
tio para tomar sus caballos. El coman. 
dante Lacasa se dirigió al cuarto del 
zaguán para tomar su freno, en con- 
secuencia de la orden dada; pero al 
inclinarse al suelo para tbdmarlo, sin- 
tió el estrépito de algunos tiros que hi- 
sieran estremeror la nnerta- cala w va 
ncuentra Trevolcándose en su sangre 
| primer soldado de la República Ar- 
rentina, al -jefe de la cruzada liberta- 
lora, al apóstol. de .un pueblo” . 
Los historiadores afirman que la 
artida que comandaba el titulado co- 
nandante Blanco no sabía de la estada 
le Lavalle en la casa de la familia Ze- 
1arruza.. Pero ¿qué dice la tradición, 
1 romancero, la lógica de las :Circuns- 
añcias y la voz-del pueblo? Que si no 
abía, tenía, sin. embargo, presuncio- 
les vehementes, Por eso la soldadesca 
lisparó sus armas y se puso en fuga, 
emerosa de ser copada por las hues- 
2s libertadoras, 
Aún no había amanecido, y a la tra- 
redia sucede la más extraña confusión: 
"odos se ponen a buen recaudo, menos 
Jamasita Boedo. Aquí oigamos a Pe- 
Iro Nuñez Acuña, que escribe la cróni- 
'a fidedigna de los sucesos, con acopio 
le documentos y asesorado por doña 
Dolores Lavalle de Lavalle, hiia del 
reneral:; 
“El cadáver quedó abandonado en el 
tio en que cayó exánime, pues sus 
'oldados, saltando por el muro del fon- 
lo de la casa, corrieron a incorporarse 
| grueso de las fuerzas que acampa. 
an en las afueras de la ciudad.” 
A su vez, don Carlos Correa Luna, 
que escribía su prosa con aplomo, y 
ien nutrido de probanzas históricas, 
"efiere: “Un hecho extraño, de difícil 
Ustificación, siguió inmediatamente a 
a muerte de Lavalle: nadie recogió su 
'adáver... En el minuto trágico, ni la 
:scolta del prócer, que por los fondos 
le la casa corría desalada al campa- 
nento, atinó a otra cosa que a salvar- 
'e; ni la partida federal, y mucho me- 
"os el futuro “benemérito” —. héroe 
in saberlo — dejaron de huir, así que 
ospecharon la proximidad de los de- 
*ás libertadores.” 
Sí, todos escapan, menos Damasita 
soedo, que ahí se queda junto al ca- 
láver del paladín, Y al punto surge la 
regunta: ¿se quedó con la anuencía, 
"on el acuerdo de Lacasa y Félix Frías, 
aientras ellos ponían en armas al res- 
o de la división, y buscaban los me- 
"ios para salvar el cadáver? La lógica 
esponde que sí. De otra manera es 
aconcebible el abandono del amigo 
en amado y del jefe a quien seguían 
on sagrado fanatismo. Y, asombraos: 
cadáver cuya devolución reclamará 
'espués Rosas al gobierno de Bolivia! 
Mientras devana las cuentas de su 
osario de oro — una reliquia de fami- 
la, única joya que la acompaña, — sus 
igrimas se derraman en fluencia in 
ontenible, Evocad la escena desolada 
1 drama sin gestos y sin gritos. Ahe- 
rados los sollozos y la plegaría apenas 
in bisbiseo para que la soldadesca no 
"enga a llevarse el cuerpo del héroe. 
r así todo el día 9 de octubre, hasta 
a puesta del sol; hasta la prima no- 
he. ¿No advertís algo de fa tarde del 
riernes en el Calvario, en este drama 
»paco y soledoso? Y la imagen de Da- 
nasita Boedo, ¿no se acerca a la fi- 
rura de María Magdalena? 
Ahora sólo restaba salvar el cadá 
rer del héroe, librándolo de la profana. 
“ión de la soldadesca, Y así se hizo 
cuando llegó la noche, el fúnebre cor- 
ejo se puso en marcha, camino de 
3olivia, En vano el general Pedernera 
¡uiere convencer a Damasita Boedo 
jue regrese a Salta, que. se reinte- 
tre al seno de su familia. - 
— ¡No, señor general! Le seguí en 
rida y ahora debo acompañarlo en la 
nuerte, Las mujeres de mi raza y de 
ni clase, cuando damos el paso que yo 
e dado, no nos volvemos atrás, 
Y prosiguieron la odisea a través 
le las breñas, a lo largo de las que- 
Tradas, subiendo y bajando cuestas y 
lesfiladeros, Aquello era dantesco; el 
.mor y el dolor habían sobrepasado los 
“mitasz de In «amhlima Junta al Láretia 
zo 
Jo 
ba la mujer hermosa y fuerte, la Ve. 
ónica que Lavalle encontrara en la 
'alle de la Amargura. 
Y: dice un testigo ocular: 
“Un religioso recogimiento se había 
.poderado de todos los corazones; las 
ágrimas corrían poy todas las meji- 
las, y un sentimiento profundo, un do- 
or inmenso, absorbía el ánimo de aque- 
los” guerreros ,esforzados; de aquellos 
oldados fieles. que, después de haber 
'ecorrido 800 leguas salpicándolas con 
'U sangre generosa, marchaban al os- 
racismo después de haber combatido 
yor la libertad de la patria en cien ba- 
allas; después de haber perdido la úl- 
ima esperanza de redimirla con la 
nuerte de su general. , 
"Pronto el galope de los caballos: y 
a algazara. de una chusma fanatiza- 
la vinieron a sacarnos del estupor, 
1 prevenirnos de que los enemigos es- 
:aban en la retaguardia, Desde aquel 
nomento, la reacción se: operó: los 
nombres, anonadados por el infortunio 
volvieron a ser soldados del ejércitec 
ibertador. El general Pedernera dis. 
duso lo conveniente, y ya no hubo tre- 
zua hasta pisar el territorio de Bo- 
ivia, 
"Siete días se peleó sin descanso; 
10 ya para buscar un triunfo sobre 
as huestes del tirano, sine para sal- 
"ar el honor de las armas libertadoras, 
7 lo único que nos había quedado: las 
*enizas del ilustre argentino.” 
Las páginas más conmovedoras de 
a “Biblia” no superan en dolor al éxo- 
lo terrible. Estas escenas aflojan las 
rértebras, rompen las fibras, dilace- 
'an las carnes, Y junto a los despojos, 
'abalgando a horcajadas y en traje de 
oldado, viaja Damasita Boedo. El Tri 
sagio, rezado por ella, en voz alta, re- 
uena como el salmo de Moisés enel 
lesierto, Y mientras se eleva la ple- 
zaria, ved cómo sobre las barbas varo- 
tiles resbalan las lágrimas, 
Allá, adelante, va el héroe muerto 
'"n su tordillo de pelea. Lleva por mor- 
aja la bandera argentina, y comc 
1na prenda querida, la manta de vi. 
uña tejida por las manos industriosas 
7 amorosas de la Rosalía Flores de 
Tualfín... La Rosalía Flores, símbo- 
0 y síntesis de todas las hadas hi. 
anderas que a lo largo de nuestra his. 
-oria tejieron los ponchos y la man. 
as de la patria, 
Allá se ausenta el mártir en el via. 
je sin retorno. Atrás quedan las ca- 
bezas suplicantes de Acha, de Avella- 
(Continúa en la nárina 67) 
*',TISMU 
GETISMO 
TELFPATIA - SUGESTION 
Y todas las demás CIEN- 
CIAS OCULTAS, pueden 
realmente ser adquiridas por 
todos, desarrollando las 
FUERZAS DE LA INFLUEN- 
CIA PERSONAL, y cam- 
blando así el rumbo de Ja 
vida, 
Lo que antes era un SE- 
CRETO privileciado de po- 
tos elegidos, es hoy una 
CIENCIA ampliamente com- 
probada y documentada por 
zrandes Sabios. 
La “PS YCHOLOGICAL 
SOCIETY DE LA INDIA” ha 
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también con los Pueblos 
Sudamericanos, distribuyen- 
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LLO DE LAS FUERZAS 
OCULTAS Y FUERZAS INTERNAS” del Profesor 
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Este libro está lleno de reproducciones foto- 
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NOMBRE ...exesanaro: rent eat.” Pene ENEE E 
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DIREC.OR TECNICO: 
DOCTOR M. S. ROGANTI 
ITORGAMOS DREPLOMA 
CARNET DE ALUMNO 
MATRICIILA CGRATIC
	        
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