25 de Mayo de 1988
1% q Por DELFINA F.
7 5. A DE AGOSTINELLI
a sala de todo el mundo y en la mesa
le todos, donde nada es propio ni per-
nal... Así es cómo la casa se des-
uida, se enfría, se desune el matri-
aonio...
¡Qué equivocadas están las que no
¡juieren formar para los que aman y
as aman un nido atrayente y cálido,
in hogar alegre, una cocina sana, un
é cariñoso, servido con sus propias
aanos, las mismas que fabricaron los
astelillos, y deshilaron las servilletas,
bordaron el mantel...
Pero la mujer moderna asegura que
»y en día todo “es muy burato”; que
no vale la pena hacer nada”... Y ha
uardado las labores: prefiere telas
modernas en colores chillones que fi-
tos manteles donde su ingenio y su
uen gusto se evidencian, donde la be-
'eza del espíritu femenino se pone en
Videncia...
S
. . . = .
Discordia familiar
MEANDO estemos frente a una dis-
cordia familiar no hagamos otra
cosa que quedarnos en silencio y en
quietud. Dejemos que.otros procedan
mal, y hablen, y hieran, y nos ofen-
dan, y hasta nos ultrajen;, pero nos-
otros guardemos quietud. No se puede
ir contra la sangre, como no se pue-
de ir contra la corriente de los ríos;
no se puede modificar su curso: él
vence siempre, y la sangre también,
Ella es la que gobierna, y rige, y
manda.
Podemos tener discordias con ami-
gos, porque no hay vínculos: nos ale-
jamos y nos perdemos de vista. Pero
los parientes se mueven donde nos mo-
vemos. Cerrar las puertas es “inútil:
una causa o la otra les traerá de nue-
70 a nosotros.
Nunca se distancian por la vida los
1ermanos. La vida misma les reúne,
y si no es la vida, es la muerte. Se
descansa en la misma bóveda...
¿Para qué tirarse. puñaladas en la
xistencia si a la sangre no se le mata?
Aunque el hombre muera enemistado
zon el hermano, vivirá en el- recuerdo.
Un encono no destruye la niñez por
Jistante que esté. Es siempre la fuer-
za, es lo indestructible, es lo mejor de
la vida; lo que no podemos ahogar
por más que le tapemos la boca: ella
habla. ella gobierna...
1 las disciplinas de saber soportar la
1ala suerte,
No está la elegancia en poder ele-
ir y pagar un traje costoso: la ele-
ancia está en en saberse arreglar, en
star presentable, y limpia, y correcta
uando sólo se dispone de centavos,
uando de un trapo se hace un traje,
r se lo plancha y se lo cepilla, y aun
e llama la atención por la corrección
:0n que eso se lleva...
La gran escuela
UANDO la fortuna nos deja, sa-
4 bemos cuánto vale la fortuna...
uando la salud nos abandona, valo-
amos lo que la salud vale. Por eso la
Tan escuela de la vida está en el do-
yr, en la hora en que la suerte nos
“ adversa...
?or eso debiéramos ponernos frente
todo. aquello que la vida nos da, y
ue pocas veces valoramos, Miremos al
ombre amado más con la inteligen-
ia que con los ojos, y pensemos sin
:pantos, fríamente y valientemente
1ál sería nuestro dolor si lo perdiéra-
AS...
Sontemos nuestra fortuna, y supon-
amos cuál sería nuestra angustia si
1 suerte nos arrebatara esa fuerza
e defensa contra la vida, contra esa
ida que todo lo da por el signo pe-
08... Que todo lo niega, hasta el pan
i no tenemos en la mano el dinero que
o pague... Y acariciemos esa for-
una, chica o grande, que nos pone al
mparo del hambre, del frío... Y di-
o fortuna, porque para mí for-
na es todo... Es el capital inver-
ido en la propiedad que da renta, o
n los títulos... Y es fortuna el tra-
ajo, y lo es el hombre que nos da
1 producto de su labor... Fortuna
on los brazos y la salud, y la inte-
gencia y el saber. Y fortuna es la hu-
tildad que se inclina en el surco de
1 tierra para dejar en ella la semi-
a milagrosa...
Valoremos lo que tenemos antes de
erderlo,; porque es demasiado triste
alorarlo una vez perdido...
La casa solitaria
[) ESPUES de las incidencias, des;
pués de mil escritos, declaraciones,
.Claraciones, culpas y cargos..., ¡por
in obtuvo el divorcio!... Se dieron la
spalda después de lanzarse una mi-
ada iracúnda, Y ella volvió a la casa.
E] juez le entregó la llave... 'Todo lo
ue componía el hogar era de ella...
7 así, ella se fué... Abrió, temblo-
osa, la puerta de calle... Y, al tan-
20, las persianas. Le palpitaba el co-
azón, La luz inundó todo; todo aque-
io que fué de los dos... Y ahora, gra-
Tas a un fallo, era de ella, ..
La luz hirió la claridad del espejo,
onde se reflejó el diván rojo, a su la-
o la mesita con la lámpara y las mil
equeñas cosas inútiles. Y por eso más
mitas... Una figurina de marfil...
na bombonera de plata... Allí creyó
erle a “él”. ¡Tantas veces, en ese di
án, fumó un cigarrillo!... Se dejé
aer en la butaca más próxima, y en-
nó los ojos. Los objetos parecieron
aimarse... El alma del espejo dijo:
,Sola?... Yo que los ví siempre jun-
»s cuando en mí se reflejó la ventura
€ los dos... ¡Cuántas veces me es:
remecí al verlos unidos en un beso!
“Y yo — dijo la piel de tigre exten-
ida junto al diván — he entibiado los
des de los dos... Ahora en mí no
abrá más que una huella: la de sus
ies... Los de él, ¿para qué norte
narcharon?... ¡Cuántos nos vamos a
iburrir en esta casa tan grande pare
'la sola...”
Los grabados franceses, encuadra.
10S8, llenando los muros: “Les dons de
romone”, “Le lever”, “L'amant pres-
:ant”, “La muit de mnosse”.,., todos
»arecían haber perdido su amorosa in.
ención... Abrió los ojos...
“Y todo esto, ¿para qué me sirve?
— se preguntó. — Sola, no lo preci
0... Discutí esta casa, quise mue-
les, ropas, adornos; todo, dije, que
ne pertenecía, y ahora, ¿para qué me
irve sin él?...”
Comprendió la inutilidad de las re-
ertas, la inutilidad de los escritos, de
2s abogados, de los jueces... Ella es-
aba, es cierto, separada por la ley,
naterialmente separada... Pero en el
orazón lo llevaba a él... Del alma
adie lo había arrancado... Lo com-
rendía ahora que le daban la casa...
Jue ya sin él no le servía... Lo com
vendía ahora que le daban la liber-
ad... Que ya no le servía para na-
la, para nada más que para llorar el
lesastre... Y se echó a llorar descon-
soladamente sobre su vida inútil y
"ota...
Suele ser mejor capear los tempo
¡Tales, acallar los disgustos, pedir es-
cusas, perdonar, que acudir a la bru-
tal separación, que dice: “¡Esto es
mío y esto es tuyo!,..”, cuando, entre
dos que se amaron sn alguna hora, no
se supo cuál corazón fué el de “ella”,
.0 cuál el de “él”,,.
Franca elegancia
SIN duda alguna que la desdicha
es la que da relieves a la elegan-
ia y a la capacidad.
La pérdida de la fortuña, la pobre-
za, la privavación, es la que pone en
avidencia los valores.
No es gracia ser elegante en la ri-
queza, ni alegre en la felicidad, ni
agradable en la vida muelle y cómoda.
La gracia es serlo contra las dificul-
:ades de la vida, poniendo cara ri-
sueña cuando sólo se tienen ansias
le llanto, y sin lanzar quejas cuando
:ebosa el alma de amarguras,
Hay que saber tener actitudes ele-
zantes cuando se sufre, y buen genio
en medio de las tempestades que aca-
trea la pobreza...
Dichosos los desposeídos que no sa-
vemos lo que es el aguijón de la co-
dicia, y que vivimos con templanza y
vaciencia...
El dolor de las luchas tiene glorias
ue desconoce el adinerado, porque ca-
ta dificultad vencida es un jalón y
an galón ganado...
Con rebeldías, con protestas, eso no
se gana: se gana con la resignación y
el contento, con la voluntad y la con-
tormidad. -
Hay gente que cuando le acomete
ma desdicha, que cuando la vida los
coloca frente al duelo, se gastan en
gritos, en llantos ruidosos, en escan-
jaloso dolor... Lo mismo se sufre en
silencio, lo mismo se llora, lo mismo
se martiriza el alma el que se ajusta
a la elegancia de las resignaciones y
Las jóvenes madres
TAS jóvenes madres olvidan sus de-
— beres y siguen la caravana de
as jóvenes solteras, haciendo lo que
llas hacen y lo que hacían hasta la
spera de sus bodas; es decir: la vi-
'a regalada y despreocupada de los
aseos... Olvidan, digo, que al sólo
echo de contraer emlace, contraen
n sinnúmero de deberes. La casa no
uede abandonarse a toda hora; los
“jos, menos.
Pero todo, para ciertas mujeres mo-
“mas, es mejor que quedar en el
ogar... Prefieren, aunque más no
ea, perder el tiempo..., o fabricar
retextos para salir en todo momento.
Si deben recibir visitas o pagar
cenciones, no ofrecen un té en la ca-
a: lo ofrecen en la confitería. Pa-
ece que el “confort” y la “intimidad”
15 asustaran. Se encuentran mejor en
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