?5 de Junio de 1988
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Por ROBERTO N. MCMURRY, —
Enferma
el eminente especialista y secretario de “The Psycolo-
gical Corporation”, nos revela que la elección de la
esposa presenta serias dificultades y ofrece la fórmula
para evitar un matrimonio desdichado.
N estudio sobre los hombres que han alcanza-
do el éxito y de otros fracasados, indica que
existen ocho clases de esposas. Siete de ellas
son perniciosas para el éxito y porvenir del
hombre.
Primeras en la lista de esta clase de mujeres cala-
nitosas, figuran la llorona o quejumbrosa y la cri-
ricona, Jamás están satisfechas. Se quejan de todo
y a todos. Cualquier cosa que el esposo haga, está
mal hecha. Esto llega a constituirse en manía, y a
reces lo hacen por el sólo placer de criticar,
Segunda en importancia es la esposa “aconseja-
lora”. Es aquella que constantemente “le da al es-
poso consejos por su propio bien”. Es aquella que Je
dice, de una manera “dulce” y velada, que el modo
de expresarse del esposo es defectuoso e incompleto;
que su inteligencia y su razonamiento son pobres.
Tercera entre estas calamidades domésticas viene
'a esposa dominadora. Todos tienen que hacerle
| gusto sin fijarse en la conveniencia de los
demás, especialmente la del marido. Si se les niega
algo, comienzan a hacer “pucheros” o amenazan ha-
ter escándalos de un momento a otro, Muchas veces
astas esposas, imposibilitadas de hacer su voluntad
zon un marido de carácter, traen a vivir a la casa
ala madre o cualquier otro miembro de la familia,
para que les ayuden a imponerse.
El cuarto tipo de esposa perniciosa es la que man-
tiene al marido en constante deuda. En la investi-
gación de este problema encontré un hombre que
an 1938 todavía está pagando las deudas que su es-
dosa había contraído en 1932. , “a
Quinta en la lista está la esposa que arruina la
xarrera de su marido con su comportamiento, Son
¡as que se envuelven en escándalos públicos, o les
son abiertamente infieles. -
El sexto tipo es el de las mártires. Estas son las
pequeñas mujeres que nunca se quejan abiertamen-
:e; pero, llegado 'el momento, hacen saber que si no
'uera por su paciencia y su sacrificio sin igual, la
'amilia no podría existir.
La variedad número siete, la esposa que “goza”
de delicada salud, es la más cargosa de toda esta
diste lista. Es sabido que muchas mujeres sufren
le muy mala salud; pero aunque parezca paradóji-
10, son éstas las que menos se quejan de su suerte.
infrentan sus padecimientos con valor y paciencia.
?or desgracia, muchas otras mujeres, algunas de las
ales gozan de una salud perfecta, han descubierto
mn su invalidez una perfecta estratagema para ha-
er su voluntad, Estas mujeres siempre obtienen,
le este modo, lo que quieren; pero su salud nunca
ermite que le hagan la vida más amable al esposo.
Estos siete tipos de mujeres tienen todas un defec-
o en común: son increíblemente egoístas. Se aman
emasiado y únicamente a sí mismas, Lo que es .más,
n muchos casos, lo único que prodigan en el esposo
s el odio o los celos. Cuando un hombre tiene la des-
rracia de casarse con semejante mujer, ella puede
mpedir que progrese en su carrera de muchas ma-
«eras. Primeramente, puede quebrar su moral y ha-
er que pierda la confianza en sí mismo. Segundo,
mede hacer que el hogar sea tan desagradable que,
1 esposo buscará compañía y amistades fuera de él.
), también, puede buscar alivio en la bebida, Ter-
ero, los conflictos domésticos pueden ocupar su pen-,
amiento de tal modo, que le resulta imposible con-
entrarse en su trabajo, y por dicha razón fracasa.
Para nuestro alivio, también existe el octavo tipo
e esposa. Esta mujer es una ayuda inapreciable pa-
2 el hombre en su camino hacia el triunfo, Es la
:sposa que profesa por 'su Marido el mismo cariño
ue una madre por su hijo; lo que quiere decir un
:ariño libre de egoísmos. Semejante amor funde a
a mujer y al hombre en la pareja ideal, y les per-
nite hacer frente juntos a los problemas de la exis-
encia. Apoyados en una mujer de esta naturaleza,
ombres débiles y comparativamente incapaces han
legado a ocupar puestos de responsabilidad y de
orestigio.
En cambio, ¡cuántos hombres con un brillante por-
enir han naufragado entre los egoísmos y las exi-
rencias de la mujer que eligieron cegados por el
imor! La responsabilidad de la esposa es mucho
nayor de lo que se imagina, pues de ella depende
asi siempre el éxito de su marido. -
(Continúa en la página 47)
Gastadora
Llorona
N
Mártir