5 de Julio de 1998
“
ENCONTRO su...
Cuento por M. PRIETO MARCOS
UDO nacer hijo de reiña, pero
nació de lavandera negra. :Y
pudo nacer blanco. como la lu-
”. ma, pero -Náció negro como la
madre negra. . + 0
— ¡“Negrito”, qué negro eres! — de-
*íanle. todos en la barriada,
“Negrito” reía una risa de *maza-
morra, Reía siempre, hasta cuanto lle-
vaba los atados. de ropa limpia%a la
olientela de la madre, y los chiquillos
e acompañaban en comparsa, cuadras
y cuadras, gritando a coro el estribillo:
“Negrito”, qué negro eres!...” wi 1
- Un día llegó la madre muy contents
y se. puso a lavar y cantar, “Negrito”.
€ preguntó: Fo “ Y
.— ¿Estás contenta porque hace buen
sol? _ - es i
— Por eso y. porque laváré la topa
de los tamberos nuevos... li. Y
— ¿Qué tamberos: nuevost Y...
-— ¡Los que compraron el: tambo: de
lós Recalde, pues!... Cuatro o' cinco
de familia y dos mozos peones... ¡Qué
gente buena!.... Día por 'medio irás
tú a buscar la ropa, y ya me dijeron
que lleves siempre una jarrita para
larte leche, E
— ¡Ah, eso me gusta! — celebró. “Ne-
rito” palmoteando. . .
— Tomarás linda leche, hijo...... “:
Triscando fué “Negrito” al tambo:
sor primera vez, > PE
Una niña muy blanca, flores. de lino
sus ojos y aguamiel sus, cabellos, jugó
zon- él y le dió nueces, :- Ef. A.
=- Eres" el hijo de la lavandera:¿Y
ómo te llamas? 7 sj
— Negrito: + 28H
— ¿Negrito qué?... >
— Negrito... Negrito qué negro. eres.
- La hiña-rió una risa. de seda; y “Ne-
zrito” rió su risa de megan. E
* Aquella noche soñó ¿que iténía hina
uña lena entre las vanos! | o de
% RD Es
OE
- js E ES im.
Por conocer la. opíñión de su vecina,
Jue no por convencida, la. ¿lavandera
Tijo: A a
— Seguro que fes caís a; del: creci.
miento, . A
— E k
— No, señorad lo embrótiiol e
— ¡Pero si el pobretitono hizo nia
1 nadief... ¡Quién pudo haber: sigo?
— ¡Ah ,:/A loMméjor no era para
él. Estaba en el. dife y... E >
La negra 'se cúprió el rostro con las
manos y ce RE TT
— ¡Qué hoyror! ¡Qué cosas pasarren
21 mundo! » ,
Arrimado a las paredes, gacha la
cabeza. y las piernas bamboleantes, se
acercaba “Negrito”. Las dos mujeres, en
medio de la calle, se dieron vuelta para
mirarlo. El entró en lá casucha. A la
madre sele mojaron los oios, y la-
mentó:
— ¡Siempre así, señora!,.. ,
— Mal de ojo; no hay más que verlo
— susurró la. vecina. Y tras breve si-
lencio, preguntó: —' El ¿no se queja
de nada? *
— ¡De nada, señora; eso es lo que a
Tí me da qué pensar!... Le pregunto:
.Qué tienes, hijo?”... “No sé... Na-
.a?) me resporide... “y Te duele Algo”
“Nada...” Si'le prégunto ene E
fega,- meé dice queiro tiené gana...
Y cuando 1b fastidio mucho,'se acurru-
ca. poca y Allí se-está cantu-
? rreando ymas tonadas tristes que yo no
sé de*dónde saca... >, .
> Pues mire — resolvió la vecina;
y no me gusta metérme en la vida de
úadie, pero le voy a dar mi consejo,
¿Usted sabe la casa de doña Rosita?...
Llévele al chico, que ella le va a decir
“esta e: esto y lo de más allá”
No bien los mozos del "tambo le vie-
on entrar, lío de ropa a la espalda y
arrita en mano, como siempre, le gri-
aaron:
¡“Negrito”, perdiste la risa!...
Pero él atravesó el patio y ganó el
:ancel del huerto sin mirarlos si-
uiera. Entonces los. mozos le arroja-
on cascotes. “Negrito” se avachó jun-
0 a un árbol y oyó que alguno decía?
“Negrito” cayó
le cara al cielos
los ojos muyy
abiertos, y vió que
se le llenaban de
niña blanta...”
—Perdió:1a risa, pero le'sabe mal que
se ló-digan, Y si no, ¿Por qué pasa y
nilévanta la vista?.. Y oyó también,
otra vez:
.— i“Negrito”, perdiste la risa!....
“ No"le sabe mal “eso” que todos le
dicen ahora en Ja barriada. ¡Qué vat...
Le-dicen cosa-cierta; tan cierta como
cuando antes le decían: “Negrito, qué
negro :eres!”...- Si él no alza la vista
en el patio: del tambo es porque puede
“derramarse” Ja mirada que lleva para
Martita; la niña muy blanca,
Pero esta vez, Martita no estaba en
.a mecedora, ni en el cobertizo, ni en
el limonar. Estaba en la luna; estaba
en los eucaliptos de “allá-tan lejos”, Y
allá fué a derramarse la mirada de
“Negrito”.- Porque la -luna y la niña
blanca. eran. una "misma pena y: una
misma ansia en el niño negro. 4
Pensó que . Martita podía estar aún
en a escuela, acaso castigada, y expe-
rimentó una sensación de ahogo que le
arrafcó un gemido y le obligó.a posar
su carga en el suelo, De espaldas a la
casa, no vió a la niña venir hacia él,
pisando cautelosa, Tal vez la presintió,
2uando estuvo cerca, y se. dió vuelta
frustrando así el susto que le amena-
zaba, .
— “Negrito”, ¿por qué no llamaste”
—Ya iba. .. —
— ¿Andas triste todavía?... Lo que
debes hacer, ya te dije, es tomar mu-
cha leche para volverte blanco.
- Sí.
— Y así tendrás una risa nueva...
¿O quieres mejor la que perdiste?...
“Negrito”, la que perdiste era muy lin-
da, pero si no sabes dónde la perdiste,
nó la encontrarás nunca...
— Sí, la encontraré, Lo dijo una mu-
¡er que acierta las cosas... Sólo que
será en algún sitio de muy lejos...,
muy lejos — repuso “Negrito” con tem-
alorosa voz.
— ¡Oh! ¿Y vas air?
— Cuando sea grande..:
— Negrito, yo te daré un tacho de
eche y una bolsa de nueces para el ca=
mino, ¿Sabes?... No tengas nena por
280... Y a lo mejor...
(Continña en la nás.