Full text: 28.1938,6.Jul.=Nr. 1433 (1938143300)

YC 
N el escenario se están represen- 
tando las últimas escenas del 
drama de Moreno Rojas, “Opre- 
sión”, cuando. entramos en el 
amarín de Blanca Podestá. Mientras 
ista llega, conversamos con su direc- 
or, Carlos Calderón de la Barca, y un 
riejo amigo de la actriz que fué actor 
le los Podestá durante largos años, el 
señor Pedro Mués, quien se anticipa a 
darnos varios datos sobre la artista. 
- — Yo conozco a Blanca Podestá des- 
le el día que nació, que fué en La Pla- 
:a, en la calle 9 esquina 64. Es la hija 
menor del mayor de los hermanos Po- 
Jestá: Jerónimo. Los: hermanos de 
Blanca son María Podestá, conocida 
-ambién por “la Rubia”; José, Arturo 
y Anita Podestá de Rerterini, que es la 
nica que no pertenece al teatro, Po- 
:0s serán los Podestá que no hayan tra- 
ajado en él, Uno de ellos, Pepe Podes- 
tá, fué, como se sabe, el creador “del 
teatro nacional, que durante largos 
años casi puede decirse que fué patri- 
monio exclusivo de la familia Podestá. 
La mayoría de los Podestá nacieron 
y vivieron siempre en el teatro. Es el 
caso de Blanca Podestá. A los cinco 
años ya salía a escena a hacer algo. 
Recuerdo haberla visto en una parodia 
de “Fausto”, haciendo un angelito, con 
las y todo, También intervenía en 
.0s pericones del circo o del escenario. 
Sin embargo, su debut oficial recién 
se produjo cuando Blanca tenía doce 
años, Pero eso será mejor que se lo 
zuente ella, que aquí llega. 
LOS PRIMEROS PAPELES, LOS PRI- 
MEROS ESTRENOS k 
Blanca Podestá, en efecto, aparece 
an el camarín, precedida por los es- 
tampidos de una descarga de fusilería 
que pone -fin al drama que estaba re- 
presentando. Se sienta, y en la fuer- 
za de su respiración, que le agita el 
pecho en un acompasado vaivén, per- 
xibimos la violencia de la escena re- 
ciente, - 
= Siempre me ocurre lo mismo — 
Blanca Podestá «a 
través de una recien- 
*e fotografía. 
Esta foto de le 
popular actriz 
pertenece a la 
época en que 
era primera 
lama joven en 
la compañía de 
Jerónimo Po= 
Testá, padre de 
la artista. 
105 explica. — Cuando estoy en el es- 
:enario me identifico de tal modo con 
a situación, que el personaje y la in- 
érprete forman una misma persona. 
— Es la escuela del verismo en el 
arte.. 
— Pues yo he aprendido en esa es- 
cuela desde el día que debuté. 
— ¿Dónde ocurrió eso? 
— En el teatro Rivadavia, hoy Li- 
ceo. Tendría yo unos trece años. 
- Doce — rectifica Pedro. Mués: — 
Tenías doce; yo estaba presente. 
— Doce cumplidos y trece que iba 
a cumplir — aclara ella, para zanjar 
la cuestión. 
— ¿Cuál fué su primer papel? 
— Un papel dramático, de primera 
actriz joven. Yo siempre he sido pri- 
mera actriz en todas partes. Aquel pri- 
mer papel pertenecía a una obra de 
Enrique García Velloso: “Caín”, que 
estrenamos en el Rivadavia y segul- 
mos representando después en la Co- 
media. En esa obra coincidieron Va- 
rios nombres que después habían de 
quedar en el teatro, como Orfilia Ki- 
MUNDO ARGENTINO 
co, Enrique Muiño, Elías Alippi, En- 
rique “Arellano, Félix Blanco, Julio 
Escarcella, los hermanos Petray y mi 
prima María Esther Podestá, que te- 
nía seis años y ya cantaba canciones 
subida en una silla. A partir de en- 
tonces continué siendo la primera da- 
BLANCA 
PODESTA 
. 
Antes de cumplir los 
. 7” - 
seis ya hacía papeles 
de angelito. 
na joven de la compañía de mi padre, 
Jerónimo Podestá, que alternaba sus 
temporadas en los. teatros Comedia y 
Rivadavia. ! 
— ¿Qué obras estrenó usted por en- 
tonces? —. 
— Unas cuantas, a pesar de que los 
áxitos se mantenían bastante tiempo 
2n el cartel, Y por aquellos años es- 
trenamos algunas obras que quedaron 
Jara siempre en el repertorio nacio- 
dal. Y si quiere usted una muestra, 
le daré unos pocos títulos: “M'hijo 
al dotor”, “Nuestros hijos”, “Camilli- 
ta” y “Cédulas de San Juan”, de Flo- 
rencio Sánchez; “Locos de verano”, 
de Gregorio de Laferrere; “Sobre las 
ruinas” y “Marcos Severi”, de Rober 
to J, Payró. En todos estos estrenos, 
y en otros muchos, me tocó intervenir 
en” papeles de responsabilidad, que 
me proporcionaron la satisfacción de 
merecer la amistad y el estímulo de 
autores tan ilustres como los tres que 
ne nombrado, 
—¿Qué impresiones personales 
guarda usted de aquellos autores? . 
— El recuerdo de ellos se mantiene 
fresco aún, si bien no podría asegurar 
que fueran como yo los veía enton- 
ces y continúo viéndolos ahora, Los 
admiraba demasiado para verlos co- 
mo eran en realidad; pero no creo que 
lo que ellos fueron se diferencie mucho 
del recuerdo que me dejaron, 
TRES AUTORES: FLORENCIO SAN- 
CHEZ, LAFERRERE Y PAYRO 
—Trató usted a Florencio Sán- 
chez? 
— No mucho, pues además de que 
/o era aún muy joven cuando él falle- 
ció, Florencio. tuvo siempre un tem. 
»xxramento más solitario. que sociable. 
olía venir algunas noches, sin embar- 
z0, al camarín de mi padre. Allí lo vi 
7 lo oí varias veces. Más lo segundo 
¡ue lo primero, pues era un hombre de 
vocas palabras. Pero no necesitaba ha- 
Jar para dar la sensación de su ta- 
ento, Esa sugestión se desprendía de 
oda su figura un poco desgarbada y, 
sobre todo de su cabeza, que parecía 
nelinarse por el peso de lo que llevaba 
lentro. Tenía siempre los ojos húmc- 
dos y tiernos, y sobre las cejas le caían 
los mechones de cabello rebelde, que 
varecían formarle un marco a la fren- 
€, grande y surcada por varias arru- 
sas prematuras, No lo vi reír nunca, 
y siempre parecía estar embebido en 
a elaboración de su obra, Sin embar- 
so, tenía un carácter sensible y su tra- 
;0 era más bien cordial y tolerante. 
— ¿Y Laferrere? 
—— Don Gregorio, como le decíamos 
codos, era la estampa antípoda de Flo- 
tencio Sánchez, Al revés de éste, que 
vestía generalmente en forma muy des-
	        
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