3 de Julio de 1938
Un matrimonio original (Continuación de la página 17) '
51
— Yo también lo respeto a usted —
nurmuró ella con suavidad. — Tal
rez sea que es usted superior al am-
xente que lo rodea y que necesitaba
salir de él para descubrirse...
— Quizá — exclamó Carlos pensati-
ramente. — Y tras una corta pausa,
¡omándole tímidamente de una mano,
a ayudó a bajar del coche,
— Venga usted — dijo. — Veremos
ué opina mi padre. .
vapá! — exclamó el joven con dureza.
— No es el caso de enemistarnos por
astúpidos prejuicios,
— ¿Estúpidos prejuicios le llamas?
— gritaba el señor Bernárdez con irri-
“ación creciente, — Pues como quieras,
»xero tu última tontería ha concluído
con mi paciencia. Estaba bien discul
darte que fueras un perdido, un borra-
ho, que te rodeases de seres inútiles
romo tú, pero esperaba que dejases
ma puerta abierta para darme la úni-
:a satisfacción de mi vida: casarte con
vien yo quería, con quien yo había
trometido a tu madre en su lecho de
nuerte que te casarías, para corregir-
e y hacerte hombre de una vez, Pero
va que tú has preferido arrastrar por
(Continúa en la página 53)
— Comprendemos; comprendemos —
"replicó uno con un guiño picaresco. —
0 que sí, no sabemos si felicitar o
:ompadecer a Eloísa. Señora, no es un
20mbre el que se lleva usted por ma-
rido: es una cuba, :
— En todo caso — eontestó ella —
“reo que no necesito la compasión que
usted me ofrece, puesto que si me he
casado con él ha sido usando de una
facultad que nadie puede quitarme, y
que es mi libre albedrío...
— Bien contestado — exclamó Car-
los, al tiempo que empinaba una copa,
— Ese libre albedrío 'es el que me
impulsó a mí a dar esté paso. Casán-
idome con una desconocida me vengo
le una mala intención de mi padre;
na maia intención que todos ustedes
onocen. Sabrá usted — prosiguió, diri-
ziéndose a Eloísa — que mi señor pa-
ire me ha hecho la vida imposible acon-
sejándome de una manera por demás
arcaica. Hay cosas, como estas peque-
las distracciones de la bebida, y de la
alegría, y de la vida pasada lo más li-
sianamente posible, que él no tolera,
vero que usted tendrá que tolerar...
— Creo que no impusimds condicio-
nes al casarnos — enntestá Eloísa son-
iendo,
— Perfectamente, Creo que nos va-
nos a entender, Pero no es eso sólo.
Hay otra cosa más grave. Resulta que
mi señer padre me había elegido no-
ria, una novia que yo no sé quién es
7 que, según él, es la única mujer que
»oseería la virtud de corregir mis de-.
“ectos, como si yo los tuviera... -
Cuando se apagaron las risas. Car-
085 prosiguió:
— Y como yo me he negado .a esta
predestinación, hemos peleado más. de
ana vez, debido a que le dije que antes
de casarme con una mujer preferida
dor él, lo haría con la primera desco-
10cida que encontrara al paso. Me to-
nó la palabra, y con la ayuda de mi
rima Elvira he llegado a realizar mis
propósitos. Lo demás, usted lo sabe.
>Conformes?
— De mi parte, sí. Pero ¿ha pensado
isted ei la cara que pondrá su pa-
Tre? -
— Eso es lo que vamos a ver esta
misma noche.
Consultó la hora, e inclinándose ha-.
tia ella, le dijo, con una reverencia
zómica: -
— Dentro de media hora nos espera
questro papá. ¿Está usted dispuesta?
— Cuando usted guste,
. Eloísa se puso de pie, y recorriendo
=on una mirada irónica la rueda de
amigos, exclamó: -
— Señores: ya están hechas las pre-
sentaciones. Ahora deséenme buena
suerte,
Cuando llegaron a la calle, todavía
'es zumbaban en los oídos las bromas
le los amigos.
— Tendrá usted que disculparlos —
axclamó él una vez que se instalaron
n el automóvil. — Están acostumbra-
los a pasar la vida alegremente, y a
veces dicen las cosas sin pensar.
— No tema usted, Carlos — res-.
»ondió Eloísa en tono incisivo. — Yo
xuedo amoldarme a todos los ambien-
:es, cosa que quizá no' sepan hacer
:llos. Lo que sí; no me parece que sea
nuy selecta esa compañía...
— ¿Es una crítica?,.. ¿Ya...?
— ¡Oh, no! Es una observación.
Llevando el coche a marcha suma-
nente veducida, Carlos aprovechaba
sara observar de cerca los encantos de
su mujer,
Después, cuando se detuvieron fren-
2 a la casa en que habitaba el padre,
nivándola de frente, exclamó.con aire
:incero:*
— ¿Sabe que es usted encantadora?
Anoche, cuando me dispuse a conocer-
la, llevaba la impresión de que exis-
iría entre nosotros un abismo infran-
'ueable, algo que nuestra diferencia de
tedios y de costumbres se interpondría
ara evitar un entendimiento espiri-
ual, que ahora me parece tocar con
3 yema de mis dedos...
Bajó los ojos, haciendo una mueca.
uego, con turbación, continuó:
— Lo que yo hice ayer llevaba la
itención de un experimento, y lo in-
2ntaba aunque después tuviese que
er mi vida señalada para siempre.
Toy me parece tan natural estar ca-
ado con usted, que hasta tengo un
oco de verguenza por la fanfarrone-
ía de que hice gala hace un rato. No
uedo explicarme bien, pero siento la
ecesidad de respetarla, de verla feliz,
vmOo si se reavivasen en mí unos sen-
imientos que hace mucho tiempo, mu-
ho, cuando yo era un muchacho, se
nanifestaron, para adormecerse des-
DUÉS...
C ARLOS, con desagradable sorpre-
sa, escuchaba la severa admoni-
ión de su padre, que, visiblemente eno-
jado, se paseaba de un lado a otro de
la sala.
— ¡Pero tú no puedes hacer eso
“inas a Gas de Kerosene
con o sin horno
Gran surtido de mo-
delos. De un quema- 18
dor desde ....... $ ."
CASA PRIMUS
Santiaro del Estero 142 - Buenos Aires
Véalas funcionar «
catálogo.
N
— HU
Cuando una suave mano
de mujer le friccione el
pecho y la: espalda con
UNTISAL.
ríase de los resfrios.
hentra jet
un ST,
“paracion de uso Externo
ara combatir los Dolores -
AEGMATIMO » GOTA + CIAICA |
MBAGO' DOLMEST ALAMBRES |
SONEENP RAN -DCIODIY
+ ;.
e ko
E o
- a E Up Vr
e 1 E a Re a LN EE
NE A E: E .
E UE a Za E E mM:
E dl E. BT : TN e
ta)