Full text: 28.1938,27.Jul.=Nr. 1436 (1938143600)

27 de Julio de 1938 
COSAS DE NUESTRA CAMPAÑA 
Desorienta a los agricultores 
la idea de reemplazar al trigo 
por otros cereales 
Las recientes medidas adoptadas por la Dirección de Agricul- 
tura, Ganadería e Industrias de la provincia de Buenos Aires, en 
>I sentido de aconsejar a los agricultores que substituyan la siembra 
de trigo por la explotación de otros productos, hacen peligrar la 
autoridad moral de las reparticiones oficiales frente al poblador 
rural 
-Y NA sensación de malestar cun- 
| dió en Buenos Aires a con- 
secuencia de haber declarado 
las autoridades de Agricultura 
que anté la inminencia de un abarrota- 
niento mundial de trigo, era convenien- 
e reemplazar a éste por la siembra de 
oros productos o, en su defecto, que se 
ntensificase la explotación ganadera. 
El problema se presenta confuso en 
ds Propias fuentes de producción, es 
decir, en las chacras, donde :los co- 
mentarios al respecto pueden concre- 
tarse en términos semejantes a los 
que hemos podido recoger andando nor 
la campaña. 
— ¡Estamos arruinados, mi amigo! 
Sin vuelta que darle, arruinados! — 
escuchamos decir a un agricultor, 
—Pero ¿qué le pasa, vecino? — le 
responde otro, 
— ¡Qué me va a pasar, a mí y a us- 
xd también! ¿O no sabe lo que dice de 
¡A siembra de trigo la Dirección de 
Agricultura de la provincia? 
-— ¡Ah, sí, vecino! ¡Cómo no voy a es- 
tar enterado de que nos aconseja subs- 
tituír a ese grano por la siembra de 
dtros cereales! 
—¿Y le parece poco? ¡Dicen que el 
trigo no vale! ¡Dicen que se van a pro- 
ducir grandes aharrotamientos! ¡Dicen 
Jue nos dediquemos a otras cosas en la 
Tedida que es posible, a otras explota- 
iones! , 
— Así es, vecino; eso es lo que dice, 
"nús o menos, la Dirección de Agricul- 
Ara. 
— ¡Sí, así es! ¡Pero lo que no sé es 
qué podremos hacer nosotros en esta 
ZoNa si no sembramos trigo! - 
— Y... si no sembramos trigo, hare- 
mos lo que se nos aconseja oficialmente: 
lo substituímos por otros cereales... 
— ¡No, hombre, na! ¡Como para ha- 
2er eso! ¡Si la mayoría de los otros ce- 
reales valen menos que el trigo! 
— Y... entonces nos cruzaremos de 
brazos, nos tomaremos un año de des- 
canso, - ya que nunca tenemos vaca- 
ciones... 
— ¡Pero, mi amigo! ¿Usted está bro- 
meando o qué le pasa? Esto no es pa- 
ra tomario en broma. Es demasiado 
serio, Si nos pasamos un año con los 
brazos cruzados, ¿con qué pagamos los 
Arrendamientos? ¿Con qué damos de co- 
mer a Ja familia? El caso no es de ri- 
39, Mi amigo. 
781 lo sabré, vecino, que no es de 
“isa! . , 
. — Oye —interrumpe la esposa del due- 
no de casa:— hay que mandar un chico 
al almacén a buscar galleta, 
— ¡Ah! £í, que vaya. 
—Pero;.. vos sabes..., la libreta... 
— Sí, sí, que vaya nomás. Ya arreglé 
con el almacenero: le dije que el tiem- 
bo viene bien para el trigo y nos acor- 
d0 más crédito, - 
- — Pues sí, hombre — continúa diri- 
s:éndose al vecino;— sé perfectamente 
bien que no estamos para andar toman- 
do las cosas en farra, pero es que he 
querido colocarme en el lugar que nos 
colocaríamos si le llevásemos el apunte 
2 la Dirección de Agricultura de la 
Jrovincia, 
— La Dirección de Agricultura no le 
ice a nádie que se cruce de brazos... 
— Es verdad, no lo dice; pero reco- 
Tienda substitufr al trigo por otros pro- 
luctos agropecuarios. 
- Así es. . 
— Pues bien; si la Dirección de Agri- 
ultura aconseja la substitución del tri- 
:0, Y Usted dice, y yo también lo creo, 
ue los otros cereales valen menos que 
1 trigo, no sé qué es lo que podemos 
acer entonces... 
—¡Ah! ¡Ese es el asunto! No sem- 
Tar trigo es fácil, pero sí no lo sem- 
ramos por acá, no sé qué podremos 
embrar para que nos dé mejores re- 
ultados. Por eso-:le decía que estamos 
rruinados. - 
El dueño de casa hace un breve silen- 
io y luego responde: 
— Arruinados... Tal vez.., no digo 
jue la situación sea muy huena, pero 
lo sea cosa que si no sembramos tri- 
:0 Nos arruinemos más. Después de to- 
lo, los precios actuales de este grano 
10 son tan extremadamente bajos como 
ara que nos desesperemos tanto, 
— Yo también comprendo que por 
ahora la siembra de trigo puede resul- 
ar mejor que la de muchos de los otros 
ereales. Pero, usted sabe, la Dirección 
le Agricultura dice que el peligro ven- 
Irá después, cuando se produzcan los 
warrotamientos en el extranjero, so- 
xe todo en los Estados Unidos, según 
o afirma, 
— ¿Quién lo afirma? 
— ¡Hombre! La Dirección de Agricul- 
ura de la provincia. , 
— Sí, es verdad; esa repartición pro- 
rincial dice que habrá*grandes exce- 
lentes de trigo en algunos países pro- 
luctores, y es por eso que aconseja me- 
lidas restrictivas. Pero hay otras re- 
articiones oficiales de agricultura en 
1 país que no han aconsejado tal me- 
lida. Y no solamente que no han acon- 
«ejado semejante medida, sino que las 
nás altas autoridades de la Nación en 
uestiones de agricultura, se han de. 
Jarado rotundamente en contra de la 
7bstitución de la siembra de trigo. 
—No sé absolutamente nada de eso 
De dónde lo ha sacado usted? 
-¡Ah! Muy importante, vecino. 
— Oye —se adelanta la esposa del due- 
io de casa dirigiéndose a éste: — ¿por 
Jué no te cambias esas alpargatas que 
as has traido todas mojadas del campo? 
— Sí, sí; dejalas nomás; después. Eso 
jenifica que por ahora tenemos agua 
y que va bien para los sembrados. ¿No 
5 Verdad, vecino? 
— Sí, claro, pero ¿de dónde sabe que 
1aya autoridades de Agricultura en con- 
Ta de la reducción del trigo? 
-— Muy sencillo: cuando oficialmente 
e anunció en la provincia de Buenos 
Aires que se aconsejaría reducir la siem- 
Ta de trigo, “Mundo Argentino” anun- 
+6 que realizaría una encuesta sobre la 
uestión, y entonces yo seguí de cerca 
:l asunto para saber a qué atenerme, 
— ¿Y qué resultó al final? 
= ¡Hombre! Al final ha resultado que 
gún las declaraciones de algunas per- 
onalidades del Ministerio de Agricul- 
ura de la Nación, yo entiendo que no 
lay por qué aconsejar la substitución del 
Tigo. 
— Pero, ¡cómo! ¿Es pos:ble que una 
epartición oficial de la categoría de la 
irección de Agricultura de la provin- 
ia se ponga a dar consejos a los agri- 
ultores sin saber lo que dice? 
— Yo no sé si la Dirección de Agri- 
altura sabe o no sabe lo que dice; pero 
7 que he podido comprobar es que tan- 
9 el presidente de la Comisión Nacio- 
:al de Granos, como el subsecretario de 
wricultura de la Nación, no son parti- 
2 
tarios de aconsejar, para esta campaña, 
a reducción del trigo, 
— Pero quién sabe si estas autorida- 
des han estudiado tan a fondo el asun- 
¿o como la Dirección de Agricultura... 
— Vea, vecino — responde el dueño 
le casa después de un breve silencio;— 
ii usted está en su casa, como jefe de 
familia tiene la obligación de conocer 
los problemas de su chacra. 
— Eso es sabido. 
— Pues bien, lo mismo en una repar- 
ción del Estado, sobre todo de la im- 
vortancia del Ministerio de Agricultura 
:re0o que debe haber. personas con sufi- 
ciente capacidad y responsabilidad como 
para afrontar los problemas que allí se 
presenten. 
— Yo también lo creo, pero lo que me 
extraña es que haya semejante diferen- 
cia entre la opinión de unas y otras 
autoridades, siendo que las reparticio- 
nes tienen más o menos la misma fi- 
hnalidad. Ahora, lo que interesaría es 
saber en qué se fundan unas y otras 
para opinar tan distinto. 
— Vea, vecino — responde el duefic 
le casa; —. ya conocemos que los fun- 
lamentos que ha tenido la Dirección de 
Xericultura de la provincia para acon- 
sejar la restricción del trigo, son los 
grandes excedentes que supone habrá 
'n otros países exportadores para lr 
dróxima cosecha. 
(Continúa en la página 49) 
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