Full text: 28.1938,27.Jul.=Nr. 1436 (1938143600)

27 de Julio de 193€ 
ICE Voltaire que nada retardó 
tanto el progreso del espíri- 
tu humano como esa ciencia 
profunda del error, que na- 
16 em los pueblos asiáticos con el ori- 
zen de las verdades. * 
Es que la razón se confunde y lle- 
ya a definiciones falsas cuando se la 
isa sin método, o con íntimo deseo de 
neomprender. 
Hombres que respetan a la mujer y 
10 vacilan en aplicarle los más hor- 
"osos calificativos juzgándola digna 
de altísimos destinos, se niegan a 
considerarla merecedora de ser ciuda- 
lana. 
¿Por qué? 
Sus argumentaciones son las habi- 
suales: a) la mujer es el centro espi- 
ritual de la familia y nada más; b) 
a mujer debe limitarse a guiar a su 
:ompañero en la senda del bien; ce) la 
nujer es, por sobre todo, madre, 
Todo lo cual está muy. bien. 
Sólo aue.. 
MATRIARCADO 
La mujer no es el centro espiritual 
de la familia por -sometida, sino por- 
que hay en ella virtudes dominantes 
que han logrado sobrevivir en el poco 
Jropicio clima de esta sociedad creada 
Jr hombres galantes y civilizados, 
siempre dispuestos a colmar de alaban- 
Zas a la mujer, pero también de injus- 
icias. 
En épocas y regiones en que la so- 
¡edad no era tan civilizada ni los 
10mbres tan corteses, se ejercía el ma- 
triarcado, vale decir, la mujer era 
¡eía, de la familia y de la comunidad. 
¡Esto ocurría entre seres primitivos! 
% escandalizan quienes se.sienten 
Tuy orgullosos del grado de adelanto 
alcanzado en las naciones modernas 
dorque olvidan la conducta observada 
vor los civilizadores en las guerras 
le conquista. 
La supremacía de la mujer ¿deter- 
Tinaba espantosas confusiones en sus 
ueblos y en sus familias? 
Veamos lo que nos cuenta Pablo 
-afargue de los naires, en tiempos del 
Ratriarcado, luego de saber por Bar- 
dosa que “los maires tienen un rTes- 
peto extraordinario para con su ma- 
Tre; de ella reciben bienes y honores; 
espetan igualmente a su hermana ma- 
Jor, que es quien sucede a la madre 
mn la dirección de la familia”: “A fi- 
1es del siglo XV, cuando Vasco de 
Sama abordó en las costas del Mala- 
bar, log portugueses: desembarcaron 
*n medio de un pueblo notable por el 
estado avanzado de su civilización, el 
desarrollo: de su marina, la fuerza y 
organización de su ejército, sus her- 
mosas ciudades, que canta Camoens, 
el lujo de sus habitaciones y la cultura 
que reflejaban sus costumbres; pero la 
dosición social de la mujer y la forma 
de la familia cambiaron sus ideas traí- 
das de Europa”. 
¡La mujer era dueña de su libertad, 
de los bienes comunes y de sus hijos! 
¡Realmente se progresó desde los 
tiempos en que los naíres y otras tri- 
bus practicaban el matriarcado! Pién- 
Sese. que entre nosotros sólo desde 
1926 la mujer tiene el derecho de tra- 
bajar sin pedir previamente autori- 
zación, de disponer de sus bienes o 
sueldos, de ejercer la patria potestad 
sobre sus hijos. Y que la ley que se 
los concede corre peligro de ser re- 
formada. 
GUIA MORAL 
Teóricamente, la mujer actual ocu- 
Ja más alto puesto en la consideración 
social que sus antepasadas de la pre 
“ivilización, porque según se dice, es- 
á eximida de realizar trabajos tos- 
“os, que estaban por completo 3 su 
¿argo antes de nuestra refinada era. 
25 
Es su trabajo lo que da a la mujer 
autoridad para reclamar justicia 
Por JOSEFINA MARPONS 
i2hora, las madres precisan no -menos 
humanizar las costumbres con su in- 
-ervención en los asuntos públicos, 
puesto que para las madres de la clase 
pobre resulta un angustioso problema 
alimentar e instruir a sus hijos, como 
lo demuestran las pavorosas cifras de 
analfabetos y Traquíticos que arrojan 
as estadísticas de esta opulenta na 
ión. 
Dar iguales “chances” a las mujeres 
que a los hombres para elegir, sus go- 
bernantes y para ocupar altos cargos 
es: lo que reclama la justicia social 
¿Qué opinarán de esta definición las 
ampesinas que ordeñan, cavan, Cose- 
han y recorren largas distancias con 
nontones de ropa a cuestas para la- 
"ar. en el arroyo? : . 
¿Y las trabajadoras que cumplen 
0rarios como los hombres, y además 
1acen las faenas domésticas? . 
¿Y las dueñas de casa, que cocinan, 
»anchan, lavan pisos, barren, cosen? 
Mientras los antifeministas hacen 
atéticas declamaciones a propósito de 
a maternidad y lo femenino, conclu- 
rendo que sólo apartada de la vida 
lítica y social guarda la mújer sus 
ongénitas virtudes, razones económi- 
as imponen a la mayoría de las mu- 
eres la obligación de trabajar ruda- 
ente, sin que por ello pierda ninguna 
:e sus características esenciales. — 
¿Lo ignoran los apologistas de la 
-minidad? 
¿O es que al cantar a la mujer só- 
» piensan en las adineradas? . 
¿O es que creen que no son las preo- 
1paciones y la fatiga lo que puede al- 
erar el espíritu femenino, sino el co- 
ocimiento de los problemas públicos 
y el ejercicio de la ciudadanía? - 
“Los pueblos bárbaros — dice En- 
rels-—que imponen a las mujeres más 
rabajo del que convendría según nues: 
ras ideas, tienen para ellas casi siem- 
xe una estimación más grande que 
10sotros los europeos. La dama de 
2 civilización, adulada y alejada de 
odo trabajo, ocupa una posición so- 
dal inferior a la de la mujer que vi- 
:e en un estado de barbarie y colma- 
a de trabajo; su tribu la considera 
ina verdadera dama, y lo es en efecto 
or su carácter”. 
Las modernas esclavas, trabajado- 
as de la industria, del comercio, del 
ampo, madres de familias pobres, ni 
duladas ni descansadas como esas 
1e menciona Engels, carecen de l: 
agnífica libertad de las salvajes ade. 
dás. Y apartadas de la política, ajena 
: las cuestiones que agitan el ambien 
e de su propio país, apenas pueder 
afluir en el ánimo de sus compañeros 
Jara que se mantengan dentro de los 
ímites de la moyalidad cívica. 
MATERNIDAD 
No hay triunfo que equivalga tanto 
ara la mujer como ser madre. No 
xiste gloria que una mujer cambiara 
07 la gloria de un hijo, En esto acier- 
an los antifeministas por romántica 
'evoción 'a la feminidad. 
Pero no todas las mujeres tienen la 
icha de ser madres. Además, no es 
iempre dichosa la maternidad: hay 
1aternidad vergonzosa en nuestra so- 
edad civilizada. 
Ya que una de las más poderosas 
azones- que invocan los enemigos del 
oto de la mujer es que la maternidad 
a de absorber todo su tiempo, recor- 
'amos que el cuidado de sus niños 
cupa un reducido número de años en 
a vida de las mujeres, y que antes 
jue nazcan, y luego ya crecidos, que- 
la un largo espacio en que las mu- 
eres disponen de sí mismas. 
Durante esos períodos las madres, y 
empre las que no llegan a serlo, es- 
in en condiciones de ocuparse de mi: 
suntos sin desmedro para la orga- 
ización familiar. , 
Si las solteras que trabajan necesi- 
an poseer influencia para encauzar la 
legislación obrera y la política de un 
modo que le resulte más favorable que 
Poderoso expectorante 
y calmante enérgico de 
la tos. Alivia el dolor 
de pecho y desinfecta 
las vías respiratorias. 
Desabormuy agradable. 
tolerancia perfecta e 
indicado para todas 
las edades. 
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