Full text: 28.1938,3.Aug.=Nr. 1437 (1938143700)

A 
> 
Cuento 
por : 
RAUL 
GONZALEZ 
TUÑON 
Y más si uno está 
0lo, en cubierta, mien- 
"ras los camaradas con- 
versan en el comedor 
con el capitán. 
O podía ocurrírseme otra 
cosa que un lugar común: 
— ¡Qué hermosa noche! 
Verdaderamente, los luga- 
res comunes sirven para esas 
oportunidades. Y más si uno está 
solo, en cubierta, mientras los ca- 
maradas conversan en el comedor 
con el capitán, que también, exac- 
tamente como en los cuentos, re- 
cuerda en ese momento viejas his- 
torias de marinería, (Como yo co- 
nozco muchas, prefiero la noche). 
¡hora muy tranquilo. Con excep- 
ón de ese día de niebla a la sa- 
ida de Dunquerque. Luego, ¿ha. 
risto usted? Calma absoluta, mar 
le aceite, mucho calor y mucho 
ron con hielo, y limón, y azúcar... 
(...Y el abigarrado, pintores. 
Salíamos de la zona del Canal, — :0 y oloroso mercado de la Gua- 
mejor dicho, ya habíamos dejado Jalupe, en Pointe a Pitre, y la 
atrás a Balboa y navegábamos en — judad muerta de Saint Pierre, y 
pleno océano Pacífico. Aún se — os jardines calientes de la Mar- 
veían luces multicolores alo lejos. — inica, en Fort de France, y la 
¿Qué hermosa noche! 1statua de Josefina, y la estatua 
—Verdaderamente. le Pierre Bilain D'Esnambuc, 
Era el tercer oficial que iba a: “undador del poderío francés en 
relevar al segundo. Yo estaba al as Antillas, y antes, el mar de 
pie de la escalerilla que lleva al Jargazos, cubierto casi de coroni- 
puente. Pero antes de subir, me as verdes, plantas del mar, viaje- 
dijo: 'as, y hace poco el Canal, Cris- 
—-Sin embargo, pronto tendre. — óbal, el bar Canadian, una tor- 
mos viento fuerte y un poco de venta que ni en las mejores pe- 
niebla después. ículas puede verse, y luego el mar 
¿Viento y luego niebla? ¡Qué Zacífico, ahora, y ahora el viento 
raro! Pero el Pacífico es así. que ya se anuncia sacudiendo al 
Pierre, el muchacho del come- — marco de carga — Arica, que ha- 
dor, apareció al rato. :e la ruta Amberes-Valparaíso, — 
——El capitán lo espera — dijo; — 7 una buena copa de vino añejo, 
— ha hecho descorchar una bo- 7 otro cuento del bretón infati- 
tella de añejo... sable). 
Volví al comedor de buena ga- Entró el primer oficial con el 
na porque me gusta el vino, y arte que el capitán firmó. 
mucho más cuando es añejo. -—Todo bien en cubierta y en 
El alegre bretón me alcanzó as bodegas — dijo. 
una copa. + —Perfectamente. ¿Condicio. 
—(Gracias, capitán. - -... nes? 
—Al fin estamos en el Pacífico, -——Viento fuerte en proa. 
amigo mío. El viaje ha sido hasta El capitán frunció el ceño. 
ilustró ANDRES GUEVARA 
1 
—ÑNo comprendo, Casi siempre 
ocurre lo mismo. ¿Por qué habrán 
lamado Pacífico a este mar? 
Todos sonreímos y las botellas 
y las copas cayeron con estrépito 
sobre la mesa. Era el viento, El 
varco parecía hundirse en el mar 
y salir otra vez a la superficie. 
Se movía como ñunca, ya de proa 
3 popa, ya de babor a estribor. 
Luego solamente de proa a popa y 
Je popa a proa. El viento castiga- 
2 duramente todos los resortes 
del barco, Silbaba en el palo ma- 
vor, se daba contra el. puente de 
nando, desesperadamente, lu- 
hando con las maderas, los ca- 
Des, las planchas de hierro, Era 
:] viento. Estaba en todas partes. 
Había penetrado al comedor co- 
no un nuevo personaje. El bar- 
quito, sobre la repisa, osciló tam- 
xién y tuvo que ser retirado por 
Pierre, Era una maravilla de mi- 
niatura, obra de un marinero ne- 
gro. Un barquito auténtico, no 
como los que hoy se venden en las 
tiendas de París, construídos sin 
amor, en las fábricas. De repente 
oímos un grito, en una pausa del 
viento. 
¿Quién gritaba? El viento otra 
vez. ¿Han oído? Sí, hemos oído 
todos un grito. Exactamente co- 
mo en algún cuento del capitán. 
El mar, la noche, el viento, un 
grito. ¿De dónde venía? ¿Del ca- 
marote de la muchacha que iba 
j Guayaquil? Imposible. Pierre, 
:eres tú? Desde el pequeño bar 
Pierre contestó, No era él. 
Salimos al pasillo. Anduvimos 
lificultosamente. Era el viento. 
y pareció el tercer oficial con una 
interna en la mano. — 
—¿ Qué ocurre? - 
—¿Por qué ha dejado el puen- 
te de mando, insensato? 
—¡Capitán!... — murmuró, in- 
:ensamente pálido, el tercer ofi- 
sjal, que era un joven rubio, fla- 
co, de ojos tristes. 
—¿Qué ocurre? Repito... 
Tuvo que sostenerse en mi bra. 
zo. 
— Está enfermo. — dije yo. 
El dijo que no moviendo la ca- 
beza 
Era el tercer 
oficial que ida 
1 relevar al se- 
gundo. Yo es- 
¡aba al pie de 
la escalerilla 
que lleva al 
puente. —. 
MUNDO ARGENTINO 
—¡ Hable de una vez! 
Entonces el joven oficial levan. 
tó la linterna a la altura del hom. 
do. Su chaqueta blanca estaba 
manchada de sangre... , 
—Es sangre... — murmuré, 
—¡ Cómo ha sido eso? — pre- 
runtó el capitán. 
' Al fin el joven oficial pareció 
reaccionar. 
—Estaba enel puente — co- 
nenzó diciendo — cuando de 
yronto oí un golpe, arriba vi una 
sombra... fugaz... y sentí algo 
saliente en el hombro... Llevé la 
nano al hombro y la retiré... 
nojada... Encendí la linterna... 
Yi que era sangre... 
—Pero ¿de quién? ¿Cómo? 
—No sé. .., capitán... Alguien 
1abrá peleado... cerca de la ca- 
ina del radiotelegrafista... Tal 
7ez a causa del ron... 
—¡ Bah, bah!,.. — gruñó el 
:apitán. — Venid conmigo. 
Le seguimos, Atravesamos el 
"also puente. Luego el puente de 
nando, hasta llegar a la parte su- 
verior, donde están las cabinas 
lel radiotelegrafista y el comisa- 
rio. 
—Por aquí debe estar... — 
dijo el capitán. 
No comprendíamos nada. El 
rapitán tomó la linterna del ter- 
er oficial y comenzó a observar 
vor todas partes. Sobre uno de los 
votes de salvamento la luz trope- 
zó con un bulto enorme, 
—¡ Ahí estáf — gritó el capi- 
>án. 
Todos mirarnos. Era una espe- 
:ie de gaviota gigante, un inmen- 
30 pájaro del mar. 
——El viento lo ha arrojado con- 
:ra el barco... Se ha herido en 
algún cable, sin duda... Sí... 
Virad... Tiene el cuello abier- 
0... Y bajo el ala derecha. Ha 
renido a caer aquí no sin antes 
ugarle una broma pesada al ter- 
"er oficial... 
El capitán rió de buena gana. 
El tercer oficial, avergonzado, 
olvió asu puesto, Todos descen- 
dieron al comedor. , 
Yo quedé solo en medio de la 
noche. Tuve que abrazarme casi, 
21 bote, para no ser arrastrado 
or el viento. El inmenso. pájaro 
del mar estaba ahí, a mi lado, 
muerto, muerto, definitivamente, 
rremediablemente, terriblemente 
nuerto sobre sus alas muertas,
	        
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