Full text: 28.1938,24.Aug.=Nr. 1440 (1938144000)

¿Vale un marido un 
millón de pesos? 
ALE tanto un hombre como pa- 
N ] ra sacrificar por él un millón? 
¿Si o no? 
Dos jóvenes y hermosas no- 
"as, de la alta sociedad neoyorkina 
ontestan a esta pregunta con un 
sí!” 
Estas dos jóvenes decididas son An- 
irea Luckenbach y Rosemary Webs- 
er. Han despreciado un millán de dó- 
ares cada una como si tal cosa... por 
1 amor de un hombre. . .. 
¡Los felices esposos seguramente se. 
reguntarán si en realidad valen 
anto! 
El conocido psi- 
ólogo, doctor Ar- 
uro Payne, ve en 
'stos idilios de ri- 
'as herederas con 
Muchachos sin for- 
una, sólo una 
"eacción perfecta- 
nente natural de 
juienes tienen to- 
lo lo que se pueda 
lesear menos lo 
vás importante, la 
elicidad, 
Actualmente las 
'X herederas, se- 
lora de William 
Jobbs y señora de 
Paul Gilson, se 
sienten ambas muy 
seguras de haber 
ncontrado esa fe- 
icidad tan ansia- 
la. La señora de 
Jobbs es la hija 
tubia y mimada 
lel comodoro Ed- 
zar F, Lucken- 
xach, magnate mi- 
lonario de Nueva 
York, y heredera 
le su fortuna an- 
-es de escaparse 
“On su Billy, un 
tomisionista de 
nhanteca y huevos. 
- Ahora el como- 
loro ha dicho a 
sus amigos: — 
¡Nuñea vuelvan a 
mencionar el nombre de mi hija en 
mi presencia! 
Pues, a pesar de la prohibición de 
*ú padre, Andrea se casó con él mu- 
thacho de quien se enamoró a pri- 
Mera vista. 
TES 
Yo Des 
rec haf 
E 
» 
Actualmente, 
indrea y Billy vi- 
en en un chalet 
le ocho piezas en 
Syosset. Cuando 
2umpla los veinti- 
ano, la joven espo- 
sa que cuenta 18 
abriles, entrará en 
posesión de un di- 
nero que pertene- 
2ía a su madre. 
Pero esa suma es 
insignificante si se 
la compara con los 
millones del como- 
doro de los cuales 
Andrea se despi- 
dió al desobedecer 
a su papá. Fué un 
gesto magnífico, 
vero ¿puede considerárselo sensa- ” 
07 Cuando las princesas del dólar 
lan toda su fortuna por el amor, 
“valebrealmente la pena? Esta es - 
pregunta que se le presentará 
con más fuerza aún a la 
linda y morocha Rosema- 
r y Webster, también de 
Nueva York. Esta joven 
rechazó un millón de dó- 
ares (cerca de cuatro mi-- 
Jones de pesos) para ca- 
sarse con Paul Gilson, un 
»ntador buen mozo con 
1n sueldo de 800 pesos 
vor mes. , 
¿Cómo terminarán es- 
08 dos matrimonios tan 
lesiguales? 
Pueden estos hombres 
de mediana posición, por 
más encantadores que 
sean, hacer felices a es- 
as niñas que nacieron y 
rivieron en la opulencia? 
Juando la princesa se ca- 
sa con un hombre pobre, 
a costa de quedar deshe- 
redada y rechazada por 
1 familia, ¿puede-el amor subsistir a 
esar de todo? Por otra parte, si ella 
vedece a sus padres y sacrifica su 
mor a cambio de una fortuna, ¿po- 
"Áá ser feliz Ja pobre niña Tica? 
Tste es sin duda nun nraoblema de 
rtuna y lo que llama- 
nosición social no son 
'arios en absoluto pa- 
trar la felicidad — di 
una “sacrificado”. 
sran actualidad, 
ya que semejantes 
matrimonios pare- 
cen estar a la orden 
del día. Algunos 
>erminan mal, y 
ros continúan 
siendo tan felices 
como en el primer 
día de casados. 
Tomemos por ejemplo el 
:aso de Ellin Mackay, que 
"ué desheredada en el testa: 
nento.de Clarence Mackay 
»9r casarse con el hoy famo- 
0 compositor Irving Berlin. 
Este músico es hoy no só- 
0 rico, sino conocido en el 
aundo entero. Ellin, al casar- 
e con él, se sacó la lotería, 
omo suele decirse. 
Otra aventura matrimonial 
e esta clase es la de Bea- 
riz Blackevell de la alta: so- 
iedad e hija del prominente 
ditor Crowley Blackevell, 
ue se casó en 1936, con Sa- 
nuel Wechsler de Long Is- 
and. 
—Soy muy feliz en mi 
1atrimonio — dice la seño- 
a de Wechsler — y, basán- 
tome en mi experiencia, 
.consejaría a las jóvenes 
'dmiradoras a que arries- 
uen las iras paternas y se 
asen con: hombres que tra- 
ajan para ganarse la vida 
n lugar de elegir algún 
1agnate que se pasa la vida 
18ando al polo. ¡Adelante 
aicas, si lo quieren de ver- 
ad! Pero también les diría 
ue deben asegurarse de es- 
17 verdaderamente enamo- 
adas, y que lo que sienten 
10 es un capricho del momento, Des- 
ués de todo es un gran paso el que 
e da, y hay que amoldarse a la nue- 
a vida, Pero estos son reajustes fe- 
ces cuando dos personas se aman de 
rerdad y se comprenden como es de- 
do. 
$ heredera 
ue sacrificaron 
su fortuna por 
rasarse con hom 
bres pobres, ¿es- 
taban o no equi- 
vocadas? 
“Mi boda no fué una cosa “impro- 
isada”. Mi esposo y yo nos conocía- 
nos dos años antes de casarnos. Sa- 
íamos que muestros gustos eran los 
(Continúa en la página 49)
	        
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